De buen semblante, con el rostro sonriente, Joe Biden volteó hacia la nube de reporteros que lo acechaba, al término de un evento primaveral en el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca, para preguntarle sobre el lanzamiento de su campaña de reelección para los comicios presidenciales del 2024.
“Ya les dije que planeo lanzarme. Les dejaré saber muy pronto”, declaró en el tradicional estilo Biden, siempre dejando un margen de maniobra ante un posible cambio de opinión de último momento, uno de los sellos de la casa, a pesar de que sus ayudantes tienen listo todo para un anuncio en la mañana del martes.
Será en todo caso un lanzamiento “suave”: un video de menos de dos minutos de duración grabado por Biden el pasado fin de semana en Delaware, donde compartirá su visión para un segundo mandato y sus contrastes con los republicanos, así como un sitio web para iniciar el maratón de recaudación de dólares electorales.
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Hasta hace unas semanas, Biden y su equipo carecían de un sentido de urgencia para hacer el anuncio oficial, toda vez que no enfrentan competencia interna y Trump estaba atascado en un pantano legal.
Sin embargo Trump logró convertir sus problemas con la justicia en una máquina de recolección de fondos de campaña y dejar atrás al gobernador de Florida Ron DeSantis.
Pero el mayor enemigo de Biden no es ni una repetición de la batalla contra Trump (todas las encuestas colocan al presidente demócrata como amplio favorito), ni la meta de recaudar los 2 mil millones de dólares que se estiman necesarios para una carrera presidencial competitiva, sino su edad.
A sus 80 años es el presidente más veterano en la historia de los Estados Unidos, de ganar ocuparía el Salón Oval a los 82 y dejaría su segundo mandato a los 86 años de edad. Por comparación, Trump es cuatro años menor.
Un sondeo de la cadena ABC muestra que la mayoría de los votantes no desea ni que Biden ni Trump repitan en la puja por la presidencia. Siete de cada 10 no quieren a Biden y seis de cada 10 no quieren a Trump. Un 48% de los inconformes mencionó la edad como la principal razón para preferir caras frescas.
A favor de Biden opera sin embargo un dato clave: aunque los votantes demócratas preferirían ver un relevo generacional en las riendas del partido, la mayoría de los militantes planea votar a favor de Biden en caso que anuncie su campaña de reelección y no enfrente competencia interna.
Otro punto a su favor es que, a diferencia de la situación de Barack Obama en 2012, Biden no sufrió un descalabro en sus elecciones intermedias, sino por el contrario, fue capaz de neutralizar la “marea roja” republicana y ha logrado mantener a raya a su facción más radical.
Biden enfrenta otros retos políticos en el horizonte, incluido recuperar el apoyo del crucial electorado latino, que podría ser definitorio en una elección apretada, donde un puñado de los estados “columpio” -que se pueden inclinar a un lado o a otro. -podría definir el desenlace de la elección.
Aunque los votantes latinos ayudaron a los demócratas a mantener el control del senado en las elecciones intermedias, los republicanos han logrado acrecentar su apoyo entre hispanos, algunos de los cuales resienten que Biden no ha asignado suficiente capital político a apoyar una reforma migratoria y ha adoptado políticas similares a las de la Era Trump.
Acaso esa fue una de las razones por las que Biden decidió designar a la mexicana americana Julie Chávez Rodríguez, nieta del líder de los derechos civiles César Chávez, como su coordinadora general de campaña presidencial.
aag