Un histórico paseo por Meuse, Francia

Viajes

Entre las regiones de Lorena y Alsacia, se encuentra este lugar esplendoroso lleno de cosas por descubrir.

Meuse tiene pueblos y ciudades que resultan un tesoro escondido (Luisa Fernanda Cuevas).
José Antonio López Sosa
Ciudad de México /

París

 Al noreste de París, tan solo a poco menos de una hora en el Tren de Alta Velocidad (TGV, la siglas en francés para Train à Grande Vitesse) que sale desde el aeropuerto Charles De Gaulle, está la región de Meuse, pueblos y ciudades que resultan un tesoro escondido, una Francia distinta a la que estamos acostumbrados a ver, leer y escuchar. 

Se pueden descubrir historias desde la mítica Juana de Arco, hasta el arresto del rey Louis XVI y Marie-Antoinette, deambulando por el pasado romano, las irrupciones germanas y, por supuesto, la trágica enseñanza que dejó la Primera Guerra Mundial. Para ello, hicimos un recorrido que fácilmente se puede hacer comenzando por la estación del TGV Meuse.

Commercy 

Nos tomó unos 40 minutos de paisajes en un automóvil desde la estación del TGV (Meuse) hasta llegar al pequeño pueblo de Commercy. Este tiene un palacio que fue habitado por la realeza de estas tierras y, además, es la cuna del famoso pan llamado madalena, aquí nació la tradición y llevan siglos de perfeccionamiento gastronómico. Muy cerca --a 19 km-- hay otro pueblo llamado Vaucouleurs, desde ahí salió Juana de Arco a emprender la lucha contra los británicos y el arco de esa hazaña se conserva íntegro. Esta pequeña ciudad es ahora un sitio arqueológico y un lugar de celebración y conmemoraciones. Pasamos la noche en el hotel La Madeleine, moderno y confortable con un desayuno muy al estilo francés de la región.

 Cerca de 18 km al norte está el pueblo de Saint-Mihiel, ahí nació el artista renacentista Ligier Richier. Tiene una de las bibliotecas más antiguas de Francia, fue propiedad de la orden benedictina y aún conserva libros de los siglos V, VI y VII de nuestra era. La arquitectura de su iglesia es ecléctica por las reestructuras a partir de su origen y es dedicada a San Esteban.

Bar-Le-Duc

Viajamos por unos 45 minutos hasta llegar a Bar-Le-Duc, un pueblo lleno de leyendas y hermosas casonas. Aquí hay la posibilidad de dormir en una casa construída alrededor del año 1529, se trata de la Maison d'hôtes Au Lévrier d'Argent, cuyas habitaciones y áticos conservan la estructura original de la mansión, con las bondades de la tecnología del Siglo XXI. 

Su iglesia principal es una joya de la arquitectura gótica, en sus vitrales está una rara representación de San Nicolás, el obispo turco que siglos después se transformara en Santa Claus. En el centro del pueblo, se dejan ver los viejos arcos del mercado, que siglos después fueron ocupados por gente para hacer sus casas. La arquitectura es muy renacentista y se percibe como en los siglos XVI y XVII las familias luchaban por tener la mejor fachada en las casas, como muestra de su poder político y económico.

Verdún

Una hora al norte está Verdún, una pequeña ciudad con una arquitectura privilegiada, donde a pocos kilómetros, se desarrolló una sangrienta lucha durante la Primera Guerra Mundial tras la invasión alemana. Hoy ese campo de batalla se transformó en un bosque; hay un gran memorial de la guerra y una capilla gigante con miles de restos de soldados. En esos campos de batalla existieron pueblos que jamás se reconstruyeron, como Beaumont, Bezon Vaux, Cumières, Douaumont, Fleury, Haumont, Louvemont y Ornes et Vaux. 

La ciudad tiene preciosos parques y miradores para poder observar la arquitectura, las plazas y la vida cotidiana de sus habitantes. Hay una zona con excelentes cafés y restaurantes. Nos hospedamos en un precioso hotel, Le Jardin Du Mess, justo frente al río Mosa con vistas espectaculares de la región.

Metz

Es una de las urbes más hermosas de Francia. Es curioso observar las grandes obras arquitectónicas del Sacro Imperio Germánico (a quien pertenecía la ciudad hace siglos), así como las francesas más contemporáneas. Su catedral es una de las maravillas del gótico europeo, lo mismo que su estación del tren, una emblemática estructura germánica. Pasamos la última noche del viaje en el hotel La Citadelle, que solía ser una alhóndiga para la ciudad, muy cerca de ahí está la estación Lorraine del TGV, desde donde partimos de regreso en el aeropuerto de París-Charlles de Gaulle para volver a México.


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