Casa 2I4E se presenta como un lugar introspectivo, alejado de todo, el cual tiene sus propias reglas que se adaptan a su entorno y establece una fuerte conexión con su paisaje mediante una presencia construida casi imperceptible. Esta vivienda ofrece una experiencia de habitar mística, similar a un monasterio en la montaña, donde los habitantes pueden concentrarse hacia el interior sin las distracciones de la vida diaria.
Este proyecto, ubicado en El Jonuco en Santa Catarina, Nuevo León, fue realizado por la firma regiomontana P+ 0 Arquitectura , dirigida por David Pedroza, en una extensión constructiva de 84 m2.
La propuesta se planteó como una casa de fin de semana para una pareja en un terreno boscoso con una accidentada topografía descendente. El terreno disfruta de increíbles vistas de su entorno a pocos metros de su entrada, por lo que se decidió ubicar la construcción en esta zona para facilitar el acceso y controlar la extensión de la edificación sobre el paisaje natural.
El concepto original de la residencia estaba basado en la creación de una casa-puente, un volumen flotante sobre la cañada que conectaba dos cocheras de piedra que se soportarían en tres puntos; estos se aprovecharían para complementar el programa arquitectónico con una recámara, una escalera y un asador. Posteriormente se optó por una propuesta diferente que siguiera cumpliendo con las necesidades y deseos de los dueños.
Se trata de un proyecto que presenta una nueva posibilidad, un módulo con la capacidad de extenderse con el tiempo y de acuerdo a las necesidades de los usuarios. De esta manera, se decidió construir dos áreas interiores y convertir el espacio más grande en el área social y la cocina, y el otro en habitación principal.
La arquitectura plantea un volumen que se organiza por medio de dos espacios interiores (2I), dos volúmenes sobrepuestos, mientras que en el exterior las conexiones de la casa con el bosque generan cuatro espacios exteriores (4E), donde se puede disfrutar de la naturaleza.
El bloque inferior contiene la recámara. Un volumen semi-enterrado cuyos muros de concreto aparente generan la cochera hacia un nivel arriba. Sobre dichos muros emerge una escalera que conecta un pequeño patio con un gran árbol que funciona como entrada hacia la recámara.
Por otra parte, en el bloque superior se distribuyó una pequeña sala y comedor, con una cocina abierta hacia el área social y un baño completo, anticipándose a extensiones en el futuro. A partir de este nivel se incluyó otra escalera que conduce a la azotea, un espacio privilegiado desde donde se puede apreciar el bosque de una manera más cercana y clara.
La paleta de materiales se basa en una tendencia hacia lo mínimo, donde el concreto aparente se observa en casi todas las superficies con un acabado pulido fino. Para los pisos, también se utilizó un concreto pulido que sigue la misma línea estética de acentuar el paisaje, estableciendo una personalidad neutra.
Para las zonas exteriores, como la cochera y las terrazas, se empleó un acabado con base de piedra local con estilo rústico, continuando con el mismo concepto de neutralidad.
Esta vivienda plantea la capacidad ideal para ser un espacio del cual el usuario puede apropiarse, imprimiendo su personalidad. Una casa de fin de semana que ofrece un espacio privado alejado de la ciudad donde sus habitantes pueden vivir una conexión intensa con la naturaleza.