Desde el Mundial de Estados Unidos, en 1994, el arco de la selección nacional ha tenido pocos herederos que, con el tiempo, han mostrado grandes cualidades bajo los tres palos, reforzando el dicho que dice que, en nuestro país, la posición de portero es una de las más competidas y sólidas en la selección mexicana.
Desde Jorge Campos, Óscar Pérez, pasando por Oswaldo Sánchez hasta el actual titular del Tri, Guillermo Ochoa, no se ha visto un portero con potencial para defender los tres palos de la selección con un físico como el que presume Raúl Gudiño, que con sus casi dos metros de altura, rompe el molde de sus colegas antes mencionados.
Aunque Raúl comenzó su carrera en selecciones dentro de las categorías inferiores, su potencial lo llevó al futbol de Europa, de donde fue repatriado por las Chivas para volverlo su arquero titular ante la salida de Rodolfo Cota. En el Rebaño se ha ido ganado el respeto de la afición gracias a las actuaciones como la exhibida en el Clásico Nacional ante el América.
Su 1.96 de altura le permitió a este ‘Goliat’ del arco tapatío alcanzar sin dificultad remates elevados que, en el caso de Jorge Campos (1.70) y Óscar Pérez (1.72), únicamente su impresionante resorte les hubiera permitido desviar, pero para Gudiño bastó con estirar sus largos brazos para que, combinado con sus reflejos felinos, dejaran a Oribe Peralta con el grito de gol ahogado en al menos tres ocasiones.
Después de ‘El Conejo’ y el ahora comentarista deportivo, vienen Oswaldo Sánchez (1.84), José de Jesús Corona (1.84) y Guillermo Ochoa (1.85), que aunque son notablemente más altos que los porteros ya mencionados, se siguen quedando cortos ante un Gudiño que mide lo mismo que el checo Petr Cech y que es tan solo tres centímetros más bajo que el belga Thibaut Courtois.
Su proceso y casi inminente llegada al Tri mayor en el proceso a la Copa del Mundo de Qatar 2022, hace de Raúl Gudiño un portero diferente a lo que el combinado nacional estaba acostumbrado, por lo menos, en el aspecto físico.