Por todos es conocida la historia de superación de Lionel Messi, la manera en la que el '10' del Barcelona y de la selección argentina creció entre limitaciones económicas en su país y cómo tuvo que marcharse a la ciudad catalana para continuar con un sueño, un imposible: convertirse en el mejor futbolista que pudiera ser.
En este trayecto, en los años previos a ser el jugador que todos sabemos, habría que detenerse un momento en su estancia en el cuadro blaugrana B, en la filial que catapulta el talento de las joyas y promesas a la máxima exigencia. Ahí, apareció un nombre particular, fundamental. Durante las temporadas 2003-04 y 2004-05, Guillermo Hoyos, también argentino, fungió como el responsable de la dirección técnica del Barcelona B y entre sus grandes aciertos, estuvo el de brindarle apoyo y protagonismo absoluto al joven Leo.
Fue una identificación prácticamente inmediata. El equipo en el que destacaba Messi, también se encontraban otros que más tarde deslumbraron, como Gerard Piqué y Cesc Fábregas. Pero el armador sudamericano era sumamente especial y lo demostraba en pinceladas sobre la cancha. La dupla de entrenador/jugador tuvo 23 partidos juntos.
Hoyos fue el último entrenador formativo de Messi, antes de que Leo debutara con el primer equipo, bajo la tutela de Frank Rijkaard, a finales del 2003. Mientras al diminuto argentino le tocaba mirar al cuadro estelar desde la tribuna o más cerca, en el banquillo de suplentes, en el cuadro de Guillermo, Lionel era indiscutible, reforzando la confianza entre compatriotas.
La progresión del '10' no necesitaba de recomendaciones previas para tener continuidad: "Siempre lo he considerado el mejor, desde que lo tuve en el Barcelona B se lo dije y él lo demostró", dijo el timonel a finales de la década pasada.
"A Guille lo conozco de las inferiores del Barcelona, lo tuve como DT, fue mi papá futbolístico, me ha ayudado muchísimo desde que llegué al club y hasta ahora; en todo momento estuvo conmigo. Me enseñó cosas y me llevó a estar donde estoy (Primera División). Estoy agradecido con él y sabe bien de su importancia en mi carrera", remató Messi en una sentida conferencia, la misma donde Hoyos le alababa, ante una visita de Guillermo a La Masía. El idilio y amistad entre ambos solo fue reforzado por el tiempo y el éxito descomunal del astro.
La etapa como formador de Hoyos en el
Barcelonaterminó a mediados del 2005, cuando el club comenzó una reconstrucción de sus fuerzas básicas. Guillermo, por su cuenta, siguió su camino con la intención de convertirse, como Messi, en referente de su oficio, en el banquillo.
Su suerte y hasta el destino le llevó de regreso a Sudamérica muy pronto. Antes, entre 2006 y 2011, brindó sus conocimientos a cuatro diferentes escuadra griegas, empezando por el Aris Salónica y finalizó esta etapa al frente de Anorthosis Famagusta, de la modesta Liga de Chipre.
Siete escuadrones en cinco años, del periodo del 2011 al 2016, también comprendieron estancias breves en el Bolívar de Bolivia, la selección de este mismo país, el Once Caldas de Colombia, el Talleres de Argentina y hasta el Jacksonville Armada, un cuadro formativo en Estados Unidos…
Su relato hace una pausa, como el de Messi con su presencia, a inicios del 2017, cuando se le brindó confianza en la Universidad de Chile, donde ganó el título local del máximo circuito e incluso en abril, cuando fue cesado, Lionel tuvo un detalle de apoyo a través de Instagram, cuando el DT oficializó su salida del club azulón.