Vendí gorditas, diarios y soy tranquilo; solo me peleé unas 20 veces: Gerardo Márquez Guevara

Entrevista

El fiscal general de Coahuila se confiesa devoto de la Virgen de Guadalupe, deportista y amante de las rondallas, ya que desde muy joven daba serenatas; asegura que estudió abogacía para aplicar la justicia, pero eso no siempre empata con el derecho.

De no haber sido abogado, hubiera sido médico, asegura. (Manuel Guadarrama)
Brenda Alcalá
Torreón /

Su personalidad es de contrastes. Religioso, pero aficionado al entrenamiento deportivo-militar. Disciplina, orden, fe, normas. En efecto, un mundo de leyes, rodea al fiscal general de Coahuila, Gerardo Márquez Guevara.

Con música clásica de fondo, se conversa con él. Comparte su gusto por la música de rondalla y el deporte. Perteneció al grupo de Scouts de México, al Pentatlón, jugó beisbol y americano. Es también devoto de la Virgen de Guadalupe, a la que visita cada 12 de diciembre.

De familia numerosa, 12 hermanos lo comprueba, contribuía a la economía familiar desde niño con la venta de periódico y gorditas.

Nació en Torreón el 1 de septiembre de 1961 y realizó sus estudios en la Escuela de Derecho y Ciencias Sociales. Creció en el centro de este municipio entre las calles Guerrero y Leandro Valle.

¿Por qué estudiar Derecho?

Estudié Derecho porque de niño cuando era boy scout, el jefe de tropa estaba cursando la carrera y de alguna manera fue mi modelo a seguir. Más grande pensaba en defender el derecho y aplicar la justicia.

¿Es soñador el concepto?

Sí lo es. Luego nos damos cuenta de que la realidad es otra. La mayoría de los de mi generación éramos de nivel socioeconómico bajo y veíamos injusticias cuando se aprovechaban de los que menos tienen. Por eso estudié para abogado. Una vez que egresas, observas que la justicia pocas veces empata con el derecho. Por ejemplo: si alguien priva de la vida a otro es un homicidio claro, pero si el procedimiento para encarcelar al probable responsable no se realiza exactamente como establece la ley, hay sentencia absolutoria y eso, definitivamente, no es justicia para la familia del occiso.

Su niñez, ¿cómo transcurrió?

Fui muy inquieto desde chavalo. Siempre busqué actividades adicionales a la escuela, pero no porque mis padres me llevaran. Desde que estaba en quinto de primaria y hasta segundo de secundaria formé parte de los Scouts de México. Luego participé en el Pentatlón para no desfilar en mi escuela, porque querían que hiciéramos figuras gimnásticas o mover los aros, y no era lo mío. Yo desfilaba con el Pentatlón.

También en la preparatoria Venustiano Carranza de Torreón participé en Grupo Comando, que se dedicaba al entrenamiento deportivo-militar. Los viernes me iba con amigos –cuando estaba en primero de secundaria– a las márgenes del río Nazas. Mis papás me apoyaron de la forma más sencilla, porque fuimos 12 hermanos y no había posibilidades económicas.

¿Cuál fue su primer trabajo?

Vendía, con mis hermanos, gorditas que hacía mi mamá. De la venta diaria nos daba 20 por ciento, para que compraramos libros y cuadernos de la escuela. Definitivamente fue formativo. Yo creo que no hubo la forma, pero en su momento mi mamá hubiera puesto un negocio de gorditas extraordinario. Mi segundo trabajo fue vendedor de periódico en lo que entonces era La Opinión (actualmente MILENIO La Opinión Laguna), tendría como 11 años. En un tiempo comercialicé los muebles de madera que hacía mi padre, eso ya a los 20 años, y desde tercer año trabajé en un despacho jurídico.

¿Le gusta hacer ejercicio?

Desde que estaba joven caminaba. Una vez que fuimos de campamento no había camiones para regresarnos mis amigos y yo, por lo que caminamos desde los Puentes Cuates a la casa casi 35 kilómetros. Comenzamos a las 9:00 y llegamos por ahí de las 6:00 de la tarde, con todos los pies ampollados. Siempre he hecho ejercicio, camino con mi esposa y nado cuatro a cinco días a la semana. Eso me ha ayudado a bajar el estrés del trabajo. Cuando salía muy cansado de mis primeros empleos lo primero que hacía era irme a correr, no ir a descansar.

¿Era chavo peleonero, el que ponía orden o el bravucón?

De mi grupo de la facultad fui el más tranquilo. En los cinco años en la universidad me aventé unos 20 pleitos con golpe y todo. Como dice el Piporro en la canción: “Melitón pegaba y corría y si no pegaba, de todos modos corría”.

¿Qué música le gusta?

Desde sexto grado me juntaba con los amigos para dar gallo a las mamás y toqué la guitarra, pero siempre me la prestaban y tuve que modificar las notas porque soy zurdo y no podía cambiarles las cuerdas. Aprendí con el librito de la guitarra fácil, toco requinto y todo… escucho de todo, pero soy aficionado de las rondallas.

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