El Papa Francisco dijo el viernes que el coronavirus puso a todas las personas "en el mismo bote", durante un dramático y solitario servicio de oración en la Plaza de San Pedro, e instó al mundo a ver la crisis como una prueba de solidaridad y un recordatorio de valores básicos.
"Una espesa oscuridad se ha acumulado sobre nuestras plazas, nuestras calles y nuestras ciudades", dijo, hablando desde los escalones de la Basílica de San Pedro hacia una plaza completamente vacía y lluviosa antes de entregar una bendición "Urbi et Orbi" -a la ciudad y al mundo- extraordinaria.
"Se ha apoderado de nuestras vidas, llenando todo con un silencio ensordecedor y un vacío angustiante que detiene todo a medida que pasa; lo sentimos en el aire ... Nos sentimos asustados y perdidos", remarcó.
El Vaticano calificó al servicio como "Una oración extraordinaria en tiempos de pandemia", un eco sombrío de un anuncio de funcionarios italianos minutos antes de que el número de muertos por coronavirus en el país había aumentado por encima de los 9.000.
En Estados Unidos, el número total de infecciones ha superado las 85.000, lo que lo convierte en el líder mundial en casos confirmados.
El Papa Francisco dijo que el virus había expuesto la vulnerabilidad de las personas "a esas certezas falsas y superfluas en torno a las cuales hemos construido nuestros horarios diarios".
Elogió a los médicos, enfermeras, empleados de supermercados, limpiadores, cuidadores, trabajadores de transporte, policías y voluntarios, diciendo que ellos, y no los ricos y famosos del mundo, están "escribiendo los acontecimientos decisivos de nuestro tiempo".
Francisco caminó bajo la lluvia hasta un dosel blanco en los escalones de la basílica y habló sentado en soledad ante una plaza donde normalmente se reúnen decenas de miles de personas.
Rezó ante un crucifijo de madera que normalmente se guarda en una iglesia de Roma y se lleva al Vaticano para servicios especiales.
Según reza la tradición, una plaga que afectó a Roma en 1522 comenzó a disminuir después de que el crucifijo fuera llevado por las calles de la capital italiana durante 16 días.
grb