Mientras Joe Biden, presidente electo de Estados Unidos, contempla sus primeros 100 días en el cargo debe considerar qué se puede hacer con el tiempo para reducir la extrema codependencia que se desarrolló entre su predecesor y el mercado de valores de EU.
Es poco probable que Biden ubique esto en lo más alto de la lista de retos a los que se enfrenta; sin embargo, mientras más se retrase en decidir y comunicar su enfoque, más grande es la probabilidad de que se enfrente al mismo dilema que los líderes actuales de la Reserva Federal de EU y el Banco Central Europeo se enfrentaron al principio de sus gestiones. Puede desear hacer una cosa y verse obligado a emprender la acción opuesta.
Donald Trump creía, y lo declaró públicamente en repetidas ocasiones, que el mercado de valores validaba sus políticas como presidente. A medida que más subía el mercado, más grande era la afirmación de su agenda de “Hacer a Estados Unidos Grande de Nuevo”.
El enfoque del presidente era música para los oídos de los inversionistas. Consideraron que apoyaba, tanto directa como indirectamente, la idea de que los responsables de la formulación de políticas necesitaban precios de los activos cada vez más altos. Fortaleció la creencia de mucho tiempo de una “Fed put” (la abreviatura que se utiliza para la idea de que la Fed siempre va a intervenir para rescatar a los mercados) hasta tal punto que el condicionamiento de los inversionistas cambió.
Con tanto respaldo político y apoyo de la Fed para los mercados en ascenso, las disminuciones de los precios de las acciones se convirtieron en una oportunidad de compra independientemente de sus causa. Cuánto más a menudo se desarrollaba este escenario, más profundo era el temor a dejar pasar otra oportunidad remunerativa) y más participantes resultaron afectados. El resultado fue una desconexión notable y creciente entre los mercados y la economía real.
Esto provocó riesgos de daños colaterales y consecuencias no deseadas. El patrón fomenta la asunción de riesgos excesivos y cada vez más irresponsables, lo que alimenta el riesgo de una futura inestabilidad financiera. Fomenta la mala asignación de recursos. Al agravar la desigualdad, amplifica la división de “Wall Street contra Main Street” (los mercados financieros y la economía real) que, lenta pero segura, erosiona la integridad y credibilidad de las instituciones económicas y financieras.
Preocupados por esta desconexión, Jerome Powell, como presidente de la Reserva Federal, y Christine Lagarde, como titular del Banco Central Europeo (BCE), intentaron, cada uno, trazar una línea al principio de sus gestiones al poner límites a cuánto apoyarían a los mercados. En ambos casos, rápido se vieron obligados a dar giros de 180 grados muy visibles.
El “Powell Put” se convirtió en la última versión de una de las creencias favoritas del mercado. Comenzó con Alan Greenspan, y de forma inadvertida también se profundizó con Ben Bernanke y Janet Yellen. En Europa, Lagarde ahora asumió la carga de su predecesor Mario Draghi de prometer hacer “lo que sea necesario”.
El camino de menor resistencia para Biden es seguir el trazado por los banqueros centrales que Trump llevó a un extremo. Evitará lidiar con la volatilidad financiera, además de una crisis de salud, divisiones sociales, una economía en desaceleración y el preocupante aumento de las desigualdades de ingresos, riqueza y oportunidades.
Sin embargo, este camino fácil también será el equivocado. Desde el comienzo de su presidencia, Biden necesita establecer que no será rehén de los mercados de valores que ya se alejaron demasiado de su propósito original de movilizar y asignar eficazmente fondos susceptibles de inversión para estimular el crecimiento.
En materia de regulación, debe señalar la determinación de comprender y supervisar mejor la migración de riesgo del sistema bancario a otras instituciones financieras que aún no están reguladas de manera integral.
En su enfoque de los nombramientos de la Fed (y tiene que hacer algunos antes de decidir el próximo año si le da a Powell una segunda gestión) deberá favorecer a las personas dispuestas a restaurar el papel tradicional del banco central como líder de los mercados financieros y no como seguidor.
Nada de esto es fácil ni está libre de riesgos; sin embargo, durante su mandato, este enfoque será menos problemático que continuar habilitando y empoderando mercados que dependen demasiado del apoyo de las políticas.
* El autor es presidente de Queens’ College, la Universidad de Cambridge, y asesor de Allianz y Gramercy
Empresarios
Los presidentes de las grandes firmas estadunidenses ya dieron vuelta la página de la era Trump y se concentran en Biden. El primer tema en la agenda será presionar para un nuevo plan de ayuda económica.
Walmart
Al presentar sus resultados financieros, Doug McMillon, titular de Walmart, aseguró que tiene “prisa por trabajar con Biden y las dos cámaras del Congreso para que el país avance”.
Blackstone
Steve Schwarzman, cofundador de la firma de inversiones Blackstone, señaló que e debe asumir la derrota: “Apoyé a Trump y su política económica, pero estoy listo para ayudar a Biden”.
Intel
En una carta dirigida a Biden, el director general de Intel, Bob Swan, indicó que el gobierno debe focalizarse en inversión en nuevas tecnologías, infraestructura digital y educación en ciencia.
Blackstone
Steve Schwarzman, cofundador de la firma de inversiones Blackstone, señaló que e debe asumir la derrota: “Apoyé a Trump y su política económica, pero estoy listo para ayudar a Biden”.
Walmart
Al presentar sus resultados financieros, Doug McMillon, titular de Walmart, aseguró que tiene “prisa por trabajar con Biden y las dos cámaras del Congreso para que el país avance”.
Intel
En una carta dirigida a Biden, el director general de Intel, Bob Swan, indicó que el gobierno debe focalizarse en inversión en nuevas tecnologías, infraestructura digital y educación en ciencia.