El alcalde de San Pedro Huamelula, Oaxaca, se casó con su novia caimán en una colorida ceremonia en la que sonó música tradicional y los asistentes bailaron mientras imploraban al líder indígena que sellara los esponsales con un beso.
Víctor Hugo Sosa accedió a su petición en más de una ocasión durante la boda del jueves, agachándose para plantar sus labios en el hocico del pequeño cocodrilo, que había sido atado presumiblemente para evitar mordiscos indeseados.
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El ritual de la boda se remonta probablemente a tiempos prehispánicos entre las comunidades indígenas chontales y huaves del estado Oaxaca, como una plegaria en la que se suplica generosidad a la naturaleza.
"Tenemos que cumplir con ciertos requisitos, pedirle a la naturaleza que no nos falten las lluvias, que no nos falten los alimentos, que haya peces en el río", afirmó Sosa, alcalde del pequeño pueblo de pescadores de la calurosa costa del Pacífico oaxaqueño.
Ese estado es posiblemente el más rico en términos de la cultura indígena del país y el hogar de muchos grupos que han mantenido obstinadamente sus lenguas y tradiciones.
El ancestral ritual de San Pedro Huamelula, ahora mezclado con la espiritualidad católica, consiste en vestir al caimán con un vestido de novia blanco y otras prendas de colores.
Se cree que el reptil de siete años, al que se llama princesita, es una deidad que representa a la madre tierra y su matrimonio con el líder local simboliza la unión de los humanos con lo divino.
Al son de las trompetas y los tambores, que proporcionaron un ritmo festivo a la celebración, los lugareños llevaron a la novia en brazos por las calles del pueblo mientras los hombres la abanicaban con sus sombreros.
"Me da mucha alegría, mucho orgullo de mis raíces", dijo Elia Aguilar, la madrina que organizó la boda.
Aguilar explicó que se siente privilegiada por ser la encargada de llevar a cabo la ceremonia y relató que pasó mucho tiempo preocupada por la ropa que llevaría la prometida. "Esta tradición es muy bonita", añadió con una sonrisa.
OC