Comprensivo, amable y hasta humilde: el Do Kwon que se dirigió el 13 de mayo a su casi millón de seguidores en Twitter, y a millones de poseedores de sus criptomonedas terra y luna que fueron devastados y esperaban angustiosamente soluciones urgentes de su parte, no se parecía absolutamente en nada al Do Kwon arrogante y grosero al que le habían entregado su confianza y sus ahorros, caminando detrás de su sombra al fondo del abismo.
Lo llamaban el “Elon Musk coreano”. “No discuto con pobres en Twitter” y “¿Sigues siendo pobre?” son dos de sus tuits famosos. Y otro par de sus declaraciones son leídas ahora como infaustas profecías de las que él tiene que arrepentirse ahora.
“El 95 por ciento de las criptomonedas va a fracasar, pero ver empresas morir también es entretenido” es una, y resuena, pero no tanto como su respuesta a la advertencia de lo que le podía pasar a su proyecto, y finalmente le pasó: “Multimillonarios que me siguen, aviéntense (contra Terra y Luna) y veamos qué pasa”, escribió el joven millonario el 28 de noviembre de 2021.
Otro más que muerde el polvo, cantaría Queen. En el citado hilo más reciente, Kwon aseguró tener “el corazón roto por el dolor que mi invención les trajo a todos ustedes”, dijo que presentaría un nuevo –segundo– plan de rescate de la comunidad de “Lunáticos” a la que “de ninguna manera abandonaría”, y aceptó además que “habrá que tragarse un poco de orgullo”.
Terra-Luna
Su ascenso al cielo de las criptos se produjo en muy pocos años. Con Kwon Do-Hyung como nombre real, egresó como licenciado en ciencias de la computación en 2015, trabajó en Apple y Microsoft y, en enero de 2018, fundó la empresa Terraform Labs y creó la plataforma blockchain Terra, sobre la que asentó dos criptomonedas hermanas, Terra y Luna. La segunda podría ser una más de las miles que proliferaron tras el Bitcoin, pero tenía una función especial: estabilizar Terra.
Para que funcione el comercio de criptomonedas, que es enormemente volátil, hacen falta monedas a las cuales poder salirse. Por ejemplo, uno podría comprar bitcoin con dólares y, ya sea que gane o que pierda, venderlo para tener dólares de nuevo y no quedar expuesto al incontrolable subir y bajar del precio. Pero eso resulta caro y, además, en Estados Unidos y otros países genera impuestos. Si el propósito fundamental de las criptos es abaratar el costo de las transacciones, sacando a los gobiernos y los bancos de la operación, y aprovechando la conexión digital directa entre las personas (a través de las diferentes plataformas blockchain), lo lógico era crear “monedas estables” o stablecoins, con un valor fijo (pegado al dólar) que evite la volatilidad.
Pero ¿cómo lograr la estabilidad? Los controladores de las primeras stablecoins (como Tether, USDC y Binance USD) dicen que todas están respaldadas en activos no digitales, como dólares, de manera que si todos los poseedores de stablecoins quieren cambiarlas, lo podrán hacer a un cambio de 1 x 1. O eso hacen creer.
Entonces, ¿las criptomonedas son o no independientes de los gobiernos y de los bancos? Porque al final están sujetas al dólar. Aquí es donde intervino Do Kwon: creó la primera stablecoin algorítmica, terra, con luna como criptomoneda de apoyo, a través de un algoritmo que debía garantizar la estabilidad porque, si terra caía por debajo del dólar, automáticamente se acuñarían tantas lunas como fuera necesario para elevar su valor, y si subía demasiado, las lunas se “quemarían” (destruirían) hasta lograr el equilibrio.
Baño de sangre
Por complicado que parezca, el valor de luna subió de menos de un dólar hasta 119 en abril pasado. Y el prestigio de su creador creció tanto o más que eso, magnificado, además, porque el mundo del crypto padece de un extraño vacío, de una figura dominante: Satoshi Nakamoto, el japonés inventor del bitcoin, no existe. Algunas personas aseguran ser, él pero en realidad nadie sabe de quién se trata, y los millones de desarrolladores, inversionistas y genios de la criptoingeniería llevan años en espera de un padre.
