Dicen que uno aprende a convivir con el volcán, pero lo cierto es que el Popocatépetl no deja de intimidar a los poblanos y al tratarse de un volcán activo lo mejor es estar preparados ante cualquier escenario.
En la comunidad de San Pedro Benito Juárez, perteneciente al municipio de Atlixco, Puebla, a una hora y diez minutos de la capital poblana, el cantar de los gallos resuena en una comunidad de tan solo 4 mil 100 habitantes. Los caminos están tapizados de ceniza pero ninguna persona que ahí vive se sobresalta; están acostumbrados.
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Lucio García y Francisca González nacieron en 1948. Actualmente tienen 75 años y cuando tenían 46 años, en 1994, recuerdan aquella ocasión en que el Popocatépetl despertó. Un estruendo acompañado de fragmentos incandescentes y el deslizamiento de lava volcánica que se desparramaba de las faldas del coloso los atemorizó.
En aquella ocasión fueron trasladados a Izúcar de Matamoros y vivieron dos semanas en un albergue habilitado en una escuela pública.
Hoy no tienen miedo, pero lo respetan. Incluso Francisca dice que, 'Don Goyo', como cariñosamente le dicen al volcán, está enojado porque los dos últimos años de pandemia no le mandaron regalos como lo tenían acostumbrado.
-“Anda enojado porque no recibió regalos”
-¿y que le deben mandar?, le pregunto.
-Un pantalón y una camisa.
-¿Y no se la llevaron esta vez?, le insisto.
-No y por eso se enojó, le deben de llevar para que esté alegre.
-¿Y a ustedes todavía les da miedo el volcán?
-No, ya no.
Para generaciones más jóvenes como la de Laura Galindo, la inusual actividad que se ha presentado durante la última semana, no les asusta y por eso siguen con sus actividades diarias como si nada ocurriera.
“La verdad para la mayoría de la gente ya es muy normal la actividad del volcán, ya todos están acostumbrados a eso”, nos comenta.
Pero así como confían el volcán Popocatépetl, también lo respetan. Francisca señala que si la actividad de 'Don Goyo' aumenta y la autoridad lo decide, no opondrán resistencia en salir de su comunidad.
“Ya nos acostumbramos porque aquí vivimos, a dónde vamos a ir, pero cuando nos digan que nos vamos, nos vamos. Sí nos vamos, estamos preparados para lo que venga”.
Minutos antes de las 8 de la mañana, comienzan a desfilar por las calles niños y niñas con uniforme escolar que se dirigen a la Primaria Nicolás Bravo. Un día antes, el miércoles, la Secretaría de Educación informó sobre la cancelación de clases.
“La directora ayer nos mandó un comunicado por parte del gobierno acerca de que hoy nos presentáramos para que le entreguemos a los alumnos los cuadernos, materiales didácticos para que empiecen a trabajar en línea, pero vamos a regresar a los alumnos, vamos a estar un rato con ellos y a las once de la mañana se regresan a sus casas, así quedó estipulado”, nos explica Angélica María Jiménez, profesora del primer grado grupo B.
Explicó que, a pesar de estar acostumbrados a vivir cerca del volcán y a la ceniza que expulsa, han comenzado a reportarse afectaciones a la salud de los estudiantes.
“Tengo muchas ausencias de mis alumnos, desafortunadamente tengo enfermos de la garganta, con infección, con tos y con infección en los ojos, entonces de 29 alumnos que tengo nada más me vinieron 20”.
A 17 kilómetros de San Pedro Benito Juárez se localiza el municipio de Tochimilco. La realidad es la misma, nadie se inmuta, no usan cubrebocas, hacen todos sus actividades comunes, incluso, en la escuela primarias varios alumnos están jugando futbol en la explanada.
En la presidencia municipal nos recibe el jefe de Protección Civil, Alfredo Caltenco Rodriguez y explica que la ceniza recolectada de los últimos días fue enviada al Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) para su análisis.
Recordó que la última vez que se hizo un simulacro en Tochimilco fue hace dos años y que para llegar al albergue de Izúcar de Matamoros se tardan una hora y cuarenta minutos. A pesar que las rutas de evacuación se encuentran en buen estado, se construyen algunas alternas.
“Nos favorecen en cuestión de que son más amplias, es menos tiempo, pero todavía no están habilitadas al 100 %, estamos en eso. Se están construyendo, de hecho hay caminos en terracería donde en caso de emergencia se pueden usar”, señaló.
Por lo pronto, el Popocatépetl aguarda a lo lejos, de repente, se esconde, luego reaparece y nos baña con más y más ceniza.
AAC