Los bomberos australianos realizaron una operación secreta para salvar los pinos de Wollemi (Wollemia nobilis), especies prehistóricas conocidas como "árboles dinosaurios", de los voraces incendios que asolan el sureste australiano espoleados por el cambio climático.
Menos de 200 de estos árboles viven en estado natural, escondidos en una garganta de las Montañas Azules, en el noreste de Sídney, afectadas por los peores incendios que se recuerdan y que asolan Australia desde hace meses.
Cuando las llamas empezaron a acercarse a finales del año pasado a este lugar de difícil acceso y único en el mundo, los bomberos lanzaron desde tanques aéreos un retardador del fuego en torno a este pequeño bosque mientras un equipo de especialistas estableció en la garganta un sistema de irrigación para proporcionar humedad al aire y evitar que fuesen pasto de las llamas.
Matt Kean, ministro de Medio Ambiente del Estado de Nueva Gales del Sur, hogar de las Montañas Azules, describió la operación como una "misión de protección medioambiental sin precedentes".
Mientras las hojas de los árboles de las orillas empezaron a ser pasto de las llamas, el bosque Wollemi quedó a salvo del fuego, dijo en un comunicado el miércoles.
Los pinos, de los que hay fósiles que tienen más de 200 millones de años, incluso son más antiguos que muchos dinosaurios, se creyó que estaban extinguidos hasta que se descubrió el bosque Wollemi en 1994.
Su emplazamiento ha sido el secreto mejor guardado para protegerlos de la contaminación que generan los visitantes.
"Las visitas ilegales siguen siendo una amenaza importante para la supervivencia salvaje de los pinos de Wollemi debido al riesgo que hay de pisotear plantas regeneradoras y de introducir enfermedades que podrían acabar con las poblaciones que quedan y con su recuperación", dijo Kean.
Se han enviado árboles de este tipo a los jardines botánicos alrededor del mundo para preservar la especie, pero la garganta de Wollemi es la única que sobrevive en estado natural.
Los incendios que asolan Australia desde septiembre, sin precedentes tanto por su duración como por la intensidad, se han cobrado 28 vidas, han destruido más de 2 mil viviendas y calcinado 10 millones de hectáreas de tierra, una área mayor que Portugal.
Cerca de mil millones de animales han muerto por el fuego llevando a muchas especies al borde de la extinción, según grupos defensores del medio ambiente.
El país disfrutaba este jueves de una tregua de las altas temperaturas gracias a las lluvias que están dejando las tormentas en el este australiano, aunque se espera el regreso del calor y la sequedad en el verano austral.
En Nueva Gales del Sur, donde se declararon algunos de los peores incendios y donde había todavía más de 30 focos sin control, llovía a primeras horas del jueves, al igual que en Melbourne, donde las tormentas del miércoles ayudaron a limpiar el aire que llegó a retrasar los partidos de clasificación para el Open de Australia, la primera gran competición de tenis del año, que se inicia este lunes.
"Las tormentas han ayudado a mejorar la calidad del aire en la mayor parte del Estado", dijo la Agencia de Protección Ambiental de Victoria. Los servicios meteorológicos pronostican lluvias hasta el fin de semana.
El 2019 ha sido el año más seco y caluroso en Australia. A mediados de diciembre los termómetros alcanzaron temperaturas de 41.9 grados.
La década de 2010 a 2019 fue la más caliente jamás observada, alertó el miércoles la ONU, confirmando el inexorable calentamiento climático de la Tierra, caracterizado por el crecimiento de los fenómenos meteorológicos extremos.
"Desgraciadamente, esperamos ver muchos fenómenos meteorológicos extremos en 2020 y en las décadas por venir, alimentados por niveles récord de gas de efecto invernadero que retienen el calor en la atmósfera", subrayó el secretario general de la Organización meteorológica mundial (OMM), Petteri Taalas, en un comunicado.
dmr