Una de las cosas que siempre debemos tener presente acerca de las elecciones presidenciales en Estados Unidos es que son largas y pueden suceder muchas cosas durante el proceso. Al igual que la economía de 2024, el año político que se avecina no será binario. Será volátil y sorprenderá en todo tipo de formas, incluso cuando nos acerquemos a noviembre.
Hasta ahora, una de las cosas más sorprendentes es por qué Joe Biden aún no recibe el crédito por la asombrosa recuperación de Estados Unidos después de la pandemia de covid. Algunos pueden decir que los propios datos se han vuelto partidistas y que la confianza de los votantes sobre la economía refleja las preferencias políticas existentes, sin embargo, siempre he pensado que los expertos estaban demasiado absortos en los primeros datos de las encuestas que predecían una victoria de Donald Trump en las elecciones generales. Son los primeros días, sí, pero creo que es posible que estemos a punto de ver un aumento de Biden, por tres razones.
1. La confianza del consumidor empieza a ponerse al corriente con los datos, y estos siguen siendo buenos. La confianza del consumidor es un indicador rezagado que puede tardar hasta un año en alcanzar una nueva línea de tendencia de datos. Creo que empezamos a ver que eso sucede ahora, con el índice de Michigan con una tendencia al alza en los últimos dos meses y las expectativas de inflación futura que bajan. Los vientos favorables que llegan de los datos parecen respaldar esto: 23 estados establecieron nuevos mínimos históricos de desempleo en 2023, y las estimaciones anticipadas del producto interno bruto (PIB) del cuarto trimestre del año pasado muestran un fuerte crecimiento de 3.3 por ciento. Es más, el este aumento no se concentra solo en los lugares habituales, sino que ha sido fuerte en todo el país: la asesora económica nacional Lael Brainard se encuentra promocionando el foco de la atención de la administración en la economía “basada en el lugar”, sobre todo en áreas rezagadas que han favorecido a Donald Trump. De igual manera, la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, está en el corazón del país hablando de la Bidenomía.
2. Los trabajadores empiezan a hablar a favor de Joe Biden. Creo que el mejor representante que tendrá en 2024 será el presidente del sindicato automotriz United Automobile Workers, Shawn Fain. De hecho hay un video en el que llama a Trump “esquirol”, mientras respalda a Biden. Es muy efectivo. Bien puede ser que cuando Fain y otros líderes sindicales salgan a las calles apoyándolo, esto marque un importante punto de inflexión en su apoyo. Una de las cosas que ayudó a los demócratas en 2020 fue que las primarias permitieron a personas como Bernie Sanders y Elizabeth Warren reunir a los progresistas y a los más jóvenes de una manera que Biden no lo hace. Los trabajadores pueden convertirse en la cara de las elecciones de maneras que ayuden al presidente (en ese sentido, estén atentos a una gran mesa redonda de líderes sindicales estadunidenses que organizaré para la publicación de Financial Times Weekend, más adelante en febrero). Para obtener más información sobre esta idea, les recomiendo un artículo reciente de Harold Meyerson en Prospect.
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3. Donald Trump está a punto de convertirse en el peor enemigo de Joe Biden. Lo acabamos de ver en el impactante veredicto de E. Jean Carroll, que exige que Trump le pague 83.3 millones de dólares por difamación, cuatro veces más de lo que se esperaba, algo que en gran parte se debe al hecho de que se negó a dar marcha atrás y redobló la apuesta en sus ataques; sin embargo, en el frente político, vimos destellos de esto en New Hampshire, donde se vio amenazado porque Nikki Haley obtuvo casi la mitad de los votos, y entró en modo “Trump malo” (o como lo expresó mi colega Andrew Edgecliffe-Johnson, “volvió a ser malo”), atacando a Haley, atacando a Biden y, en general, alejándose de la vibra más amable que mostró en Iowa, donde ganó con amplia comodidad. Sabemos por el pasado que cuando Trump está totalmente seguro de su posición, su lado más atractivo, y por lo general carismático, sale a relucir. Puede ser divertido, incluso encantador (aunque uso esa palabra a la ligera y con suma relatividad), pero cuando tiene la sensación de que no tiene el control total —de la narrativa, de los votos, del público— se enoja y se pone en modo perro de ataque. Eso no le ayudará a conseguir ningún voto independiente, y creo que lo que vimos en New Hampshire refleja eso.
Ahora, no quiero exagerar con esto, o subestimar a Donald Trump. El hombre tiene espíritus animales para vencer a la banda, y hay muchas cosas que están sucediendo en Estados Unidos, desde la disminución del apoyo a las guerras en el extranjero a los temores de China a la ira sobre la actitud progre de los progresistas y la posibilidad de otro aumento de inflación que puede, y de hecho puede ocurrir, apoyarlo; no obstante, también creo que se subestiman algunos de los vientos favorables para Joe Biden que podemos estar a punto de ver. Peter, ¿estás de acuerdo? (Nota para los lectores: con el fin de añadir más voces a Swamp Notes en un año electoral, Ed y yo vamos a debatir con una gama más amplia de comentaristas de Financial Times a lo largo de este año, y Peter Spiegel, el editor jefe de Estados Unidos, será mi nueva contraparte durante esta temporada de campañas electorales).