De pie sobre una capitalización total de mercado de 60 mil millones de dólares y 40 millones de usuarios que alcanzó su proyecto en sólo tres años, a los 30, Kwon parecía estar llenando ese espacio. Y, como Cronos, ahora está acusado de devorar a sus hijos.
Existían debilidades. En la mencionada discusión tuitera de noviembre de 2021, Freddie Raynolds, un especialista en crypto, advirtió que el sistema era vulnerable a un ataque como el que lanzó el financiero George Soros contra el Banco de Inglaterra en 1992, con compras y ventas masivas y súbitas de libras esterlinas para forzar una devaluación y ganar cientos de millones con ello. Kwon respondió alardeando: “¡Aviéntense!” Y este 10 de mayo, Raynolds resumió la debacle en un tuit: “Los multimillonarios sí se aventaron”.
Usaron el mismo método: una venta abrupta de dos mil millones de terras reventó el algoritmo y provocó el pánico de los inversionistas, que se sumaron a la venta. Kwon no tenía dólares como reserva, pero sí el equivalente a más de 3 mil millones de dólares en bitcoins y otras criptomonedas, que dice haber vendido para defender Terra. De todos modos, la stablecoin cayó de valer 1 dólar a 12 centavos. A Luna le fue mucho peor: se devaluó 99 por ciento, luego 99 por ciento más, y lo que quedó, otro 99 por ciento, de un cambio de 80 por dólar a una luna por 0.00002 dólares.
Millones perdieron ahorros de toda la vida. La plataforma de intercambio Binance, por ejemplo, tenía mil 600 millones de dólares en Luna, que ahora valen 2 mil 500 dólares.
Además, el mercado de criptomonedas, en su conjunto, estuvo al borde del colapso total. El Bitcoin cayó 30 por ciento. Más grave fue que Tether, la stablecoin más grande, empezó a perder su estabilidad también (aunque logró recuperarla). Inversionistas espantados sacaron 400 mil millones de dólares de crypto. Lo llamaron “baño de sangre”. “Esta es una de las semanas más dolorosas en la criptohistoria”, tuiteó Jake Chervinsky, de la Blockchain Association, “una semana que tendremos que enfrentar por largo tiempo”.
Elon descarrilado
¿Y Do Kwon? Se quedó prometiéndoles amor eterno a sus seguidores, que, sin embargo, exigen soluciones prácticas distintas a las que les plantea. Tras el fracaso de un primer plan de rescate, el 18 de mayo, en un proceso que durará siete días, los participantes del proyecto terra empezaron a votar una segunda propuesta presentada por su líder supremo, en el que desaparece la stablecoin terra y divide la blockchain en dos, luna classic y luna, cada cual con criptomoneda propia. Aunque un sondeo preliminar entre los pequeños poseedores de Luna adelantó un rechazo de 93 por ciento, el esfuerzo de Kwon por convencer a las “ballenas” –grandes tenedores corporativos de luna– podría inclinar la balanza a su favor.
Algunas figuras clave –como el presidente de Binance, Changpeng Zhao– han expresado dudas de que los 3 mil millones de dólares de reserva en bitcoins hayan sido efectivamente gastados en defender las monedas, dando a entender que terminaron en otros bolsillos. Ya que, a diferencia de la operación de Soros de 1992, que le dio a ese financiero un enorme prestigio a pesar de los millones de personas que afectó, la de ahora no tiene nadie que salga a reclamar el mérito con el cinismo orgulloso de un depredador capitalista, no faltan quienes se preguntan si el propio Kwon no será de alguna manera cómplice de la conspiración que desorbitó la terra y la luna.
No sólo ellos sospechan malos manejos del abortado niño prodigio del crypto. El Servicio de Supervisión Financiera de su país, Corea del Sur, abrió una investigación de anomalías, el oficialista Partido del Poder Popular llamará a Kwon al parlamento coreano para que explique supuestas irregularidades y Hacienda le exige 78 millones de dólares en impuestos corporativos por la liquidación de sus oficinas en Seúl y Busán (un movimiento, además, sospechoso porque lo hizo apenas cinco días antes del desastre).
Sólo una maniobra verdaderamente espectacular que salve su proyecto le permitiría a Kwon retener su título de “Elon Musk coreano”. Por ahora, podría caer en la cárcel y está incluso en duda que pueda seguir llamando “pobres” a sus interlocutores. O no, si de alguna forma oculta es beneficiario del colapso terralunar.
EHR