Ni la entrada de medidas más duras de confinamiento, los llamados al autocuidado y ni un cuarto ministro de Salud asignado por Jair Bolsonaro, el presidente más reticente en asumir los riesgos del covid-19 en Sudamérica, no han frenado una nueva ola de contagios en Brasil que está golpeando de forma cruel y constante principalmente a los hospitales, donde ya están en el colapso ante el ingreso diario de nuevos casos por coronavirus.
Medios como CNN ya han reportado que hasta el domingo, en 21 estados y el distrito federal, la tasa de ocupación en las unidades de cuidados intensivos (UCI) estaban sobre el 80 por ciento, de ese mismo número hay 14 que se encuentran bordeando el colapso al momento en que ya tienen una ocupación que pasa el 90 por ciento.
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La situación hospitalaria no está fácil, más aún cuando los seguidores del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, han protagonizado en los últimos días una serie de protestas contra las autoridades locales. Entre esos casos están Sao Paulo, Río de Janeiro, Brasilia y Belo Horizonte, donde se han aplicado medidas restrictivas impuestas por los gobiernos regionales para frenar la pandemia del covid-19.
Es precisamente en Sao Paulo donde el rápido incremento de las hospitalizaciones por covid-19 obligó al gobierno de ese estado a pasar de la llamada "fase roja" de su plan de confinamiento a una "fase de emergencia", todavía más rígida, aunque sin llegar al extremo de la cuarentena aplicada en algunos países europeos.
En esta nueva etapa más restrictiva, Sao Paulo suspendió las actividades colectivas de carácter religioso y deportivo, cerró las tiendas de materiales de construcción y prohibió el acceso a las playas, que habían registrado una gran afluencia de público en las últimas semanas.
Asimismo, el gobernador de Sao Paulo, Joao Doria, anunció este lunes un nuevo hospital de campaña en la capital del estado que contará con 180 nuevas camas, de las que 50 serán de terapia intensiva.
Doria volvió a cargar duramente contra el presidente ultraderechista Bolsonaro, al que tildó de "negacionista" y "mito de la muerte" por su cuestionada gestión de la pandemia.
"Brasil se convirtió en una vergüenza mundial (...) El país se transformó en una amenaza para la salud del mundo y quien está pagando la factura somos nosotros, los brasileños", reiteró.
En números absolutos, Sao Paulo, motor económico y región más poblada de Brasil, con 46 millones de habitantes, es el estado del país más golpeado por el covid-19, al contabilizar 2.2 millones de contagios y 64 mil 123 muertes relacionadas con la enfermedad.
Sao Paulo ha superado recientemente su máximo diario de fallecidos y se acerca peligrosamente al colapso de sus hospitales públicos, que tienen casi el 90 por ciento de las camas de terapia intensiva ocupadas.
Este agravamiento de la pandemia coincide con la circulación de nuevas variantes más transmisibles, entre ellas una detectada por primera vez en Brasil, denominada como P.1 por los especialistas.
El cuarto ministro de Salud en menos de un año
Bolsonaro designó ayer al cardiólogo Marcelo Queiroga como ministro de Salud, el cuarto en menos de un año, en momentos en que el sistema sanitario está al borde del colapso por la pandemia del coronavirus que ya ha dejado 11.5 millones de casos y casi 278 mil muertos por covid-19.
"Fue decidido ahora en la tarde designar al médico Marcelo Queiroga para el ministerio de Salud", dijo Bolsonaro a sus simpatizantes frente al palacio de Alvorada, su residencia en Brasilia.
Precisamente, en esa misma jornada, el mandatario criticó las políticas de restricción al movimiento e insinuó a sus seguidores que está estudiando medidas para resolver la situación.
"Pueden tener certeza que todo lo que se pueda hacer de forma legal, lo haré. Brevemente tendremos las consecuencias de lo que está sucediendo, quédense tranquilos", dijo Bolsonaro al grupo, que participó em una manifestación a favor del presidente y en contra de las medidas para el cierre de servicios en Brasilia.
Este discurso del presidente brasileño se realizó mientras centros médicos reportan a CNN una atención del "132 por ciento de ocupación", como es el caso de Hospital das Clinicas de Porto Alegre, al sur de la nación.
La situación al norte tampoco es muy diferente, hay servicios médicos que ya llegan al 97 por ciento de su capacidad de atención. Aunado a eso, también están los reportes de la falta de oxígenos para los pacientes que requieren de respiración asistida por el coronavirus.
En una de sus últimas intervenciones como ministro de Salud, Eduardo Pazuello, alcanzó a informar ayer la compra de 100 millones de dosis de la vacuna contra el coronavirus de Pfizer y BioNTech, aunque éstas serán entregadas hasta septiembre, las cuales se suman a un lento plan de inoculación contra el covid-19 que está llevando el país más grande en población y territorio de toda Sudamérica.
OMZI