Sacerdote predica desde una camioneta en Tijuana por coronavirus

Para el sacerdote Jorge Echegollén llevar la palabra de Dios y consuelo a familiares de infectados por covid-19 es primordial en los momentos que la población busca esperanza.

Desde el 24 de marzo se suspendieron misas presenciales y servicios funerarios para evitar la propagación del coronavirus. (José Antonio Belmont)
Los lunes y jueves el padre Echegollén peregrina ocho kilómetros para visitar hospitales del ISSSTE e IMSS. (José Antonio Belmont)
Echegollen replicó una experiencia que se ha vivido en iglesias de otros países, como Francia y España. (José Antonio Belmont)
Para no sentir la ausencia de los fieles, el sacerdote le pidió a sus feligreses fotografías para pegarlas en las bancas. (José Antonio Belmont)
José Antonio Belmont
Baja California /

Si existiera el verso, iría algo así: "Y el señor dijo: benditas sean tus trocas y tus celulares, que traerán consuelo a los que sufren".

Claro que ese verso no existe, pero como si se tratara de un Juan Bautista camionero que sabe usar Facebook live, un hombre vestido con túnica blanca y huaraches predica en la era del virus el evangelio en las calles de Tijuana de una forma muy peculiar. Es el sacerdote Jorge Echegollén y en estos tiempos de distancia social, iglesias vacías y templos sellados, encontró la forma para acercarse a sus fieles: su troca y su teléfono celular.

Es la religión motorizada en tiempos de redes sociales.

Desde el 24 de marzo, un grupo de 20 sacerdotes de diferentes iglesias recorre unidades médicas de esta ciudad todas las noches. Viajan en la parte trasera de una camioneta, como si fueran un grupo musical. Llevan todo el ajuar: el santísimo, las ostias. Las túnicas. El vino de consagrar.

“Salimos a dar la bendición del Santísimo Sacramento y llevamos un poco de consuelo espiritual a los familiares con pacientes covid-19 que ahorita están sufriendo”, explicó el padre Echegollén.
“También buscamos darles una palabra de aliento al personal médico que está dando la vida por nosotros”, abundó.

En el caso de Echegollén, su turno son los lunes y jueves, días en que peregrina ocho kilómetros para visitar hospitales del ISSSTE e IMSS, así como uno privado.

Su punto de partida es la Iglesia San Miguel Arcángel, donde es párroco desde hace años.

Es minutos antes de las 8 de la noche cuando una camioneta tipo pickup llega a la iglesia para adaptar un altar en la parte trasera. Antes de iniciar su recorrido, el sacerdote oficia una misa virtual, transmitida en las redes sociales de la Arquidiócesis de Tijuana.


Y es aquí que Echegollen replicó una experiencia que se ha vivido en iglesias de otros países, como Francia y España. Para no sentir la ausencia de los fieles, el sacerdote le pidió a sus feligreses fotografías para pegarlas en las bancas.

“Cuando doy la misa y hemos sacado en la transmisión las fotos de ellos, la gente se alegra mucho porque se sienten presentes de una manera. Se extraña mucho la gente, el ruido de los niños, es la alegría de la parroquia, y también por el aspecto físico del templo, se siente el frío de la ausencia física de la gente”, aseveró.

El recorrido también es transmitido por redes sociales. En un auto que va detrás de la camioneta, un seminarista reza y cuenta lo que ocurre durante el trayecto, con familias completas arrodilladas afuera de sus casas o en los propios hospitales.

“A todos los enfermitos, doctores, a los guardias de seguridad, y a todos los familiares, Dios lo bendiga, en el nombre del padre...”, exclama el padre mientras levanta con ambas manos la custodia del Santísimo al exterior de la clínica 20 del IMSS.

También los automovilistas y peatones aprovechan que el semáforo está en rojo para pedirle al padre ore por sus familiares. Porque la intención de estos recorridos también es dar el último adiós a un ser querido que perdió la batalla contra el coronavirus.

En los últimos días, la Arquidiócesis de Tijuana alcanzó su récord en este tipo de transmisiones con más de 6 mil vistas.

“Para nosotros eso es mucho”, confiesa el párroco. No son números de Justin Bieber. Pero esos seis mil dicen mucho. Son seis mil personas que por un rato, cuando abrieron su feis, tuvieron el consuelo de volver a su religión, mientras un padre recorre las calles de una Tijuana ensombrecida por la epidemia.

ledz

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