No fue fácil, no fue rápido ni fue plenamente satisfactorio para todos, pero tras una batería de fracasos consecutivos, este jueves los ministros de Economía y Finanzas de la UE lograron por fin ponerse de acuerdo en los detalles de la primera red de seguridad comunitaria contra los efectos del coronavirus. Hasta 550 mil millones de euros en líneas de liquidez para los Estados (a través del Mecanismo Europeo de Estabilidad), las empresas (mediante el Banco Europeo de Inversiones) y para evitar despidos masivos, usando el Sure, un mecanismo propuesto la semana pasada por la Comisión Europea. Es, eso sí, únicamente la primera línea de defensa, hasta que se logre definir un Plan de Reconstrucción, un Plan Marshall más adelante, para el que no hay aún un diseño, cuantía estimada o un instrumento de movilización favorito. Ni entendimiento mínimo para pagarlo con deuda conjunta.
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Tras disolverse abruptamente el miércoles por la mañana, tras una noche en vela, la cita era de nuevo a las 17.00 del jueves. Sin embargo, los trabajos técnicos y los intercambios entre las partes más soliviantadas forzaron un retraso hasta las seis, las siete y finalmente hasta las 21.30, ya con un texto respaldado por todos los grandes actores. Los ministros no querían un nuevo papelón, y la consigna era negociar en la sombra hasta que las diferencias dejaran de ser insalvables. Y sólo entonces sentar frente a las pantallas a los titulares. Y funcionó, porque en poco más de media hora cerraron la sesión aplaudiendo.
“Hemos puesto sobre la mesa los bonos europeos, quitado la condicionalidad del Mede y damos al Consejo Europeo una propuesta ambiciosa. Pelearemos para hacerla realidad”, se felicitó con un mensaje en clave de política nacional el ministro italiano, Roberto Gualtieri. En línea opuesta, su colega holandés, Wupke Hoekstra, anunciando un paquete ambicioso y recordando que aunque “no hay condiciones para los gastos sanitarios”, sí hay algunas para los demás. “Es justo y razonable”, pero “Estamos y seguiremos estando contra los eurobonos”, avisó. “Un gran día para la solidaridad europea”, afirmó el alemán Scholz.
La salida fue de la única forma posible. Peleaban desde hacía días por unas pocas palabras. Suprimir la demanda holandesa de condicionalidad macroeconómica para las líneas de crédito del Mede a cambio de que no hubiera menciones explícitas en el pacto a Eurobonos o emisiones conjuntas.
Era la línea de actuación que intentaron en vano Francia y Alemania el martes y que al final, tras mucho sudor y con una cesión de todos, pero en particular los hanseáticos, se logró. En realidad, el 95% del trabajo estaba hecho desde el fin de semana. Las líneas generales estaban perfiladas, pero la clave eran los detalles y las conexiones entre la primera fase, esa “triple red de seguridad” según Nadia Calviño, y la Reconstrucción mancomunada de alguna forma. Para contentar a todos, el acuerdo contempla que el presidente del Eurogrupo, Mario Centeno, remita una carta a los líderes europeos indicando que hay algunos miembros, pero no todos, que quieren Coronabonos. Parece absurdo, porque eso lo saben todos, pero estos documentos forman parte esencial de los procedimientos de la UE, de los trámites que conforma las reuniones del Consejo, elementos que sientan base y se consolidan y citan. Con peso político y a veces legal.
“Hemos respondido a la petición de nuestros ciudadanos. Hay propuestas ambiciosas, impensables hace unas semanas. En otras crisis fue demasiado poco y demasiado tarde, esta vez es diferente. Casi el 3% del PIB en medidas fiscales, liquidez por el 16% del PIB. Si combinamos las cantidades hablamos de billones de euros”, afirmó el portugués.
LA CIFRA
550 mil millones de euros en líneas de liquidez para los Estados.