Hace unas semanas, el entorno de la selección mexicana volvió a entrar en un marasmo, la salida de Diego Cocca confirmó que la recuperación emocional y futbolística del conjunto nacional no se había dado, que se habían perdido unos meses, porque el equipo no funcionaba como se esperaba con el timonel argentino. La derrota ante Estados Unidos en la Nations League revivió los fantasmas del pasado reciente.
El nuevo Comisionado presidente de la Federación Mexicana de Futbol tomó la decisión de dar un cambio radical, porque el aficionado estaba molesto, se sentía engañado y burlado. Se fue Cocca y llegó como interino Jaime Lozano, un entrenador joven mexicano, perteneciente a la nueva camada y que tiene ideas frescas. Al Jimmy le tocó asumir en un momento bravo, con la Copa Oro a la vuelta de la esquina.
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Lozano aceptó el reto, asumió sin dudar, porque él -incluso- había presentado tiempo atrás un proyecto para estar al frente del conjunto nacional, le entró a un toro bravo y no le temblaron las piernas, es un tipo que se ha preparado, sabe lo que es vestir la camiseta verde y también ya ha dado resultados, justo con miembros de la nueva ola de futbolistas que se asoman de cara al Mundial de 2026, algunos de ellos como cabecillas del relevo generacional que se está gestando.
Cambio sustancial
Jaime no se volvió loco, al contrario, transmitió sus ideas, el equipo fue creciendo desde las bases, principios básicos, pero su discurso ha sido claro, los jugadores cambiaron el chip, se adecuaron a su idea y fueron mostrando una imagen diferente, una que no se veía en los últimos tiempos, con una nueva energía y una ambición por sanar viejas heridas.
Es cierto que se podrá cuestionar la calidad de los rivales en el torneo, pero de eso no tienen culpa Lozano ni el equipo, es lo que toca y hay que jugar, competir y ganar. Y es lo que ha hecho la selección del Jimmy, que fue de menos a más y que en la semifinal ante Jamaica alcanzó su mejor momento de los últimos meses, porque hay que recordar que el mismo equipo caribeño fue capaz de sacarle un empate a dos goles en la cancha del estadio Azteca al equipo de Diego Cocca en la Nations League.
Ante Jamaica, el rendimiento de México dejó un buen sabor de boca en muchos foros. Ya se esperaba una jornada que pudiera ser una luz en la oscuridad del pasado reciente. Jaime está empezando la reconstrucción desde los cimientos y el cambio de actitud ha sido notable, pero ahora deberá ratificarlo en la Final.
Recuperar la hegemonía
Ahora toca la Final ante Panamá. La selección mexicana es la que más finales ha jugado de este torneo, será la 15ª que dispute y buscará su 12º título. México parte como favorito, una etiqueta que en los últimos torneos no había hecho valer, pero desde el mensaje del entrenador se ha visto que hay un equipo que quiere ir paso a paso para ir fraguando un nuevo proceso.
Panamá, el rival de este domingo, tendrá su cuota de complejidad, pero lo menos que se espera del cuadro Tricolor es que mantenga el rendimiento logrado, no puede dar un paso hacia atrás, ni cambiar de actitud. El equipo del español Thomas Christiansen dio una campanada al eliminar a Estados Unidos, llegará con la moral en alto. Hace apenas unas semanas se cruzaron en la Nations League, fue una escuadra que le compitió y en muchos pasajes fue mejor que el Tricolor de Cocca.
Para Lozano, será una prueba de ecuanimidad y para demostrar que sabe manejar el ansía y el nervio, porque este campeonato puede marcar su futuro inmediato; aunque los directivos han reiterado que es interino, ya le han dado un lugar en la lista de candidatos, y ganar le puede conceder una ligera ventaja en la carrera por la continuidad.
México está en la Final, si logra el título encontrará un poco de paz, será una tregua en la crisis, es cierto que no se deben echar cohetes al cielo en caso de una victoria, pero sí se apaga un incendio y existirá una coyuntura menos convulsa. El verano inició muy caliente para la Selección Mexicana, la derrota con Estados Unidos en Nations League y la salida de Diego Cocca aumentaron la temperatura. Pero la gestión de Jaime Lozano y la conquista de la Copa Oro, pueden hacer que se recupere la estabilidad.
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