Sábado 10 de septiembre de 2016. América visita a Cruz Azul en el estadio Azul, el cuadro de Coapa, entonces dirigido por Ignacio Ambriz, venía de perder el Clásico Nacional con Chivas, que lo había goleado por 3-0 en el estadio Azteca. El puesto de Ambriz pendía de un hilo, tenía que vencer a La Máquina para asegurarse una semana más.
En el campo, las cosas no fluyen para las Águilas, en media hora de juego, el equipo cementero, —comandado entonces por Tomás Boy— le tiene contra la lona con un 3-0 que parece lapidario. América no ve la luz, pide la llegada del descanso para tomar aire porque se ven rebasado por los celestes.
Está a punto de iniciar el segundo tiemp; sin embargo, algo pasa en el estrecho túnel del estadio Azul, los jugadores del América salen convencidos de su vestuario de que pueden rescatar el partido, ahí se produce la arenga de un jugador. Osvaldo Martínez, el mediocampista paraguayo es el que incita a rebelarse.
Fue un diálogo muy breve que se produce justo antes de subir al campo, cuando el grupo está arremolinado el guaraní suelta una frase más o menos así “¡dale, vamos que podemos, con un gol que les metamos se cagan!”, los jugadores que están cerca asientan con un “¡vamos!”.
AMÉRICA OLÍA EL MIEDO DE CRUZ AZUL
En el segundo tiempo Cruz Azul se descompone con la expulsión de Aldo Leao al 52’. Un minuto después llega el gol del descuento de Oribe Peralta, en una pelota parada cobrada por Osvaldito. El envión anímico es de América, jugadores como Sambueza, el mismo Osvaldo y el Cepillo Peralta tratan de contagiar al equipo.
América marca el segundo al 73’; La Máquina se defiende con todo, el partido se acerca al final, Cruz Azul se arrincona sobre su área, pero Pablo Aguilar lo empata al 89’ con un cabezazo picado que vence a Corona y desata la frustración en los celestes y el júbilo en los americanistas. Y en el tiempo de compensación, el argentino Silvio Romero marca el 3-4 que le da la victoria al América.
Chuy Corona golpea el pasto y se lamenta, Ambriz es un volcán de felicidad. Osvaldo Martínez, quien fue el que lanzó esa frase en las escaleras antes de subir al campo, celebra en la banca, porque le tocó salir de cambio al minuto 77.
Ambriz salvó su puesto esa semana, América se recuperó de la goleada sufrida a manos de Chivas y Cruz Azul volvió a ser presa de sus fantasmas. En el vestuario de las Águilas se comentaba por entonces que ya sabían que la historia con Cruz Azul era siempre así.