Después de tres semanas, y solo tras la advertencia de que escalarían sus protestas, el primer ministro Binyamin Netanyahu accedió el domingo a recibir a miembros del Foro de Familiares de Secuestrados y Desaparecidos, y escuchó sus demandas: cese al fuego y hablar con la milicia Hamás para aceptar su propuesta inicial, conocida como “todos por todos”: la liberación de todos los rehenes a cambio de la de todos los palestinos prisioneros de Israel.
Netanyahu y su ministro de Defensa Yoav Gallant expresaron su compromiso de poner como prioridad el rescate con vida de los 239 cautivos y unos 40 desaparecidos. Y después, en su primera comparecencia ante la prensa en estas mismas tres semanas, anunciaron que los ministros del Gobierno acordaron “unánimemente” expandir las operaciones militares en Gaza. Las mismas que, denuncian los familiares, ponen en peligro las vidas de los retenidos.
El lunes, Hamás difundió un video en el que tres mujeres rehenes –Yelena Tropanov, Danielle Aloni y Rimon Kirscht– le exigen a Netanyahu actuar para que las liberen “ahora, ahora, ahora”.
Movimiento de protesta
A las 3 de la mañana del sábado 14 de octubre, justo una semana después del ataque de la milicia extremista Hamás contra áreas de Israel cercanas a la franja de Gaza, Avichai Brodetz se sentó en una silla de plástico junto a una de las entradas del cuartel general del ejército israelí, solo acompañado por su perro. Vestía una playera y shorts, usaba unos zapatos crocs, en la mano derecha sostenía un vaso de cartón para café y sobre el regazo, mostraba un letrero que decía, simplemente, “mi familia está en Gaza”.
Un kibbutz es una comunidad de granjeros inspirada en principios socialistas.Cerca de Gaza, hay una serie de kibbutzim conocidos por su activismo a favor del diálogo con los palestinos. Varios de ellos perdieron a gran parte de sus miembros, entre asesinados y secuestrados. Unas 73 personas, sobre un total de 400, en el de Kfar Aza, donde vivía Brodetz.
Y otras fueron secuestradas. Incluidas su esposa, Hagar, y sus tres hijos, Ofri, Yuval y Oria.
El hombre de 42 años, campesino y estudiante de enfermería, llamó la atención por su impasividad.“Si pudiera, lloraría ahora”, le dijo a alguien que preguntó. “Quisiera que algo me ayudara a llorar en este momento”. Por días, se había preguntado qué hacer para generar presión pública hasta que, el viernes por la noche, en pleno shabbath, no pudo más y viajó a Tel Aviv.
Para las 10 de la mañana, ya se habían sumado a él 30 amistades y gente solidaria. Empezaron a llegar familiares de más cautivos. Por la tarde, la multitud de gente furiosa era tan grande que a las 14:30 llegó un camión con bloques de cemento para formar un muro de protección, pero la gente impidió que los colocaran.
Sin proponérselo, estaban creando lo que ya es el movimiento social más influyente de Israel. Uno que el propio primer ministro, en el poder desde 1996, no sabe cómo enfrentar.
Desaparecidos
Once días después, la protesta ha cruzado la calle, de dos sentidos y dividida por un camellón con césped, para establecerse en la explanada del Museo de Arte de Tel Aviv, a la que le cambiaron el nombre para llamarla “Plaza de los Rehenes y los Desaparecidos”.
Es el espacio necesario para una tienda, donde niños escriben pensamientos para los desaparecidos en un rollo de manta sobre el sueloy familiares de los rehenes hacen guardia; para la larguísima “Mesa Vacía de Shabbath”, con botellas de vino, 203 platos con juegos de cubertería e igual número de lugares vacíos que recuerdan a cada uno de los que faltan (la cifra se actualizó a 222); y para un panel en el que han colocado fotografías de los que deben regresar con bien.
Ahí aparece la mexicana Ilana Gritzewsky, de 30 años. Falta, en cambio, el compatriota Orión Hernández, también de 30. Hay una niñita bella, cuyos ojos grandes y oscuros están enmarcados en una diadema de color rosa, Aviv Katz Asher, de solo 2 años. También están Yuval, de 8, y Oria, de 4, hijos de Avichai; Kfir Bibas, de solo 9 meses; Shani Louk, la amiga de Orión de 22 años cuyo cuerpo desmadejado sobre una camioneta se ve en un video; Hersh Goldberg-Polin, de 23; y el matrimonio de Yocheved (85) y Oded Lifshitz (83).
Oded continúa retenido. Yocheved, en cambio, fue liberada con otra mujer mayor, como una muestra de voluntad de negociación. El martes 24, ella compartió con la prensa sus momentos de terror –“crucé el infierno”– pero también que, al llegar a Gaza y recluirla en un salón subterráneo con unas 25 personas, les dijeron que eran creyentes del Corán y que no les harían daño, les dieron los mismos alimentos que los captores comían y les procuraron atención médica.
El gobierno expresó su molestia porque estas declaraciones daban una no tan mala impresión de Hamás. Algunos familiares estuvieron de acuerdo. Pero a otros les dieron esperanza de que sus seres queridos estuvieran no bajo maltratos y torturas, como se temía, sino en condiciones para resistir lo que se prevé como un largo cautiverio.
Entre Hamás y Netanyahu
Largo y extremadamente peligroso. Aunque Netanyahu había asegurado que trataba de localizar a los rehenes para rescatarlos, los parientes denunciaban que esa no es la prioridad de las autoridades pues las operaciones militares y el bloqueo de agua y alimentos amenazan con acabar con las vidas no solo con la población de Gaza, sino también con las de los dos centenares de cautivos: se encuentran atrapados entre Hamás y Netanyahu.
