Aunque el estado general del Mercado Alianza de Torreón se percibe como de crisis ante la ausencia de clientes por la pandemia del covid-19, en el localito de “Reparación de Calzado Rivera’s” lo que sobra es chamba, pues los planes de austeridad se han implementado en los domicilios y en vez de comprar zapatos nuevos se remiendan lo que son llamados “milagritos”.
Algunos pares vuelven a las manos de sus dueños que pagan por el servicio y se marchan con ellos, pero otros son abandonados en el sitio por lo que Guillermo Rivera Soto decide, después de un tiempo razonable, compartirlos con personas que no cuentan con hogar o personas que están de paso por la ciudad y persiguen el sueño americano.
“Ay, padre santo, yo tengo como unos 43 años en el negocio. De niño llegaba aquí y el negocio era de mi hermano mayor. Si le gusta o por la necesidad aprende rápido, y cuando uno llega pensando que va a trabajar batalla, pero para mí no. Difícil para aprender no fue".
-¿Qué onda Jerry?
-Quihubo, ¿cómo estás?
-¿Tienes mucho jale?
-No, estamos dioquis, ¿qué onda, carnal?
La clientela de Jerry llega y se sienta a observar su trabajo que en verdad se percibe como un espectáculo. Es rápido con la máquina de coser y también con el pegamento amarillo que termina de tumbarse de los dedos al limpiarse en su pantalón.
Mientras le da el toque final a unas sandalias le dice a una chica que debe comprar los ojales de metal iguales para cambiar los de sus tenis. Se trata de unos Converse que se nota han sido queridos y cuidados pues mantienen un blanco impecable.
Y aunque en otros puestos se quejen amargamente porque la gente se ha guardado en su casa y evita salir, Gerardo Rivera le da la buena cara al tiempo y dice que el calzado es una de las primeras necesidades, un artículo de primera necesidad.
“Nosotros, será ya por tantos años que tenemos pero tenemos mucha clientela y debemos considerar los precios, no es nada más cobrar por cobrar, tenemos también que ser considerados con ellos porque ta' difícil. Aquí, por lo regular el 90 por ciento del calzado viene ya muy trabajadito. Nosotros lo mencionamos, que hacemos puros milagritos porque son zapatos muy acabados pero también es por la necesidad”.
En suma, Gerardo sabe que sus clientes necesitan de su trabajo para no andar descalzos por el mundo, como quien dice, a pata de perro. Y también que cuando ya no van por su calzado, aunque sea pura garrita, gallito o milagrito, éste le puede servir a las personas que no tienen hogar o los que van de paso como los migrantes centroamericanos que llegan a Torreón pensando que está cerca la frontera de Piedras Negras y luego casi se infartan cuando les dicen que deben hacer un viaje de más de 600 kilómetros en coche o autobús.
“Habemos muchos zapateros que nosotros le mencionamos milagritos, muchos zapateros no lo quieren hacer porque se les hace difícil o no quieren batallar, y nosotros cuando iniciamos este tallercito no nos importaba el milagrito sino que hubiera trabajo pata crecer. Ahora estamos tan acreditados que hasta ahorita a ningún trabajito le ponemos pero, como vengan, todo tiene arreglo”.
Con al menos 500 pares en su taller, muchos de esos se obsequian viendo la necesidad de las personas que circulan por el sector Alianza. Así los tenis, huaraches y zapatos que son abandonados, resultan un verdadero milagro para quienes los necesitan y no los pueden pagar.
“Por la necesidad hay gente que no trae cómo cubrirse los pies y de ahí sacamos y se los regalamos porque la gente que quiere comprar lo quiere hacer con nuevos o casi nuevos pero también baratos y no lo hay aquí, entonces por lo regular si hay gente necesitada, sacamos de repente y se los regalamos, personas que emigran que a veces los ves descalicillos cuando andan aquí”.
Gerardo menciona que todo mundo dice y quiere enseñar a portarse bien, pero más que el dar apunta que se debe ayudar. Aportar un grano de arena por mucha necesidad que se tenga.
“Todo mundo pasa y me saluda por lo mismo, porque apoyas y tienes que cooperar, no sólo pensar en ganar con el negocio. El problema es esto. Gracias a dios a mí nunca me ha faltado el trabajo, mucho menos en estos momentos porque yo cuido a la clientela con los precios y que no me falte a mí para el sueldo de mis compañeros y el mío. A lo mejor trabajas un poquito más pero es un extra para cubrir todo y apoyar”.
EGO