Septiembre es un mes que se ha quedado grabado en la historia reciente de Puebla. Su ubicación geográfica, altamente sísmica por la interacción de las placas tectónicas de Cocos y de Norteamérica, le ha dejado expuesto a diversos desastres que han cobrado la vida de más de 50 personas.
El 19 de septiembre de 1985, el 15 de junio de 1999 y el 19 de septiembre de 2017 son fechas que marcaron a Puebla por el desastre que las caracterizó y todavía se pueden apreciar en diversos lugares, ya que los daños permanecen.
Hoy día, a casi cinco años de la última tragedia, en la que 45 poblanos perdieron la vida y más de cien personas tuvieron heridas de consideración, las autoridades gubernamentales se preparan para hacer frente a los sismos y reducir al mínimo la posibilidad de víctimas mortales ante la aparición de uno.
Ante ese escenario, una vez que asumió el cargo en 2019, el gobernador Miguel Barbosa Huerta anunció que su administración llevaría un sistema de alertas sísmicas a todos los municipios de zona centro-sur del estado, ya que los terremotos de 1985, 1999 y 2017 demostraron que su población es de las más vulnerables ante este tipo de situaciones, por lo que la procuración de su seguridad es vital.
La ejecución del proyecto se tenía pensada para 2020, pero la pandemia provocó retrasos por la reasignación de recursos en el presupuesto estatal. Sin embargo, esta iniciativa podría ponerse en marcha en los próximos meses.
En entrevista para MILENIO Puebla, Eduardo Vargas Ávalos, titular de la Coordinación General de Protección Civil del Estado (Cgpce) reveló que el gobierno estatal planea llevar “un sistema de alertamiento” a 55 municipios que se localizan en la Mixteca, ya que históricamente, son los más afectados ante los sismos de mayor magnitud y este tipo de mecanismos solo se ubican en localidad altamente pobladas.
“Los sismos no son predictivos, sin embargo, las medidas de cómo atenderlo sí y se pueden establecer. Hace unos meses el señor gobernador nos instruyó establecer e incrementar el sistema de alertamiento sísmico en el estado, nosotros estamos trabajando en una propuesta para llevar la alerta sísmica a 55 municipios más y esto permite incrementar nuestra cobertura”.
El funcionario confió en que esta estrategia permitirá facilitar las labores de prevención y, en su caso, reacción cuando ocurra un temblor: “Es un trabajo único al momento de presentarse un sismo o hasta un simulacro. Ahora tenemos una visión mucho más estratégica, estamos cambiando mucho nuestra forma de actuación y ahora hacemos prevención”.
Comentó que la preparación del proyecto ejecutivo aún está en marcha porque las dependencias que integran el Sistema Estatal de Protección Civil, “que es la organización gubernamental que permite conjuntar esfuerzos orientados a la atención de las emergencias, nos articula en modo, tiempo y espacio de cómo debemos actuar”, todavía no definen algunos detalles, pero adelantó que ese tipo de sistemas trabajan con una señal que se recibirá vía satélite a través de internet.
Mientras tanto, Protección Civil encabezará la coordinación con el resto de dependencias y los 217 municipios que integran el Sistema Estatal de Protección Civil, ya que un sismo de alta magnitud podría ocurrir en cualquier momento.
“La sociedad tiene que saber que vive en una zona de alta incidencia sísmica, sobre todo en los 55 municipios que mencionaba y, sobre todo, que sepa qué es lo que debe de hacer, eso es lo importante, con ello trabajamos dentro de nuestro Sistema Estatal de Protección Civil, obviamente trabajamos muy de la mano con los municipios para generar no solo los alertamientos, sino también estrategias de atención una vez que ocurren los sismos, tanto en la sociedad que pudiera verse afectada como en la inspección de los inmuebles una vez que ocurre el sismo”.
