El Congreso chileno, ubicado en la ciudad Valparaíso, suspendió ayer sus actividades tras los enfrentamientos entre manifestantes y la policía que se suscitaron cerca del perímetro.
El presidente de la Cámara, Iván Flores, ordenó la suspensión de las sesiones, después de que un grupo de manifestantes se ubicara en el frontis del edificio y generara disturbios, en el marco de una masiva marcha ciudadana.
A la par de este contingente, en la capital Santiago, casi un millón de personas inundaron todas las avenidas hacia la céntrica plaza Italia, exigiendo reformas de un sistema económico que consideran desigual y coreando lemas contra el gobierno por afrontar con militares el estallido social.
Pese a ser una marcha pacífica, se registraron algunos enfrentamientos frente a La Moneda, sede del gobierno, donde las fuerzas de seguridad lanzaron agua, gases lacrimógenos y balas de goma para dispersar a los manifestantes.
Estas manifestaciones contra el presidente Sebastián Piñera cumplieron una semana, desde que estallaran con virulencia en la noche del 18 de octubre, dejando hasta el momento 19 fallecidos, cinco de ellos extranjeros.
A la par, la Oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) anunció el envío de una misión el lunes para investigar las denuncias sobre violación y abuso.
Piñera decretó el sábado pasado un “estado de emergencia” que sacó a los militares a las calles por primera vez desde la vuelta a la democracia en 1990.
Por separado, la Organización de los Estados Americanos (OEA) encabezada por Luis Almagro, denunció una “desestabilización” orquestada por Venezuela y Cuba en la zona, empezando por Colombia y Ecuador y ahora también en Chile.