El día tan esperado por la industria automotriz mexicana finalmente llegó. El 19 de marzo caduca el restrictivo sistema de cuotas de importación vigente con Brasil, que tiene desde hace siete años. Ambos países retomarán el camino hacia el libre comercio de vehículos.
El cambio parece llegar en el momento justo para las armadoras mexicanas, que registron una caida de 0.61% en la producción en 2018 (3,908,139 vehiculos), en comparación con 2017 (3,932,119 unidades).
Además que las ventas internas en el mercado automotriz brasileño —el sexto más importante del mundo— prometen subir a las 2.86 millones de unidades este año, niveles que no se registraban desde 2014.
A pesar de que la fecha de reapertura de ambos mercados fue definida hace cuatro años, el poderoso lobby del sector automotriz de Brasil continúa presionando para que se mantengan solo con cambios menores en el Acuerdo de Complementación Económica (ACE) 55.
El Dato.1,704 mdd
es la cuota arancelaria acordada entre México y Brasil para exportar e importar vehículos
La amenaza
Este convenio, vigente desde 2003, fue reformulado en 2012, cuando por presión de la entonces presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, se reimpusieron cuotas a las importaciones de autos entre ambos países por tres años. ¿La razón? El fortalecimiento del real entre 2004 y 2010 provocó que el poder de compra de la moneda brasileña se duplicara con relación al peso mexicano.
Esta dinámica hizo que las importaciones de los autos mexicanos crecieran a un ritmo de vértigo en Brasil, en 2012 llegaron a 178,154 unidades, 20 veces más que en 2006.
Tras la amenaza de Rousseff de romper de forma unilateral el acuerdo en 2015, los gobiernos de ambos países resolvieron mantener el esquema de cuotas por cuatro años más y solo fueron actualizados los montos anuales hasta 2019.
Así que en marzo de 2016 fue acordada una cuota para ambos países de 1,560 millones de dólares (mdd). El límite se amplió a 1,606 mdd en 2017, 1,655 mdd en 2018 y 1,704 mdd hasta marzo de este año. Las exportaciones por encima de ese límite debían pagar un impuesto de importación de 35%.
Esas restricciones, sumadas a la drástica caída que sufrió la economía brasileña entre 2015 y 2017, provocaron que las exportaciones mexicanas ni siquiera cubrieran la cuota consensuada.
En 2017, las ventas de vehículos ligeros al país sudamericano alcanzaron 49,043 unidades, casi 130.000 menos que en 2012.
El panorama empezó a mejorar el año pasado gracias a la tímida recuperación de la economía brasileña. En 2018, las ventas de vehículos ligeros en el mercado brasileño sumaron 2.56 mdd, un alza de 14,6% respecto del año anterior.
Con mayor demanda, las exportaciones mexicanas crecieron casi 30,000 unidades de vehículos. Las perspectivas son aún mejores para este año: según la Asociación Nacional de Fabricantes de Veículos Automotores de Brasil (Anfavea), la comercialización de automóviles llegará a 2.86 millones de unidades, un alza de 11.4% frente a 2018.
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Brasil, con la guardia alta
Con la liberalización del mercado entre ambos países, las armadoras en México podrían sacar rédito de su mayor competitividad. Pero esa brecha mantiene en vilo a la industria brasileña.
Los representantes de las armadoras brasileñas se reunieron a fines de febrero con autoridades del gobierno para entregarles un estudio realizado por la consultora PwC, que refleja los menores costos de producción en México.
En el encuentro, las automotrices pidieron al gobierno de Jair Bolsonaro que se extienda por otros tres años el régimen de cuotas. La propuesta pasa por aumentar la cuota entre 10% y 15% durante el primer año de vigencia de un eventual nuevo tratado.
La propuesta de una apertura gradual procura ganar tiempo. “Brasil acaba de dejar atrás un ciclo de gobiernos que incentivaron el consumo interno y dieron mínima prioridad al comercio exterior, no estimuló inversiones en infraestructura para exportaciones, ni tampoco la modernización del parque industrial”, dice Ricardo Bacellar, líder del sector automotriz de KPMG, en Brasil.
Las estadísticas de comercio exterior reflejan esas diferencias de competitividad. Mientras las exportaciones mexicanas de automóviles ligeros saltaron 42.3% entre 2013 y el año pasado, las de Brasil crecieron solo 11.1% en ese periodo, de acuerdo con Anfavea.
A partir de 2014, México superó a Brasil en el ranking mundial de exportadores de vehículos. “Eso fue posible por la proximidad que tiene México con el mercado estadounidense, y una red de acuerdos comerciales que da acceso a 45 países, además de que el costo de producción es más bajo”, dice Giovanni Cordeiro, gerente de Research y economista de Deloitte, en Sao Paulo.
Giovanni Cordeiro añade que “con esas ventajas competitivas, en los últimos años diversas armadoras brasileñas migraron a México y ampliaron las inversiones en el país mexicano”.
El Dato.78,440 unidades
de vehículos exportó México a Brasil en 2018
Los grandes temores
En Brasil temen que la tendencia de migración de las inversiones se profundice con el reinicio del libre comercio entre ambos países. “Es un temor que crece aún más con el tiempo, y se suma al hecho de que algunas de las principales automotrices en Brasil vienen anunciando fuertes reducciones de personal”, menciona Cordeiro.
Un caso es el de Ford, que a fines de febrero anunció el cierre de una de sus fábricas en Sao Bernardo do Campo, en Sao Paulo, donde producía camiones y el modelo Fiesta.
En ese marco, los próximos capítulos en la transición hacia el libre comercio de vehículos entre México y Brasil dependen, en buena parte, del resultado de la lucha entre dos fuerzas contrapuestas: el poderoso lobby de la industria automotriz paulista y la postura favorable al libre comercio del derechista Bolsonaro.
“A pesar de que el nuevo gobierno ya ha demostrado que buscará ampliar el comercio brasileño con el exterior y procurará nuevas asociaciones y acuerdos, las prioridades para la política económica en los próximos seis meses serán las reformas (locales)”, dice Cordeiro, de Deloitte.
La fecha tan esperada llegó y las automotrices mexicanas buscan acelerar, las ruedas para que el libre comercio acordado hace cuatro años, se concrete por fin con Brasil. Pero, del otro lado, las armadoras brasileñas resisten y ponen el pie en el freno. En los próximos días se definirá quién gana esta lucha.