Ayer, los países miembros del Fondo Monetario Internacional (FMI) comenzaron a recibir la parte que les corresponde de la nueva asignación de derechos especiales de giro (DEG) de 650 mil millones de dólares, la más grande en la historia del fondo. Esta inyección de nuevos activos de reserva internacionales marca un hito en nuestra capacidad colectiva de combatir una crisis sin precedente.
En 2009, en la crisis financiera mundial, una asignación de 250 mil mdd de derechos especiales ayudó a restaurar la confianza del mercado. Ahora, mientras el mundo lucha con el covid-19, los DEG son más importantes. La liquidez adicional reforzará la confianza y la resiliencia económica global.
Los derechos especiales de giro pueden ayudar a países con pocas reservas a reducir su dependencia de una deuda interna o externa más cara. Y para los Estados que están muy presionados para aumentar el gasto social, invertir en la recuperación y hacer frente a las amenazas climáticas, pueden ofrecer un valioso recurso adicional.
Sin embargo, es fundamental que esos DEG se usen de la manera más eficiente posible, con rendición de cuentas y transparencia, y que la mayor cantidad posible vaya a los países que más lo necesitan.
¿Cómo podemos aprovechar al máximo la nueva asignación?
En primer lugar, que estos derechos especiales estén disponibles para los países miembros. Con los DEG distribuidos en proporción a las cuotas del FMI, estrechamente relacionado con el tamaño económico del país, alrededor de 275 mil mdd se destinan a los países emergentes. Los países de bajos ingresos reciben alrededor de 21 mil mdd, más de 6 por ciento del producto interno bruto en algunos casos.
Los países vulnerables podrán utilizar los recursos para apoyar sus economías e intensificar la lucha contra el virus y sus variantes. Esto, en combinación con otros apoyos internacionales, ayudará a lograr el objetivo de vacunar al menos a 40 por ciento de la población en cada país para finales de 2021 y al menos 60 por ciento para la primera mitad de 2022.
En segundo lugar, se deben hacer todos los esfuerzos posibles para garantizar que los DEG se utilicen para el beneficio de los países miembros y de la economía mundial. La decisión sobre la forma de utilizarlos corresponde a cada país. Pueden mantenerlos como parte de sus reservas oficiales o convertirlos en dólares estadunidenses, euros u otras monedas de reserva.
Pero si bien se trata de una decisión soberana, debe ser prudente y con buena información. El fondo trabajará con sus miembros para ayudar a garantizar la rendición de cuentas y la transparencia.
Proporcionamos un marco para evaluar las consecuencias macroeconómicas de la nueva asignación, su tratamiento estadístico y su gobernanza, y cómo puede afectar la sostenibilidad de la deuda. El fondo dará actualizaciones periódicas de todas las transacciones de los derechos especiales de giro y un reporte de seguimiento sobre su uso en un plazo de dos años.
En tercer lugar, con las suertes económicas cada vez más divergentes debido a la pandemia, tenemos que ir más lejos para asegurar que más DEG vayan a los que más los necesitan. Esa es la razón por la que el FMI alienta a canalizar voluntariamente los derechos especiales de giro de países con fuertes posiciones externas hacia las naciones más pobres y vulnerables.
Al aumentar el impacto de la nueva asignación, reorientar los derechos especiales de giro puede ayudar a los que más los necesitan, al tiempo que reducen el riesgo de una inestabilidad social y económica que puede afectarnos a todos.
La buena noticia es que podemos aprovechar el progreso que se ha logrado hasta ahora. En los últimos 16 meses, algunos de los países miembros que están en mejor situación se comprometieron a prestar 24 mil mdd, incluidos los 15 mil millones de derechos especiales actuales, al Fondo Fiduciario para el Crecimiento y la Lucha contra la Pobreza del FMI, que ofrece préstamos en condiciones favorables a países de bajos ingresos.
El FMI también colabora con sus miembros en un posible nuevo Fondo Fiduciario para la Resiliencia y la Sostenibilidad que puede usar los derechos especiales para ayudar a los países pobres y vulnerables con una transformación estructural, incluyendo los desafíos del clima. Otra posibilidad es canalizar los DEG para apoyar los préstamos de los bancos de desarrollo multilaterales.
Los derechos especiales de giro no son una solución milagrosa. Deben ser parte de un programa amplio de acción colectiva por parte de los países y las instituciones internacionales. Desde que comenzó la pandemia, el FMI desempeñó su parte, proporcionando alrededor de 117 mil mdd de nuevos fondos del FMI a 85 países, y el alivio de pago de servicio de deuda a 29 países de bajos ingresos. El fondo también une fuerzas con el Banco Mundial, la Organización Mundial de la Salud y la Organización Mundial del Comercio para promover la tarea urgente de vacunar al mundo.
El poeta Robert Frost escribió sobre el “camino no elegido”. Ahora tenemos una oportunidad única para tomar el camino correcto mientras el mundo se esfuerza por un futuro más resiliente. En el FMI nos comprometemos a hacer todo para garantizar que esta asignación histórica de derechos especiales de giro, si se utilizan con sensatez, desempeñe su parte en la promoción de una recuperación mundial fuerte y sostenible.