En Reino Unido hacen falta sacerdotes para oficiar misas y bodas, sin embargo, las parejas que buscan casarse han encontrado una opción fuera de la iglesia, puesto que ahora pueden hacerlo en centros comerciales de la cadena Selfridges.
El Brexit ha ocasionado que en las estaciones de servicio británicas no haya gasolina, en los restaurantes falten camareros y no haya suficiente abasto en los supermercados. También, en parte, que no haya suficientes sacerdotes
La falta de vocación sacerdotal es un problema en la región que, en el caso de la Iglesia católica, era solucionado con emigrantes polacos, pero las restricciones impuestas por el gobierno británico tras la salida de la Unión Europea han hecho que algunos regresen a su país y que las vacantes no se cubran. En Sheffield había 155 curas en el 2000, de los cuales solo quedan un centenar.
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Un documento confidencial de la iglesia de Inglaterra advirtió que muchas misas, entre las nueve y once de la mañana, no podrán reanudarse después de la pandemia y seguirán en formato en línea; la medida no está relacionada por consideraciones sanitarias, sino porque faltan sacerdotes.
Además, la iglesia tiene problemas de finanzas, poca asistencia a sus ceremonias y los edificios se encuentran en mal estado por falta de mantenimiento.
Así, faltan sacerdotes para oficiar misas y casar a la población, sin embargo, las parejas que deseen contraer matrimonio pueden hacerlo fuera de la iglesia. En la cuarta planta de los grandes almacenes Selfridges, en Oxford Street, se ha habilitado una sala junto a la sección de ropa infantil para ceremonias.
A los eventos pueden acudir hasta 20 invitados y los precios van desde los 2 mil 500 euros (58 mil 978 pesos), sin contar el banquete, que se puede celebrar en cualquiera de los restaurantes del establecimiento. Los novios pueden sacarse todas las fotos que quieran, en la sección que lo deseen, sin pagar extra.
Aunque el turismo se va reanudando poco a poco, aún no ha llegado a los niveles anteriores a la pandemia, por ello, los grandes almacenes han buscado la manera de aumentar su ventas para sobrevivir.
La cadena Selfridges, fundada en 1906 por el norteamericano Gordon Selfridge, siempre fue pionero en combinar las compras con otras actividades, pues en sus tiendas instaló cines, peluquerías, salones de belleza, orquestas de música en vivo, lecciones de patinaje y hasta campos de minigolf en la azotea. Ahora cuenta con una sala para bodas. Competidores como Harrods y Harvey Nichols están considerando seriamente seguir sus pasos.
Antes de la pandemia, el boom de las ventas online había puesto contra las cuerdas al comercio minorista del Reino Unido, provocando la quiebra de cadenas como Debenhams y la desaparición de 15 mil tiendas. Oxford Street, donde está Selfridges, cuenta con uno de cada cinco locales vacíos y es una sombra de sus años de máximo apogeo.
Un 40 porciento de los clientes de los grandes almacenes de Londres eran extranjeros antes del año 2020 y solo una parte ha regresado. Las cuentas no salen con público únicamente británico y Selfridges ya había tenido que despedir a 450 trabajadores, un 20 por ciento de su plantilla. La marca está a la venta por cinco mil millones de euros.
Los turistas extranjeros no acuden en las cantidades requeridas por los almacenes de Knightsbridge y Oxford Street para mantener ganancias; otros sectores como el agrícola, de servicios, restaurantero y de transporte carecen del personal necesario para continuar sus labores.
El Brexit no causó esta situación, pero sí aceleró, propició o generó las condiciones para estas carencias. Gran Bretaña, por decisión de Boris Johnson, es para sus habitantes. Las personas de fuera no son bienvenidas.
ROA