“Me gusta la música clásica, tranquila; moderna, nada”:

El empresario se considera un apasionado del trabajo, incluso cuando se trata de apoyar el negocio de un amigo.

José Ángel García Hernández, Grupo Garel (Foto/José Luis Tapia)
Pedro Elizalde
Tampico /

La habilidad para hacer negocios empezó desde niño. 

José Ángel García Hernández (Tampico, 1947) recuerda que las primeras ventas que hizo, fueron dulces; 25 por 1 peso, que compraba en el mercado con el “domingo” que le entregaba su papá.

Cuando adolescente, y tras su experiencia en venta de caramelos y aguas frescas que le preparaban sus hermanas, ayudó a un tío en la administración de su rancho, en estación Magozal, Veracruz.

Fue casi un lustro de contacto con los asuntos del campo; algo que influyó para desear la carrera de Agronomía, aunque primero tomó un curso de capacitación en Texcoco, Estado de México, pero el destino dispondría de otra cosa.

La muerte de su papá lo devolvió al puerto. Con el ciclo escolar avanzado, la opción fue la escuela de Comercio y Administración de la UAT, donde finalmente egresó como contador público, años después estudia LAE.

La inclinación desde niño por el comercio fue determinante para desestimar oportunidades de trabajo en Pemex y CFE.

En los años setenta la actividad pesquera vivía un gran momento, abastecer la importante flota de barcos fue el motivo para crear su primer negocio: una gasolinera, a la orilla del río Pánuco, en las Isleta Pérez.

De esta manera empieza la historia de Grupo Garel, empresa dedicada a la comercialización de combustible, almacenamiento, distribución y transporte.

José Ángel García Hernández recibirá hoy la presea “Fray Andrés de Olmos”, distinción que la ciudad de Tampico entrega a quienes destacan por su solidaridad con la comunidad.

Además de empresario, García Hernández participó en el servicio público por recomendación de Eduardo Appedole, siendo tesorero de la ciudad (1972-1974) en la administración de Joaquín Contreras Cantú(+), a quien no conocía pero con el trato se generó una sólida amistad después del trienio.

“Me consideré como uno de sus mejores amigos. En épocas muy difíciles me estuvo apoyando, en la enfermedad de mi esposa, cada 15 días iba a verla a donde estaba hospitalizada. El día que él fallece me dolió mucho porque para mí, perdí a un verdadero amigo”.

También fue síndico primero en dos trienios distintos. El primero con Fernando Azcárraga como alcalde, y después con José Francisco Rábago.

Otro desempeño público fue el de subdelegado del Seguro Social, función que dice fue “la oportunidad más grande para poder ayudar al que más necesita”.

¿En qué año tuvo su primera gasolinera?

En 1972 en la Isleta Pérez ahí pegado al río Pánuco, en una zona que tengo todos los recuerdos.

Desde esa fecha, no te digo que no he dejado de ir un solo día pues he salido de vacaciones, pero días festivos, los domingos, los sábados, no he dejado de ir. 

Tenemos las oficinas del corporativo en otra ubicación, pero yo todas las mañanas y las tardes me encuentras en la Isleta, ahí en la oficina.

Me dicen que a qué voy, pero es la costumbre aunque no quiera la camioneta se dirige a la Isleta.

¿Cómo se define?

Un hombre normal, con el interés de ayudar.

La familia…

El lugar número uno. Tengo dos hijos, desgraciadamente mi esposa falleció. 

José Ángel y Yuyis son todo para mí, y sus hijos mis nietos, igualmente.

Me siento orgulloso de tener a Yuyis y a José Ángel como personas, y aparte cómo me están apoyando para que el grupo siga creciendo; los nietos, ni se diga.

¿Cuántos nietos?

Son cinco niños. El mayor tiene ya 11 años, y los menores tienen 5 años.

¿Qué tipo de abuelo es?

Sé que van a decir que soy muy mula, pero que ellos lo digan. Sí te puedo decir una cosa: los amo.

¿El momento más feliz?

Creo que cuando nació mi hijo. No sabía si iba a ser niño o niña; ahora desde antes ya saben.

¿Qué es lo que más disfruta?

El trabajo. Ayudar amigos que tienen negocios. Siempre a los jóvenes los llamó y los domingos los invitó a desayunar, a platicar, a que se sigan preparando para el futuro. 

Debemos de tener confianza en la juventud, porque México depende de la juventud.

¿Qué le emociona?

Estar conviviendo con toda mi familia, y que nos acompañe también Gloria que ha estado cerca de mí. Disfruto mucho a los niños y me gusta hacerlos enojar, esa es mi manera de ser.

¿Y qué le inspira?

Terminar los días que me queden con satisfacción. (Solo) Dios sabe cómo iré yo a terminar... pero viendo a mi familia y a mis amigos todos contentos.

¿Su deporte preferido?

Me dicen que estoy mal porque prefiero estar en la oficina, estar trabajando, en las obras viendo a los ingenieros, me creo ingeniero también. 

Me gusta el beisbol, si tengo oportunidad de asistir a un parque de beisbol o de básquet en mis viajes que hago a Estados Unidos, me gusta siempre asistir a un partido, que me lo organizan mis hijos tanto de beisbol y de básquet.

¿Qué música le agrada?

La clásica, tranquila; música moderna, nada.

¿Un cantante o canción?

Julio Iglesias.

¿Película favorita?

Todas las de Cantinflas

¿Qué comida le gusta más?

Los mariscos. Unas jaiba naturales, frescas; con una cerveza y un tequila, olvídate.

¿Qué aprendizaje le dejó su paso por el servicio público?

Que hay que ayudar tantas veces que se pueda. Tengo dentro del grupo unas personas, especialmente una que veo en el periódico algún caso especial de enfermedad, arrancó el pedacito del periódico, inmediatamente se lo doy y le digo ‘chéqueme y no diga quién soy’. Eso te llena de satisfacción, que sientes que le estás dando algo al mundo, a tu prójimo, de lo que Dios me ha ayudado.

Me levanto y me pregunto por qué me ha ayudado tanto Dios. Me ha ayudado demasiado.

¿Un deseo por cumplir?

Dejar el grupo al que pertenezco muy bien organizado, muy bien arreglado, para que siga adelante. Ver a mis nietos, ojalá los vea unos pocos años más, que ellos estén participando en la organización.



ELGH

LAS MÁS VISTAS