Tuvieron que pasar 56 partidos en el máximo circuito del futbol mexicano para que Antonio Briseño viera su primera tarjeta roja.
La dura entrada del zaguero de Chivas a Giovani dos Santos desató gran cantidad de críticas que lo catalogaron como un futbolista violento. Las imágenes del ‘10’ de las Águilas sobre el terreno de juego, con tremenda herida en el muslo derecho, hacen suponer que estos señalamientos son válidos. Nada más alejado de la realidad.
Desde aquel Mundial Sub-17 donde México se coronó ante Uruguay, se veía a un joven con mucho ímpetu; poco después vino su debut en la Liga MX con el Atlas. Defendió los colores rojinegros, de Tigres y Veracruz, antes de fichar con el Rebaño para el presente Apertura 2019.
En todos esos equipos, Briseño acumula casi 60 encuentros, donde solamente ha recibido una tarjeta roja. En una posición como la de un defensor, es una estadística bastante reveladora, independientemente de los cartones amarillos, que deja claro que el futbolista no juega con ‘mala leche’ o con intensión de lesionar a sus compañeros de profesión.
“Fue una jugada muy rápida, donde me rebasó la velocidad”, confesó Antonio en un video difundido en redes sociales.
Pero estos no han sido los únicos clubes del Pollo en su carrera como profesional, ya que antes de partir a Europa, jugó en el Ascenso MX con los Bravos de Juárez, con quienes disputó 21 partidos y nunca fue expulsado.
Ya en el Feirense de Portugal, Antonio Briseño sí fue expulsado en la temporada 2017 y 2018, además de recibir otra suspensión por acumulación de tarjetas. Con el cuadro europeo, el defensor disputó 49 partidos, por lo que dicha tarjeta roja tampoco podría tomarse como referencia de un jugador violento.