Hace varios años, los Pumas de la UNAM gozaban las mieles del éxito en el futbol mexicano. Generaban canteranos de calidad que exportaban y jugaban en selección mexicana, su estadio era un fortaleza y vencerlos era una auténtica proeza; con técnicos y extranjeros de calidad, el conjunto universitario vivía en comunión con su afición en una época que hoy parece distante.
Con la llegada de Bruno Marioni al banquillo de club capitalino, se mantiene el proyecto de la directiva encabezada por Rodrigo Ares de Parga, la cual pretende volver a la institución a los primeros planos desde aquel Apertura 2015 cuando jugaron su última Final, desde entonces, las expectativas distan mucho de la realidad.
CANTERANOS
EXPECTATIVA: El equipo busca recuperar el primer lugar en generación futbolistas que en algún momento presumió, creando la vicepresidencia de detección de nuevos talentos, para “no solo captar los que llegan al club, sino también, para salir a buscarlos”.
REALIDAD: El flujo de talento de casa se ha dado a cuenta gotas, pues desde aquellas épocas de Héctor Moreno, Pablo Barrera y Efraín Juárez (últimos hechos en CU en jugar en Europa), únicamente Jesús Gallardo – hoy en Rayados- es material de selección mayor.
SELECCIÓN MEXICANA
EXPECTATIVA: Como en antaño, los Pumas quieren volver a ser base de la selección mexicana, produciendo y contratando jugadores mexicanos de calidad que sean contemplados casi de forma infalible por el seleccionador en turno.
REALIDAD: En los últimos ocho años, solo dos jugadores surgidos de su cantera han disputado una Copa del Mundo; Héctor Moreno y Jesús Gallardo; actualmente ninguno de sus elementos es considerado material para el Tri mayor.
EL RESPETO EN CU
EXPECTATIVA: Que el Estadio de Ciudad Universitaria vuelva a ser el terror de quien lo visita, aprovechar la condición de local que como en el Apertura 2015 les permitió llegar hasta la Final. En aquel certamen ganaron siete de sus ocho encuentros en casa y anotaron 19 goles en total.
REALIDAD: El Olímpico de CU perdió peso, tanto en los tradicionales duelos al medio día como en aquellos donde se llega a jugar entrada la noche. Muestra de ello han sido los dos empates en el presente Clausura 2019, siendo más notorio el conseguido ante el Atlas cuando se tenían dos goles de ventaja.
LA GARRA Y EL ORGULLO
EXPECTATIVA: Volver a ser ese equipo aguerrido que peleaba hasta el último minuto del tiempo agregado con cualquiera que fuera el marcador, recuperar la dinámica y potencia física que asfixiaba al rival y que quedó manifiesta en aquel duelo por el título ante Tigres, donde el equipo acarició la gesta peleando hasta el último minuto con aquellos goles de Torales y Alcoba.
REALIDAD: El equipo está disperso, no había conexión entre sus jugadores y el ya cesado entrenador David Patiño. Los partidos se juegan a 45 o 70 minutos cuando hay ventaja y se conceden las suficientes facilidades al rival como para rescatar un empate con dos goles de desventaja.
TÉCNICOS DE ESENCIA AZUL Y ORO
EXPECTATIVA: Tanto futbolistas como jugadores deben sentir el ADN puma, por lo que se busca que los estrategas tengan un estrecho lazo con la institución y entiendan mejor los ideales tanto dentro como fuera del campo.
REALIDAD: Desde el 2015 con Guillermo Vázquez, seguido por Francisco Palencia y David Patiño, los Pumas han respetado esta filosofía que hoy se confirma con la incorporación de su ex goleador Bruno Marioni; ninguno ha vuelto a una disputa por el título.
IMPORTACIÓN DE CALIDAD
EXPECTATIVA: Con la proyección de fuerzas básicas como máxima de Pumas, se pretende acompañar a los jóvenes con pocos, pero exitosos, refuerzos extranjeros, los cuales son mayormente enfocados como solución goleadora.
REALIDAD: En este renglón el equipo ha mejorado su buen ojo, pues desde el Apertura 2015 han traído elementos que se consolidaron como Ismael Sosa, Matías Britos, Nicolás Castillo, Alejandro Arribas o Marcelo Díaz, aunque casi todos son vendidos pocos tiempo después. Actualmente Felipe Mora y Carlos González han realizado una labor aceptable.