Con tan solo una onza de muestra, Natalia González transforma la leche materna en piezas elegantes de joyería. Aretes, dijes, anillos y hasta mancuernillas, son parte del trabajo que la emprendedora de 27 años ha logrado comercializar por todo el país y en el extranjero con clientes en España.
Con el trabajo artesanal que la toluqueña lleva a cabo desde hace 5 años, ha logrado visibilizar una práctica milenaria que sigue siendo tabú para muchos. Al mismo tiempo los padres inmortalizan esta etapa en un accesorio que a simple vista se asemeja al cuarzo, pero además lleva incrustada, literalmente, una historia de vida.
“Nunca he visto mal la lactancia, creo que es algo natural y eso me ha ayudado a defender el proyecto, a decirle al mundo que la lactancia es algo bueno y debe respetarse y defenderse”, refirió en entrevista. Cuenta a MILENIO que fue la fundadora de Joyalacta, Victoria Molina, quien le enseñó la técnica de elaboración y posteriormente le cedió los derechos de la empresa tras convertirse en mamá.
Todo inicia en redes sociales, los interesados la contactan a través de su página de Instagram, Joyalacta; posteriormente seleccionan la o las piezas que quieren del catálogo y le entregan su muestra ya sea en persona o por paquetería. Natalia procesa la leche para separar la grasa y finalmente la mezcla con resinas que le dan brillo y dureza.
La también diseñadora industrial cuenta que este trabajo ha tenido éxito aun en medio de la pandemia y aunque en primera instancia causa sorpresa por la materia prima que utiliza, los padres atesoran estas joyas debido a las experiencias que hubo detrás de su elaboración.
“A simple vista se ve sencillo, elegante, muy simple, pero lleva un peso emocional muy grande, tanto personal de las mamás, como en familia (...) Gracias a este trabajo he podido admirar muchísimo más a las mamás de lo que ya admiraba a la mía”, afirma.
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