Eran las 04:30 horas del domingo cuando Vincenzo Luciano, un pescador de Steccato di Cutro, en el sur de Italia, recibió una llamada de un amigo advirtiéndole que había ocurrido un drama en el mar.
Cuando el hombre, de unos 50 años, llegó a la playa -a dos pasos de su casa- todavía era de noche y al principio solo oyó gritos.
"Cuando encendí la linterna de mi celular había muertos en el suelo. Había niños, sobre todo niños", relató el miércoles Vincenzo Luciano a la AFP.
Él y su amigo sacaron los cuerpos del agua. "A medida que avanzaba el día se descubrían más y más muertos", recordó, sacudiendo la cabeza.
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Al menos 67 personas se ahogaron en el naufragio de la embarcación que transportaba a unos 180 migrantes. El barco, sobrecargado, probablemente golpeó un banco de arena cerca de la orilla.
El cuerpo de un niño de cinco años fue encontrado el miércoles, tres días después de la tragedia.
Vincenzo Luciano recordó, también, la llegada de los socorristas, mientras los supervivientes buscaban desesperadamente a sus seres queridos en la playa.
"Las madres nos arrebataban a los niños a gritos para comprobar si eran los suyos", detalló.
Anteriormente, los migrantes ya habían desembarcado en esta costa sin que se registraran tragedias.
"Es la primera vez. Nunca había visto un muerto, nunca había tenido un muerto en mis brazos", exclamó.
"Esa mañana tomé en mis brazos a un niño de tres años, con los ojos aún abiertos. Pensé que estaba vivo, que había logrado salvarlo, pero en realidad estaba muerto", compartió.
OMV