Hay cientos de fechas grabadas en las columnas de acero y concreto a lo largo de la frontera estadunidense con México, registro de los momentos en que la Patrulla Fronteriza ha reparado las roturas ilegales de la barrera.
Sin embargo, cada vez que una rotura es reparada, en poco tiempo otra columna es cortada, quemada o martillada para permitir el paso de grandes grupos de migrantes, usualmente lejos de la vista de los agentes.
Las grietas se extienden por 48 kilómetros a lo largo de una vía llana al oeste de Lukeville, un pueblo en medio del desierto de Arizona que no tiene más que un cruce fronterizo oficial, un restaurante y una tienda.
Las fechas de las reparaciones datan en su mayoría desde la primavera de este año, cuando la región salpicada de cactus se convirtió en el punto más activo de cruces ilegales.
La Patrulla Fronteriza ofreció un paseo en Arizona para medios noticiosos, entre ellos The Associated Press, donde mostró mejoras en las condiciones de detención de migrantes y en los cronogramas de procesamiento, pero el flujo humano es abrumador.
El pronunciado aumento ha intensificado la presión del Partido Republicano sobre el Congreso para que se llegue a un acuerdo en torno a las normas para solicitar asilo, tanto así que la Casa Blanca y algunos demócratas en el Congreso están considerando importantes límites al proceso de asilo, como parte de un acuerdo que incluya un paquete de ayuda a Ucrania.
Mientras el secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, salía de conversaciones a puerta cerrada con líderes legislativos el viernes, decenas de migrantes de Senegal, Guinea y México caminaban a lo largo de la muralla fronteriza construida en Arizona durante la presidencia de Donald Trump, con la intención de entregarse a los agentes.
Una mujer mexicana caminaba aceleradamente con sus dos hijas y cinco nietos de entre 2 y 7 años, tras ser dejada allí por un autobús y recibir instrucciones de guías.
“Nos dijeron a dónde ir, que vayamos derecho”, relató Alicia Santay, de Guatemala, que esperó en una carpa de la Patrulla Fronteriza en Lukeville para el procesamiento inicial. Santay, de 22 años, y su hermana de 16 esperaban ir a Nueva York, donde vive su padre.
Las fechas donde las roturas en la barrera fueron reparadas con frecuencia están una al lado de otra, escritas en blanco sobre el acero oxidado.
En una columna se veían cinco fechas entre el 12 de abril y el 3 de octubre. El viernes, los agentes recorrían la barrera buscando huecos y hallaron uno en una columna que ya había sido reparada dos veces: una el 31 de octubre y la otra el 5 de diciembre.
Los contrabandistas le cortan unos centímetros a la parte inferior de cada poste de 9 metros en un acto que según agentes puede tomar apenas media hora.
Las columnas entonces se tambalean, creando espacio para el paso de grupos grandes de personas. En algunos lugares las autoridades han soldado barras de metal horizontalmente para evitar los movimientos de las columnas, pero hay bastantes otros lugares que se pueden serruchar.
Los agentes dicen que podría tardar hasta una hora manejar desde Lukeville para detectar cada hueco, un tiempo significativo cuando hay tantos migrantes por procesar.
SNGZ