Aún falta por identificar a por lo menos 36 cuerpos y cuatro personas guatemaltecas que se encuentran en hospitales de Chiapas; todas víctimas de la volcadura de un tráiler en la carretera Tuxtla Gutiérrez-Chiapa de Corzo el 9 de diciembre.
Sus familiares han comenzado una peregrinación desde Guatemala para reconocerlos, ya sea por la ropa que traían ese día, características faciales, o algún tatuaje.
Algunas víctimas del tráiler pasaron desapercibidas; del accidente a la morgue, como los pacientes número 65, 66, 67 y 68, quienes apenas se les puede identificar por tener tinta en su cuerpo con forma de rosario y cruz, un anillo de plata, un pantalón camuflado o un bóxer entubado; según los registros oficiales, los cuatro murieron al momento del accidente.
Las listas de posibles víctimas circulan en redes sociales, y cada vez se hacen más confusas para los guatemaltecos que no entienden la burocracia del Estado, que hasta el momento no ha podido habilitar un sistema ágil para la identificación de los cuerpos de aquella volcadura producto del tráfico ilegal de personas, heredando la responsabilidad a la delegación de la Fiscalía General de la República (FGR), que se ha vuelto una sala de espera.
La jardinera de la fiscalía se convirtió en un camastro para Desiderio López López y Hubidio Hernández, familiares del hoy desaparecido Maynor Otoniel López López, quien no figura en ninguna lista. Todos, originarios de Tajomulco, Guatemala; no saben escribir o leer, y no tienen un lugar para dormir por lo que piden ayuda para realizar las gestiones, y advierten, no regresarán sin tener noticias de su hermano.
Lo mismo Nicolasa Huercas, quien desde hace tres días deambula por la fiscalía en busca de información. Se comunicó por última vez con su hijo Richard Levi Ordoñez, el jueves pasado a las seis de la mañana, él le dijo que abordaría un camión que lo llevaría hasta Estados Unidos.
“Yo quiero llevar esa información ya sea vivo o muerto pero yo quiero ver ese cuerpo que me lo permitan ver y yo me voy con esa tranquilidad a mi país”, cuenta a MILENIO.
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Ayer Nicolasa recorrió la misma ruta que su hijo, 12 horas y 517 kilómetros desde el distrito de Chimaltenango, hasta la colonia El Cocal, en Tuxtla Gutiérrez, y recuerda con lágrimas aquella despedida.
“Él me dijo que no se pusiera triste porque él iba a regresar algún día, iba a hacer su casa y de ahí va a regresar, pero me decía que no estuviera triste por él iba regresar esa fue las últimas palabras que me dijo… y ya no supe nada de él. Dios sabe dónde está por eso yo quiero; lo estoy buscando”, dice.
En el Hospital Jesús Gilberto Gómez Maza la relación de los pacientes de gravedad es similar, apenas se le identifica con un número, como el caso del paciente 51, registrado con el código N0ID09122021, cuyo pronostico es “reservado”. Nadie sabe su identidad.
“Trauma de alto impacto, Tce severo, trauma de tórax, tórax inestable, y hemoneumotórax izquierdo”, es el diagnóstico oficial con el que se tiene registrado.
Pero en el mar de tragedias, también comienzan a verse los salvavidas. Amalia Candelaria Cifuentes, madre de Cecilio Federico Ovalles Cifuentes, de 33 años de edad, de Malacatán, ya logró identificarlo; “Ahora sí que el poder de nuestro Dios tan grande, sabemos la verdad, estamos de paso en esta tierra… está difícil; Vine en busca de él y gracias a dios ya lo encontré”, dice.
Por lo pronto se espera que esta semana comiencen las pruebas de ADN, que se la próxima semana cuando comience la repatriación de los primeros cuerpos, mientras que a los migrantes, no les queda más que esperar, y los cuerpos cada día más irreconocibles.