Las recomendaciones de la Generalitat de Cataluña para restringir la hospitalización de los enfermos provectos y con patologías preexistentes graves en Cataluña han circulado entre el personal sanitario. Dos profesionales de equipos de emergencias descartan a este medio seguir al pie de la letra las sugerencias, sobre las que el Govern niega que impliquen limitar terapias o que falten recursos para todos los infectados por coronavirus.
"No voy a dejar que una persona de 30, 50, 70 u 80 años muera mal porque no haya un respirador. Subiré al paciente a la ambulancia si es necesario, lo trasladaré a un centro sanitario y ahí decidirán. Me podrán llamar irresponsable y que saturaré el sistema, pero no voy a dejar a nadie en casa que pueda morir", responde un empleado de una compañía de transporte sanitario contratada por el Departamento de Salud.
El trabajador aclara que "normalmente" se hospitaliza, a menudo consensuándolo con una central de coordinación facultativa. "Mi decisión siempre va a ser trasladar, a no ser que tenga 98 años y al pobre le haya llegado su hora. Para que se muera en un hospital sin que nadie le coja la mano, me pongo mascarilla y guantes y me quedo a su lado hasta que fallezca. Con una buena sedación no tiene por qué sufrir", comenta.
"Se está limitando la asistencia porque están colapsados. Si en una zona hay colapso total lo limitan mucho más y envían a médicos de atención primaria", asegura una enfermera, que esgrime que "los protocolos están para orientar pero también para saltárselos cuando sea necesario".
"Si una persona de una residencia supera la edad establecida pero sus condiciones son buenas no lo dejaremos allí. El código ético se lo genera cada uno", sostiene, a la vez que recalca que "nadie queda desatendido".
"Lo que pasa es que la agresividad de la atención es una u otra porque, con 200 respiradores y 400 enfermos, tienes que decidir a quién se los pones", dice.
¿Muerte en casa como mejor opción?
"No hay ninguna limitación, el sistema de salud está incrementando el número de camas. Se intenta que cada enfermo reciba la opción terapéutica más adecuada según criterios técnicos y éticos, y teniendo en cuenta la opinión del enfermo y su entorno", defiende Xavier Jiménez, director médico del Servicio de Emergencias Médicas, que ha redactado las indicaciones.
Niega que se deba a la saturación hospitalaria que el documento postule que "la muerte en casa es, en este momento, la mejor opción". "Aunque tuviéramos siete millones de camas, los enfermos terminales no se beneficiarían de ingresar en UCI. A muchos solo les alargaría la agonía".
Los trabajadores conceden en que se dan casos en que la hospitalización no es aconsejable. Señalan el peligro de que una persona frágil de base y sin positivo confirmado en Covid-19 acabe contagiándose al ingresar. "Si la atención primaria se reforzara, se podrían hacer tratamientos en casa y evitar riesgos y saturaciones", afirma el sanitario.
"Los abuelos están mejor en la residencia que en el hospital. Están en sillas o butacas porque se han acabado las literas y, con un montón de pacientes, no puedes atenderlos como necesitan", observa la enfermera.
Jiménez esgrime que el criterio médico prevalece sobre los consejos. Apunta que las pautas no difieren a las previas a la pandemia, aunque se han actualizado "por el incremento del número de enfermos en los que se deben tomar decisiones".
Añade que se plantea a los equipos de emergencias no mencionar la falta de camas por carecer de "herramientas para decidir si se debe ingresar en la UCI" y "transmitir confianza o esperanza en vez de miedo".
grb