Cuando Steve Jobs descubrió que Google estaba desarrollando una plataforma de smartphones para competir con el iPhone de Apple, declaró una “guerra termonuclear” a su vecino de Silicon Valley. Ahora, frente a una pandemia global que pone en riesgo millones de vidas, más de diez años de hostilidades entre dos de las compañías más valiosas del mundo se pusieron en pausa.
En un nuevo “espíritu de colaboración”, Apple y Google desarrollan conjuntamente un sistema para dar seguimiento a la propagación del coronavirus (Covid-19). “Consideramos esto como una amenaza de vida o muerte para grandes sectores de la humanidad”, dice una persona involucrada en el esfuerzo.
“Las rivalidades se hicieron a un lado para el bien común”. Los gigantes de tecnología trabajan en un sistema de rastreo de contactos con el objetivo de utilizar señales inalámbricas para informar a las personas si se encuentran con alguien que ha sido diagnosticado con Covid-19. En unos meses la herramienta se integrará directamente en dos
plataformas para smartphones que utilizan miles de millones de personas.
Su objetivo es brindar “herramientas de seguimiento y localización” a las autoridades de salud de todo el mundo, que ayuden al aislamiento de las poblaciones infectadas y a reabrir la economía. Sin embargo, al proponer su idea de un sistema único y global que haga hincapié en la privacidad, Apple y Google establecieron una nueva confrontación entre Silicon Valley y los gobiernos de todo el mundo.
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Entre lo privado y lo público
Muchas naciones tienen sus propias ideas sobre la mejor manera de aprovechar la tecnología para detener el brote, incluyendo el monitoreo de los movimientos detallados de su población y la creación de vastas bases de datos de información sobre sus ciudadanos.
Si los gobiernos presionan para obtener acceso a más datos que se utilizan en estas aplicaciones, se podrían encontrar con la opinión pública de su lado. “En un momento en el que las personas están preocupadas por la vida y la muerte, pueden estar más dispuestas a entregar información para una mejor salud”, dice Leslie John, profesora asociada de la Harvard Business School.
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fueron las ganancias en el primer trimestre de Alphabet, la matriz de Google
La utopía tecnológica
El resultado del enfrentamiento entre los gobiernos y los grandes grupos de tecnología podría ayudar a determinar la rapidez con que el mundo puede levantar sus cierres y volver a la normalidad antes de que esté lista una vacuna para el Covid-19.
Sin embargo, los críticos temen que mantener objetivos tan altos para estas aplicaciones pone demasiado énfasis en una única solución a un problema complejo, más que ningún otro en décadas.
“Todos están desesperados. Es una utopía tecnológica; buscamos tecnología para salvarnos”, dice Ashkan Soltani, exjefe de tecnología de la Comisión Federal de Comercio (FTC, por sus siglas en inglés).
Cuando se combinan con otras medidas, como el distanciamiento social, las pruebas generalizadas y el aislamiento de las personas afectadas, las apps de rastreo de contactos pueden ayudar a “romper” la cadena de infección.
Ante el reto de ampliar ese proceso a poblaciones enteras, docenas de compañías de tecnología lideradas por Apple y Google esperan tomar este laborioso proceso y convertirlo en digital. Pero el esfuerzo enfrenta un enorme dilema ético.
Podría decirse que las herramientas de rastreo de contactos más efectivas ignorarían las preocupaciones de privacidad por completo: las aplicaciones serían obligatorias, todos los usuarios serían identificados y se daría seguimiento a las personas constantemente a donde sea que vayan.
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Rastreando la infección
El sistema dependería de todos los medios posibles para rastrear la ubicación de una persona, incluidas las transacciones con tarjeta de crédito y las cámaras de vigilancia.
Una startup de tecnología incluso sugirió usar inteligencia artificial para monitorear a través de CCTV (circuito cerrado de televisión) si las personas permanecen a una distancia segura de un metro mientras caminan por las calles.
