Desarrollo sostenible inspira a los jóvenes emprendedores

Al manejar sus negocios, “además de obtener ganancias, tenemos un propósito social: contribuir con los objetivos de la ONU y resolver otros problemas que hay en México”.

La digitalización de contenidos culturales ayuda a que los niños accedan a una educación de calidad. (Especial)
Carlos Domínguez
Ciudad de México /

Como todo negocio, Manuvo necesita generar utilidades para subsistir, pero su visión principal está puesta en dos de los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) planteados por la ONU: educación de calidad y fin de la pobreza. “Somos una empresa que se dedica a la difusión y acercamiento de la cultura en niños y jóvenes a través de tecnología como teléfonos móviles y tablets, trabajamos con editoriales, museos y bibliotecas de América, para que entren al mundo digital y así poder llegar a las nuevas audiencias”, explicó en entrevista Maurits Montañez fundador de la empresa.

Ese negocio, detalló el emprendedor de 32 años, “está relacionado con mejorar la calidad de la educación, lo que posteriormente puede ayudar a disminuir la pobreza. Además de tener ganancias, tenemos un propósito social: contribuir con los objetivos de la ONU y resolver otros problemas que hay en México, apoyando el acceso a la cultura a través de la tecnología y trabajando de la mano con fundaciones y gobiernos.

TECNOLOGÍA INCLUSIVA

La idea de fundar Manuvo surgió porque “las bibliotecas albergan grandes colecciones de libros a las que no todos acceden. Nosotros ayudamos a digitalizar esos contenidos a fin de que comunidades sin recursos para construir una biblioteca accedan a estos contenidos educativos y culturales por medio de un dispositivo digital, que es más fácil de obtener. Por otro lado, hay bibliotecas y escuelas que no tienen espacio suficiente para más estudiantes, pero muchos de ellos tienen dispositivos y podemos darles acceso gratuito a estos contenidos”.

Montañez comentó otro proyecto que hicieron en colaboración con el INAH y la biblioteca Boedlian, en Londres, donde está resguardado el Códice Mendoza. Esa pieza “documenta cómo era la vida en el imperio mexica controlado por el huey tlatoani Moctezuma Xocoyotzin, cuando se aproximaba la llegada de los españoles. Creamos una app y un sitio web donde está disponible para todos, lo que representa la repatriación digital de un códice que es clave para comprender nuestra historia”.

Otra de sus iniciativas, llamada Kernaia, contribuye a la inclusión de los indígenas en la tecnología. “Es una colección de aplicaciones que son útiles para aprender mixteco, purépecha y náhuatl. Trabajamos con fundaciones y pueblos indígenas para generar los contenidos y, además de brindarles una fuente de ingresos, se contribuye a que estos idiomas no se pierdan. Esta app fue premiada por el Banco Interamericano de Desarrollo, por ser una de las startups más innovadoras de América Latina”, subrayó Montañez.

El emprendedor señaló que su empresa también enfrenta muchos retos, ya que “el recurso económico para desarrollar proyectos educativos es bajo, comparado con el de otros países. Además, otro obstáculo es el tema generacional, porque a veces hay puntos de vista que no son tan progresivos y se resisten a involucrase en la innovación digital; al ser un proyecto multidisciplinario, requiere de perfiles que sepan de tecnología, pero también de cultura”.

ECONOMÍA CIRCULAR

Otro joven emprendedor que hace negocio contribuyendo con los ODS es Álvaro Núñez Solís, fundador de Recicla Electrónicos México SA, (Remsa). Al respecto, Hugo Robles, encargado de Responsabilidad Social en esa compañía, dijo que “para lograr el cumplimiento de los objetivos gestionamos un modelo de economía circular, donde el retorno de la materia prima es la base. Trabajamos con diferentes aliados para poner al ciudadano como eje rector (del reciclaje), pues los principios éticos del ciudadano informado y con educación ambiental son el motor que hace funcional este modelo”.

Robles destacó que las operaciones de Remsa contribuyen con 11 de los 17 ODS: “Por parte del reciclaje, que es nuestra área, cada vez que un ciudadano, una empresa o un gobierno se acerca con artículos obsoletos tenemos un sistema de medición de huella ecológica que nos permite saber, con base en lo que se está reciclando, cuántos litros de agua, cuántos metros cúbicos en un relleno sanitario, en el fondo del mar o en un tiradero a cielo abierto se dejaron de contaminar, así como cuántos kilogramos de combustibles fósiles no se usaron e, incluso, cuántas toneladas de bióxido de carbono se dejaron de emitir. El sistema permite cuantificar el beneficio en cuanto al saneamiento del agua, saber cómo no estamos afectando el recurso de los ecosistemas y la vida terrestre, además de generar un consumo responsable”.

Un proyecto exitoso de esta empresa es Saber Ayudar, “un programa que aporta al objetivo educación de calidad, ya que, con ayuda de la organización Punto Verde, reciclamos computadoras y las reacondicionamos para ser donadas a organizaciones civiles de bajos recursos y escuelas donde les darán un buen uso. Un requisito para obtener esta donación es que trabajen en el cumplimiento de los ODS y en la formación de calidad. A través de este programa reducimos la brecha digital entre las generaciones y trabajamos en la reducción de las desigualdades, ya que no todas las personas tienen acceso a estos aparatos”.

Robles agregó que “en la parte de innovación e infraestructura estamos colaborando en un espacio que se llama Ecomaker Shop, donde todos los residuos electrónicos obsoletos se reutilizan por personas capacitadas para ayudar al aprendizaje de estudiantes, se hacen experimentos, se generan nuevos proyectos, concursos y retos para desarrollar habilidades y soluciones para el cuidado del agua, cambio climático, energía, alimentación y vivienda. El mejor proyecto se va a Silicon Valley, donde le dan empuje a su desarrollo”.

Al final, señaló que los retos para una gestión exitosa de este tipo de negocios son “la transición del modelo de economía lineal a economía circular, ya que muchas personas no quieren desprenderse de sus pertenencias sin tener algo a cambio; hallar actores responsables que estén capacitados para trabajar los materiales en cada eslabón de la cadena, y generar comunidad, pues creemos que los ciudadanos alineados con lo que nosotros pensamos pueden ayudar, para lo que tenemos un programa llamado Embajadores Punto Verde. En dos meses y medio se han registrado alrededor de 280 personas mayores de 25 años, de los cuales 10 por ciento permanece activo”.

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