Las organizaciones criminales emprendieron una campaña en la frontera sur de México, y la respuesta del gobierno mexicano fue desplegar a por lo menos 800 elementos militares, que han comenzado a reactivar una decena de localidades limítrofes con Guatemala.
El Cártel de Sinaloa llegó a bordo de camionetas con arreglos artesanales, viralizadas en Internet, que buscaría controlar esta frontera que había sido acaparada por el Cártel Jalisco Nueva Generación, organizaciones antagónicas que se disputan el tráfico de drogas, migrantes, huachicol, así como mercancías ilegales.
La reacción, vino desde la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y del 15 Regimiento de Caballería de Comitán, que instalaron puestos de control en la carretera fronteriza, y con despliegues a pie de tierra en puntos estratégicos del estado.
“De inicio -explica el teniente coronel Félix Moreno Ibarra, del 15 Regimiento de Caballería de Comitán- fueron desplegadas desde todo el estado, y con la coordinación de Guatemala y con su Ejército Nacional se blindó esa parte de la frontera”.
En el despliegue fueron establecidos puntos de inspección carreteros que garantizan la seguridad de las personas; “que se sientan bien, en su dinámica de trabajo de forma normal, que combinado a esto… con patrullajes en áreas rurales y urbanas, tanto a pie como en vehículo”, explica el Teniente Coronel.
Cinco días tardó en llegar la luz
Un carrusel instalado en la explanada de Frontera Comalapa se volvió en un símbolo para esta historia criminal, y que apenas este jueves volvió a girar luego de que la comunidad se quedara cinco días sin energía eléctrica.
Fue el crimen organizado, el que ‘reventó’ las líneas de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) para dejar incomunicados a los municipios de Motozintla, El Porvenir, Siltepec, La Grandeza, Bella Vista, Mazapa de Madero, Frontera Comalapa y Chicomuselo, en Chiapas, según explican pobladores, quienes -con miedo- denuncian de la afrenta criminal y claman la presencia de fuerzas del orden en su localidad; “tener con quien acudir a la hora de los chingadazos”, relatan pobladores.
En Comalapa, la policía municipal sirve para desviar el tránsito vehicular hacia el centro, y es el Ejército y la Guardia Nacional, quienes se encargan de revisar las cajuelas de quienes entran y quiénes salen del lugar. Hoy, después de cinco días de oscuridad, esta localidad se adentró en la llamada ‘pax narca’, o bien en el ojo del huracán.
Se buscan turistas
No así, la desolación persiste 40 kilómetros al norte, en las Lagunas de Colón, se trata de un centro ecoturístico, administrado por ejidatarios que hoy quedó olvidado, en medio de esta lucha armada.
“No hay turistas, nadie que nos venga a visitar”, dice la trabajadora de un restaurante que hace no mucho recibía turismo internacional.
Las lagunas transparentes están, pero no hay nadie que compre una mojarra, ni una michelada, el turismo esperado es un anhelo de los dueños de tiendas, restaurantes, hostales. Nadie que pueda dejar algún tipo de ingreso para esta localidad que se empeñó en hacer un parque ecológico.
Pero tampoco hay maestros que den clases en la escuela a los niños de la comunidad, curas que ofician en la capilla, o autoridades que impongan orden, una vez más, son los soldados que, indirectamente, también deben hacerse responsables de la tranquilidad a este parque de lagunas y cascadas.
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Aunado a los 800 efectivos desplegados, se suman 300 militares, dispuestos a trasladarse a cualquier punto de la frontera, cuando la población civil lo requiera, y desde el 15 Regimiento de Caballería, el mensaje es para tranquilizar a los chiapanecos:
“Para todos los ciudadanos que tienen la oportunidad de vernos, tengan la plena seguridad que la SEDENA y todas las dependencias actuemos en beneficio de la población”.
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