Hace 50 años, cuando la selección mexicana disputaba los Juegos Olímpicos de México 1968, había mucha algarabía por la participación del conjunto tricolor, de quien se esperaba la conquista de alguna medalla que redondeara a 10 la cosecha de preseas conseguidas por la delegación.
Sin embargo, sorpresiva y dramáticamente, el equipo que entonces dirigía Ignacio Trelles, sucumbió ante Bulgaria y perdieron la medalla de bronce frente a Japón en el Estadio Azteca.
Javier Vargas, arquero de aquel representativo mexicano, rompió el silencio en una entrevista concedida al narrador Pedro Antonio Flores, donde confesó que el pobre desempeño de sus compañeros no fue casualidad, puesto que se dejaron ganar por los rivales ya mencionados debido a unos adeudos con el equipo y diferencias con algunos directivos.
Vargas confesó que la revuelta fue liderada por “los jerarcas y cabezas del grupo”, además de contar con el apoyo de Ignacio Trelles, quien “se dio cuenta y dijo que él nos apoyaba y que estaba de acuerdo en lo que nosotros concluyéramos”.
El ‘Gato’ Vargas dijo que nunca pesaron en suspender los partidos, puesto que “había un compromiso a nivel nacional”, pero nadie quería jugar, por lo que Trelles “nos dijo ‘yo nada más les voy a decir quién quiere jugar y me levantan la mano y desgraciadamente nadie levantó la mano, todos dijimos que estábamos en el mismo paquete y dijo ‘bueno, entonces yo voy a dar una lista y el que no quiera jugar solo me dice y a ver cómo le hago para suplirlo”.
Una vez en el terreno de juego, Javier admitió que “yéndome a la cabeza de todos, dijimos ‘no pues vamos a perder’ como un desquite, entonces no jugamos bien, desde luego que no jugamos bien, nos ganaron con mucha facilidad los búlgaros”.
Para el duelo frente a Japón, el ex portero dijo que pese a la ilusión que había entre los aficionados, ellos no quitaron “el dedo del renglón”, recordando que “Vicente Pereda tuvo un penalti y él nos dijo que lo había fallado intencionalmente porque las cosas estaban de esa manera”.
Incluso reconoció que hubo mucha indisciplina al interior del grupo, pues pasaban horas en el bar de hotel, donde “emborrachamos” al psicólogo que les envió la Federación.
“Nos mandaron a psicólogos para ver si podían hacer algo al respecto, pobre del psicólogo, no hizo nada, al contrario, lo emborrachamos. Fue destrozo, desgraciadamente, pero nunca se supo”, puntualizó.