La solución propuesta por Apple y Google utiliza Bluetooth para enviar y recibir señales anónimas que cambian cada 15 minutos. Si una persona infectada informa al software que dio positivo, cualquier otro usuario de un smartphone que haya tenido un encuentro reciente recibirá una alerta y se le dará información sobre los pasos a seguir.
La mayoría de los datos se almacenan en los teléfonos de las personas, con el objetivo de minimizar el potencial de “desanonimización” por parte de hackers o un gobierno demasiado ansioso.
El proceso para que los usuarios se den de baja de la plataforma es tan fácil como darse de alta, dicen los gigantes tecnológicos.
Y si algún gobierno trata de hacer obligatoria la participación, recopilar la información en una base de datos central o superponer rastreadores adicionales como la ubicación, las compañías simplemente no se lo permitirían.
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Smartphones en alerta
La ventaja de Apple y Google se deriva del control que tienen sobre cómo cualquier aplicación de terceros puede tener acceso a los sensores en sus smartphones. En su configuración actual, los sistemas operativos iOS y Android hacen difícil que los desarrolladores accedan constantemente a Bluetooth cuando sus aplicaciones se ejecutan “en segundo plano”.
Google y Apple dijeron que van a levantar estas restricciones para que las autoridades de salud pública realicen el seguimiento de contactos, utilizando nuevas herramientas que permitan un acceso casi constante a Bluetooth.
Sin embargo, eso también significa que cualquier aplicación de seguimiento de contactos que se desarrolle enfrentaría graves limitaciones técnicas y prácticas. Para ser eficaz, el smartphone tendría que desbloquearse dejando la pantalla encendida durante períodos prolongados, probablemente agotando la batería en cuestión de horas. Los grupos de Silicon Valley caminan en una línea muy fina entre la privacidad y la eficacia, y muchos gobiernos temen no haber logrado el equilibrio correcto.
El quid de la cuestión es si el rastreo de contactos en la era digital puede ser realmente anónimo y eficaz al mismo tiempo. A diferencia del GPS, Bluetooth no rastrea la ubicación de una persona, solamente la proximidad entre los usuarios.
Además, Apple y Google han sido imprecisos acerca de lo que constituye “un encuentro” con alguien que está infectado, en términos del tiempo transcurrido en el que los dos individuos están juntos. Si la duración requerida del contacto en la aplicación se establece de manera demasiado ajustada —por ejemplo, a unos cuantos segundos— los usuarios pueden recibir avisos repetidamente.
El resultado podría ser numerosas alertas falsas que puedan crear estragos y paranoia absoluta, o simplemente llevar a las personas a optar por no participar. Pero si los parámetros se establecen de manera demasiado amplia —es decir, media hora— los gigantes de tecnología corren el riesgo de adormecer a las poblaciones hasta llegar a la complacencia.
Si las personas pasan varias semanas sin que su teléfono emita la alarma, podrían terminar sintiéndose seguros y optar por relajar su distanciamiento social.
Apple y Google proponen que los teléfonos inteligentes puedan enviar y recibir señales de Bluetooth cada cinco minutos con fines de rastreo. Pero incluso eso podría ser demasiado tiempo, ya que el Covid-19 puede propagarse desde el más breve de los encuentros. Para que sean eficaces, las herramientas deben refinarse solo a distancias cortas.
Asimismo, deben incluir interacciones de menos de 30 segundos, “porque solo se necesita que alguien tosa: estás en riesgo”, menciona Marc Rogers, director ejecutivo de seguridad cibernética del grupo de software Okta.
En todo el mundo ya se están desarrollando las apps con respaldo de los gobiernos y las autoridades de salud pública, antes de que la plataforma Google/ Apple esté lista.
En EU hay un mosaico de diferentes aplicaciones, algunas de las cuales planean encajar con la propuesta de las dos compañías de Silicon Valley, mientras que otras planean seguir siendo independientes.
yvr