Nadie puede olvidar la pasión del ex presidente francés Jacques Chirac por el mundo oriental, su conocimiento de China y Japón y la mutua admiración entre el primer ministro Jean Pierre Raffarin y Pekín.
De esta voluntarista atracción fatal nació el P4 de Wuhan, un laboratorio apto para la guerra bacteriológica si había malas intenciones, pero que Francia exportó para que China pudiera combatir sus reiteradas epidemias con científicos franceses.
Esas instalaciones hoy están en el corazón de una disputa sobre el origen del coronavirus que está conmoviendo al mundo.
Las redes sociales insisten en que el covid-19 se escapó de este laboratorio de virología, cuya sigla hace una referencia a “los patógenos de clase 4”, los microorganismos más peligrosos de un virus.
Internautas del mundo entero diseminaron el rumor y buscaron desautorizar la teoría china de que estaba vinculado a los murciélagos de un sucio mercado de animales silvestres de la ciudad de Wuhan.
A esta teoría del complot se sumó el premio Nobel y descubridor del sida, el profesor francés Luc Montaigner, que cree al covid-19 una producción humana, obra de un biólogo molecular que unió al SARS-COV-2 con el virus del sida.
Más concretos, los servicios secretos europeos y estadunidenses creen que puede tratarse “de una infección accidental de un empleado”.
Pero lo cierto es que hasta ahora China ha impedido toda investigación en el terreno, la llegada de los especialistas de la Organización Mundial de la Salud o de científicos extranjeros a Wuhan.
Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos sostienen que China deberá responder “preguntas difíciles” post-virus.
Cuando se adoptó la decisión, en Francia generó enormes tensiones entre el gobierno de Chirac y sus científicos, que siempre consideraron que se estaba entregando a China un laboratorio apto para la guerra bacteriológica y sin control.
El laboratorio se terminó en enero de 2015 y se puso en marcha en enero de 2018. Comenzaron los incumplimientos. Los 50 investigadores franceses que debían trabajar en el P4 de Wuhan durante 5 años jamás fueron.
Los chinos quedaron a cargo del proyecto. El diario The Washington Post informó hace dos semanas que en enero de 2018 los miembros de la embajada de Estados Unidos en Pekín habían alertado que no había suficientes medidas de seguridad en el P4.
Señaló que investigadores vendían los animales de experimentación en el mercado de Wuhan. Otros tiraban los test de laboratorios en las cañerías sin tratamiento para la basura biológica.
El resultado es que ha quedado al descubierto la falta de autonomía sanitaria de occidente frente a China. La próxima victima del coronavirus será la globalización.
ledz