América Latina y el Caribe se ubica como la segunda región del mundo más expuesta a eventos climáticos extremos después de Asia, lo que está impactando negativamente todas las dimensiones de la seguridad alimentaria y reforzando otras causas de la malnutrición en nuestra región, ya que éstos eventos climáticos exacerban desafíos estructurales persistentes como conflictos, desaceleraciones económicas y crisis, alertó un nuevo informe de la ONU.
El Panorama Regional de Seguridad Alimentaria y la Nutrición 2024, lanzado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), destaca que al menos 20 países de América Latina y el Caribe, entre ellos México, enfrentan una alta frecuencia de tales eventos, y 14 países se consideran vulnerables porque tienen una mayor probabilidad de tener un impacto en la subalimentación debido a estos fenómenos.
"La variabilidad del clima y los eventos extremos son una amenaza para la estabilidad de la seguridad alimentaria y la nutrición”, señaló Mario Lubetkin, subdirector General y Representante Regional de la FAO para América Latina y el Caribe, Mario Lubetkin, a través de un comunicado.
Añadió que “la importancia de implementar una respuesta integral, basada en políticas y acciones diseñadas para fortalecer la capacidad de los sistemas agroalimentarios, permite anticipar, prevenir, absorber, adaptar y transformar, de manera positiva, eficiente y eficaz frente a diversos riesgos, incluyendo los desafíos asociados al cambio climático y los eventos extremos”.
Según el informe, entre 2019 y 2023, la prevalencia de la subalimentación aumentó 1.5 puntos porcentuales en todos los países afectados por la variabilidad climática y los extremos. La situación es peor en aquellos países que experimentan recesiones económicas, donde las poblaciones más vulnerables son afectadas desproporcionadamente, porque tienen menos recursos para adaptarse.
En ese sentido, el informe destaca la necesidad urgente de acelerar la acción para desarrollar la resiliencia dentro de los sistemas agroalimentarios, que son críticos para el progreso de la región hacia la eliminación del hambre y la malnutrición en todas sus formas. La sostenibilidad a largo plazo de los sistemas agroalimentarios debe ser garantizada.
Según el informe, el hambre afectó a 41 millones de personas en la región durante 2023. Esto representa una disminución de 2.9 millones de personas respecto a 2022 y de 4.3 millones de personas respecto a 2021. Sin embargo, a pesar de los avances regionales, existen disparidades entre subregiones. La prevalencia del hambre ha ido en aumento durante los últimos dos años en el Caribe, alcanzando el 17.2 por ciento, mientras que se ha mantenido relativamente sin cambios en Mesoamérica, en el 5.8 por ciento.
En cuanto a la inseguridad alimentaria moderada o grave, la región también demostró avances por segundo año consecutivo, cayendo bajo el promedio mundial por primera vez en 10 años. En total, 187.6 millones de personas en la región experimentaron inseguridad alimentaria, 19.7 millones menos que en 2022 y 37.3 millones menos que en 2021.
El informe refleja también que la inseguridad alimentaria afecta de manera más pronunciada a determinados grupos de población, como las comunidades rurales y las mujeres. La brecha de género en América Latina y el Caribe sigue siendo más elevada que el promedio global.
El desafío de la malnutrición ante la variabilidad del clima
En cuanto a la malnutrición, el reporte informa que el retraso en el crecimiento afectó al 22.3 por ciento de los niños menores de cinco años en el mundo en 2022. En América Latina y el Caribe, la prevalencia se estimó en 11.5 por ciento, significativamente por debajo del promedio mundial.
Si bien la región ha experimentado reducciones notables desde principios del milenio, el progreso se ha desacelerado en los últimos años. Por lo que la Unicef, llamó a que cualquier decisión sobre la acción climática, priorice el derecho a la alimentación y nutrición de los niños, niñas y mujeres.
"En América Latina y el Caribe, uno de cada diez niños y niñas menores de cinco años vive con desnutrición crónica. La desnutrición y el sobrepeso coexisten en la región, exacerbados por la alta exposición y vulnerabilidad climática en las comunidades más vulnerables. Esta doble carga de la malnutrición amenaza diariamente el desarrollo pleno de la infancia", afirmó Karin Hulshof, directora Regional de Unicef para América Latina y el Caribe.
En 2022, el 5.6 por ciento de los niños menores de cinco años a nivel global estaban afectados por sobrepeso, mientras que en América Latina y el Caribe la prevalencia alcanzó el 8.6 por ciento, es decir, tres puntos porcentuales por encima de la estimación global.
El informe también identifica la falta de acceso económico a dietas saludables como una cuestión crítica. En 2022, 182.9 millones de personas en América Latina y el Caribe no podían permitirse acceder a ellas. Esto marca una mejora de 2.4 puntos porcentuales en comparación con 2021, lo que significa que 14.3 millones de personas más pueden permitirse una dieta saludable.
“El sobrepeso y la obesidad son un creciente desafío en la región y un factor de riesgo clave para las enfermedades no transmisibles. Una dieta saludable es la base para la salud, el bienestar, el crecimiento óptimo y el desarrollo. La OPS posiciona la salud como piedra angular para la transformación de sistemas alimentarios, promoviendo políticas fiscales, incluyendo impuestos, políticas públicas de compra de alimentos saludables, la regulación de la publicidad, incluidos los sucedáneos de la leche materna”, indicó Jarbas Barbosa, director de la Organización Panamericana de la Salud.
También se observan disparidades entre subregiones en el acceso a dietas saludables: en el Caribe, el 50 por ciento de la población (22,2 millones de personas) no podía permitirse una dieta saludable, seguida por Mesoamérica con un 26,3 por ciento (47,1 millones de personas) y América del Sur con un 26 por ciento. (113,6 millones de personas). Por ello, se hizo un llamado a centrarse en las poblaciones vulnerables y expuestas a eventos climáticos extremos.
“El planeta se calienta y el clima se desajusta. Las mujeres y hombres de América Latina y el Caribe viven la emergencia climática en primera persona: producir alimentos, transformarlos, transportarlos y poner un plato en la mesa es más difícil en los países donde ocurren fenómenos climáticos extremos a menudo”, explicó Lola Castro, directora Regional del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas en América Latina y el Caribe.
Las agencias enfatizaron la necesidad de acelerar aún más las inversiones y acciones destinadas a crear capacidades de largo plazo para responder a la variabilidad del clima y los eventos climáticos extremos.
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