La milicia actualizó, el 26 de octubre, la primera cifra de “prisioneros” que habrían muerto a consecuencia de los ataques israelíes: pasó de diez a “aproximadamente 50”.
“No sé dónde están mis hijos y me matan de miedo los bombardeos”, comparte en la tienda de la explanada Mirit Regev, madre de dos jóvenes, Maya e Itay, que habían ido a la fiesta rave Nova (donde también desaparecieron Orión y su amiga Shani) y que, en un infructuoso intento de escapar en coche, lograron llamar por teléfono: “¡Papi, me están disparando!”, gritó Maya antes de que se cortara la comunicación.
Los familiares recuerdan a los grupos de buscadoras de México: es gente de componentes sociales y políticos extremadamente diversos, unida tan solo por la desaparición de los suyos. En el país latinoamericano, el tiempo ha dado lugar al alivio de las diferencias y el reforzamiento de los lazos, en pos del objetivo común. Aquí, todo es reciente, intenso, angustioso, incierto y sorpresivo.
Unos temen ofender a Bibi, como llaman al primer ministro simpatizantes y opositores por igual. Les preocupa la politización de su causa porque creen que podrían ser tomados por antagonistas del gobierno.
Otros señalan que el primer ministro ni siquiera quería recibirlos. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, sí se reunió desde los primeros días con parientes de sus compatriotas secuestrados en Gaza. Pero ni el jefe del gobierno israelí ni su ministro de Defensa aceptaban verlos. Para el creciente sector que expresa su inconformidad, esta tragedia es resultado de la política de confrontación sostenida por Netanyahu desde 1996, de que haya escogido invertir en costosísimos sistemas de defensa -que fracasaron- en lugar de buscar una solución política.
“Hicieron explotar la barrera electrónica, esa barrera especial que costó 2 mil 500 millones de dólares y que no sirvió para nada”, dijo la señora Yocheved Lifshitz.
“Bibi a la cárcel”, pide Yiftach Cohen, que tiene a cinco parientes cercanos secuestrados, incluidos dos niños pequeños. “No espero nada de este gobierno, que no le habla a la gente y sigue saqueando el país”.
“Lo primero es que nos den a nuestros hijos”, concluye Mirit Regev. “Luego, que hagan lo que quieran”.
Acuerdos ya
La lucha de los familiares empieza a calar en la sociedad. Una encuesta dada a conocer el viernes 27 indica que, en el transcurso de ocho días, el apoyo a una inmediata invasión terrestre de Gaza cayó del 65 al 29 por ciento. Aunque la operación terrestre ya empezó, de manera limitada por el momento, ahora un 49 por ciento considera que “hay que esperar un poco” y un 22 por ciento está indeciso.
“Imagínense ustedes sentados en túneles por 20 días. Quizás sin electricidad, agua o aire”, dijo Malki Shem-Tov, padre de Omer, de 21 años, en una rueda de prensa, en la que los familiares dijeron basta: “Son 20 días en los que nos piden tener paciencia. Ya no vamos a esperar. Imaginen que son sus hijos esperando que los saquemos de ese infierno. Piensen ahora cómo los van a sacar ¡hoy, hoy, hoy!”
“Le he dedicado mi vida entera al Estado”, reclamó Eyal Eshel, padre de Roni, un joven de 19 años que presta el servicio militar. “También le dediqué mi primogénito Roni al Estado de Israel. No me den la espalda, toda nuestra paciencia se agotó”.
“Ahora vamos a tomar acciones”, era el mensaje general del Foro de Familias.
“Llamamos al Estado de Israel a no abandonarnos. Si los rehenes no regresan, entonces tenemos un problema existencial”, sostuvo Ditza Or, madre de Avinatan Or, secuestrado en la fiesta rave de la que también se llevaron al mexicano Orión. “Llamo a los gobernantes de este país… no los llamo líderes porque no nos lideran. Esto no es cosa de derechas o de izquierdas. Si no los traen de regreso, su lugar está en el basurero de la historia”.
“Exigimos que el gobierno nos diga esta noche cómo planean traerlos de vuelta hoy”, cerró la conferencia Meirav Leshem Gonen, madre de Romi Gonen. “Vamos a escalar la lucha, ya no esperaremos a ser conducidos, ¡vamos a conducir la lucha!”
El sábado 28, los familiares rompieron la pausa religiosa del shabbath para marchar exigiendo que Netanyahu y Gallant se reuniesen con ellos de inmediato. Al ser simplemente ignorados, pues ni siquiera les enviaron algún mensaje, se declararon en plantón permanente en la puerta del cuartel general militar, hasta que “vengan con respuestas claras sobre cómo planean traer a los rehenes con buena salud”.
Netanyahu y Gallant los recibieron y escucharon, y les prometieron atender sus demandas, para después decirle a la prensa que iban a hacer dos cosas que parecen incompatibles: traer a los rehenes y expandir las operaciones militares. En particular, mencionaron que atacarían la red subterránea de Hamás. La de los túneles en los que la rehén liberada Yocheved Lifshitz estuvo retenida con decenas de cautivos.
Para beneficio de Netanyahu, el lunes el ejército israelí se apuntó un éxito al lograr la liberación de la joven soldado Ori Megidish en una operación nocturna.
Pero faltan 238 y los familiares no se dejan convencer de que de esta forma rescatarán con vida a todos. Afuera del cuartel general, mantienen la protesta con carteles que dicen: “¡Acuerdo sobre prisioneros ya!”
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