El campo es un pilar de desarrollo y un sector dinámico, pero necesita una visión innovadora y de largo plazo, refiere el subsecretario de Agricultura, Miguel García Winder. “Más de 25 millones de mexicanos trabajan para alimentar a los otros 100, estemos orgullosos”, sostiene.
¿Qué desafíos enfrenta el campo?
Tenemos un problema importante de agua, de suelos y de desaparición de biodiversidad, tres elementos esenciales para la agricultura. Tenemos productores que compiten con cualquier productor del mundo y fabricantes que han sido muy pobres. Esto nos obliga a pensar en desarrollar políticas públicas diferenciales.
¿El objetivo final es la producción?
Más bien la productividad. El primer objetivo es lograr que los campesinos mexicanos mejoren sus condiciones de vida. No queremos producir más por producir más, eso puede llevar costos sociales o ambientales altísimos. Tenemos que ser más eficientes en el uso de la mano de obra, de la tierra y los bienes de capital. Es un tema de discusión muy importante en las políticas y la visión del campo.
¿Habla de integración a cadenas de valor?
Sí, un tema central es cómo integramos estos sistemas de una manera más justa para que haya mayor participación del valor final. Hoy los productores reciben entre el uno y el cinco por ciento del valor del precio final. Necesitamos innovaciones sociales y culturales, saber cómo crear asociaciones. Hay que desarrollar nuevas tecnologías en mejora de semillas, en producción, en manejo de agua. Hay muchos nuevos paradigmas donde la tecnología y la educación deben usarse pensando en el futuro.
¿Cómo trabajar para el campo del futuro?
Estamos tratando de cambiar la visión de la Secretaría para que se vuelva una entidad rectora que participe en planificación, en regulaciones, pero sobre todo en términos de bienes públicos. Ya trabajamos con el sector privado en el desarrollo de las cuencas lecheras del sureste, en nuevas alternativas productivas para la caña de azúcar, en una nueva iniciativa de maíz, en entrar a procesos de bioenergía, bioetanol, lo que implica cambios en la forma de pensar incluso del gobierno. Pero hay que cuidar la parte cultural, las tradiciones, y eso nos obliga a encontrar soluciones locales o regionales, no hay solución única.
Necesitamos una visión de largo plazo…
Ese es el gran reto. En la secretaría queremos que para 2030 — que no es plazo largo, pero son 10 años— México se vuelva el octavo productor mundial de alimentos; cambiar la tasa de crecimiento de productividad a dos por ciento anual del factor total de la productividad; y además tener una política de planificación agrícola bien definida en los cultivos esenciales para la seguridad alimentaria.
¿Cómo será 2020?
Un año de consensos. Tenemos que poner en la mesa a todos los actores para construir esta visión.
¿Cómo afecta un presupuesto 30 por ciento menor?
No podemos aislar el presupuesto de Agricultura de lo que pasa en el país. Lo que se hizo en el pasado con presupuesto, no tuvo los resultados esperados. Hubo desperdicios. No tener presupuesto nos da la oportunidad a todos de re-cuestionar a dónde vamos.