Pell, el oprobioso caso del “número tres” del Vaticano

La Aldea

Pell fue reconocido culpable, entre otros actos, de haber obligado a una de las víctimas a realizarle una felación y de haberse masturbado enfrente de la otra.

La santa sede anunció que Pell dejó de ser su tesorero. (Reuters)
Agencia AFP
Sídney / Especial /

De sacerdote en una parroquia rural a gran tesorero del Vaticano: la trayectoria ascendente de George Pell, el más alto representante de la Iglesia católica en Australia, quedó hecha trizas después de su condena por pederastia.

Para quienes lo admiraban, el cardenal, de 77 años, encarnaba, con su imponente figura y su elocuencia, la ortodoxia del catolicismo en Australia.

Pero en diciembre fue declarado culpable de agresión sexual a dos monaguillos en la Catedral de San Patricio de Melbourne en la década de 1990, cuando los niños tenían 12 y 13 años. La decisión se conoció ayer, cuando se retiró una obligación de silencio informativo respecto a su proceso judicial.

Uno de los monaguillos víctimas de Pell falleció en 2014. El otro dijo en un comunicado publicado este martes por su abogado que el proceso legal es estresante y “aún no terminó”.

“Como muchos supervivientes, he experimentado vergüenza, soledad, depresión y dificultades. Como a muchos supervivientes, me llevó años comprender el impacto que tuvo en mi vida”, dijo la víctima, que no fue identificada públicamente.

Pell fue reconocido culpable, entre otros actos, de haber obligado a una de las víctimas a realizarle una felación y de haberse masturbado enfrente de la otra.

Para hoy está prevista otra audiencia previa a la sentencia.

El prelado vivió un rápido ascenso hasta ser nombrado arzobispo de Melbourne, posteriormente de Sídney y, en 2003, fue incluido en el poderoso Colegio de Cardenales, lo que le posibilitó votar en los cónclaves en los que se eligió a los papas Benedicto XVI y Francisco.

En 2014, el papa argentino lo eligió para lograr una mayor transparencia en las finanzas del Vaticano, convirtiéndose en número tres de la Santa Sede.

Sin embargo, su reputación se vio perjudicada en los últimos años por las acusaciones de graves delitos. Él negó firmemente que hubiera encubierto abusos cometidos por curas en el estado de Victoria, en el que trabajaba.

Una investigación nacional sobre la respuesta institucional que se dio a los abusos sexuales contra menores en Australia entre 1950 y 2010 concluyó que siete por ciento de los curas habían sido acusados de actos de pederastia, pero esas acusaciones no dieron lugar a ninguna pesquisa.


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