Actuación del gobierno ante un sismo
Eduardo Vargas, titular de la Cgpce, aseguró que todos los gobiernos estatales en México, incluyendo el de Puebla, cuentan con planes de atención y respuesta ante situaciones de riesgo, los cuales están basados en una serie de actividades encaminadas por estrategias que se basan en dos etapas.
La primera es la etapa preventiva y la segunda es la reactiva, en la que se subdividen planes de atención y de auxilio con la atención inmediata a las personas, así como una eventual reconstrucción si es que el sismo causó diversos daños a las estructuras hídricas, eléctricas o mobiliarias.
“En la etapa preventiva trabajamos mucho con la sociedad para incrementar una cultura de autoprotección y que la gente y la sociedad misma sepa cómo actuar, pero en una etapa de auxilio cuando tenemos la situación de riesgo se nos permite al gobierno articular los esfuerzos, mejorar la coordinación interinstitucional, pero además nos permite reducir los tiempos de atención porque cada vez que viene una situación de emergencia y cuando los gobiernos empeñan sus efectivos en los servicios asistenciales, obviamente entre más tarde una emergencia pues más dinero también gasta el gobierno y tenemos que empeñar esos elementos para tener una sola emergencia”.
Enfatizó que la actualización de los procedimientos es permanente y sin necesidad de esperar a que ocurran algún siniestro, como un temblor, para atender aspectos a mejorar.
“Siempre hay áreas de oportunidad, en las comunidades escuchamos a la sociedad y si hay una forma de hacer una mejora en un procedimiento para atender de manera más pronta, expedita y objetiva a la sociedad, lo hacemos”.
Aseguró que el aprendizaje en cada emergencia es permanente y así debe mantenerse para que en las próximas situaciones de riesgo haya mejoras de atención a la sociedad: “Hemos aprendido, sí, nos ha dejado enseñanza cada uno de los eventos que hemos vivido y hemos mejorado nuestra estrategia de atención, pero sobretodo, ahora hemos entendido después de muchos años todos los que nos dedicamos a la protección civil que tenemos que trabajar de la mano para pasar de una etapa reactiva a una etapa preventiva”.
Saber actuar ante la emergencia
En su experiencia como teniente coronel y especialista en protección civil, Eduardo Vargas señaló que es fundamental para la procuración de vidas humanas que la sociedad sepa cómo actuar ante una emergencia, sobre todo si se trata de un terremoto.
Recomendó a las familias establecer protocolos de actuación para promover la “cultura de la autoprotección” y generar estrategias con sus vecinos y demás integrantes de su comunidad, integrando un sistema de comunicación alterno a la telefonía móvil, que suele fallar ante este tipo de situaciones.
“Hemos trabajado mucho en la prevención, hay una estrategia que se llama comunidades resilientes, esta estrategia, la implementación y el acercamiento hacia la sociedad poblana nos ha permitido generar, incrementar la cultura de la autoprotección, pero sobre todo, el trabajo en equipo. La situación de un sismo hace que las organizaciones de cualquier parte del estado se agrupe para atender la emergencia; primero se organizan para poner a salvo su vida y después para poco a poco regresar a las actividades cotidianas”.
Recordó que otras posibilidades a considerar son la preparación de una mochila de emergencia, en la que se guardan documentos personales y elementos esenciales para una “subsistencia inmediata”, desde una lámpara o kit de primeros auxilios, hasta productos de higiene personal o comida.
Asimismo, expuso que el número 911 siempre está disponible las 24 horas, los siete días de la semana; incluso, en situaciones de sismo, se establece un canal específico para canalizar múltiples reportes, desde daños a inmuebles hasta personas heridas o fallecidas.
“Tenemos que generar condiciones empáticas con la sociedad para que se involucre, yo creo que lo estamos generando porque también la sociedad en este momento después de una etapa pandémica o tan crítica que hemos vivido, a partir de eso, la sociedad es más consciente en torno a su seguridad”.
AFM