Lecturas recomendadas
- Por fin pude leer el larguísimo, pero cautivador, artículo del ex editor de la sección de opinión de New York Times James Bennet en The Economist (donde ahora se desempeña como redactor de Lexington) en el que detalla cómo las guerras culturales de NYT lo cansaron. Bravo a The Economist por contratarlo, y vergüenza al editor de New York Times, AG Sulzberger, por permitir que lo echaran.
- El artículo de Mariana Mazzucato y Damon Silvers en Foreign Affairs muestra por qué la transición hacia las energías limpias puede ser beneficiosa para todos los trabajadores. Este es justo el tipo de cosas por las que la Representante de Comercio de Estados Unidos, Katherine Tai, ha abogado con su paradigma comercial “poscolonial”.
- Apuesto a que los argumentos a favor del “trabajo lento” (es decir, la semana laboral de 32 horas) aumentarán a medida que la inteligencia artificial (IA) reduzca el uso como intermediarios de más puestos de trabajo, incluida la programación, tal como se expone en un artículo de The New Yorker.
- Acabo de pedir el nuevo libro de Calvin Trillin: The Lede: Dispatches from a Life in the Press, que por lo que parece en la reseña de Dwight Garner para The New York Times, será imperdible. Este hombre define el término wordsmith. En lugar de llamar a alguien “corpulento”, lo describe como alguien que tiene “un abdomen que refleja un interés de 40 años por la barbacoa texana”.
- En Financial Times, pocas veces he visto una descripción más precisa de nuestra situación económica actual que la que pinta Satyajit Das. También quiero destacar la fascinante y ampliamente compartida mirada de John Burn-Murdoch a la división ideológica que está surgiendo entre los hombres y las mujeres de la generación Z.
- Y para aquellas personas que quieran saber más acerca de cómo y por qué los periodistas de Financial Times en Estados Undos hacen su trabajo, echen un vistazo a los videos realizados por algunos de los talentos, ¡incluidos Ed y yo! Colby Smith, editor de economía estadunidense, se une a Edward Luce en el Mall de Washington. En el paseo marítimo de San Francisco, nuestra editora de finanzas de la Costa Oeste, Tabby Kinder. Y aquí, en Nueva York, la editora de finanzas Brooke Masters, el columnista de Unhedged Robert Armstrong y (paseando por Greenwich Village) una tal Rana Foroohar.
Peter Spiegel responde
Rana, con el riesgo de ser un poco aburrido en mi presentación inaugural como persona que responde de forma semipermanente durante año electoral aquí en Swamp Notes, tengo que admitir que he estado viendo las mismas encuestas sobre la confianza del consumidor y pienso lo mismo.
Para complementar nuestra propia investigación, alentaré a los lectores de Swamp Notes a estar atentos a la encuesta de Financial Times-Michigan Ross, que lanzamos un año antes del día de las elecciones con la idea de darle seguimiento justo a esto: ¿el sentimiento económico cómo va a afectar el comportamiento de los votantes?
Regresamos al campo apenas esta semana para nuestra encuesta de febrero, pero ya estábamos viendo que las tendencias cambiaban a favor de Joe Biden en los tres meses anteriores. Desde noviembre del año pasado, más ciudadanos estadunidenses aprueban el manejo de la economía por parte del actual presidente de la nación, más piensan que la economía está mejorando y más creen que sus políticas están ayudando.
Sin embargo, el problema que tiene es que si bien sus números están mejorando, lo hacen desde una base muy baja. Nuestra pregunta principal de cada mes es la que utilizó Ronald Reagan para vencer a Jimmy Carter en 1980: “¿Estás mejor que hace cuatro años?” Cuando comenzamos las encuestas en noviembre, un miserable 14 por ciento de los estadunidenses dijo que estaban en mejor situación financiera desde el día en que Joe Biden asumió el cargo. El mes pasado, esa cifra era del 17 por ciento. Así que son mejores noticias para la campaña electoral de Biden; sin embargo todavía están muy lejos de ser buenas.
Estoy muy ansioso por saber qué muestran nuestros datos de febrero cuando tengamos las cifras dentro de unos días, por las mismas razones que citas, Rana: dado el entorno macroeconómico, los estadunidenses deben estar menos gruñones respecto a la Bidenomía de lo que están; sin embargo, como se puede observar, hay un gran desfase entre el desempeño económico y el sentimiento que se tiene de la economía, y Joe Biden necesita escalar una colina muy grande antes de que la economía estadunidense sea netamente positiva para sus posibilidades de reelección.
Sus comentarios
Y ahora unas palabras de nuestros lectores de Swamp Notes… En respuesta a:
“El sensato comentario de Adam Tooze sobre la columna de Edward Luce señala correctamente que los estadunidenses más jóvenes abandonaron en gran medida las aspiraciones, ‘vanagloriosas’ o no, al liderazgo mundial, y enfocan de manera adecuada la atención en los males internos de Estados Unidos; sin embargo, esto está lejos de ser una tendencia totalmente positiva. Lo que ocurre fuera de EU, desde el cambio climático planetario hasta los ataques al transporte marítimo mundial en el mar Rojo, pasando por la amenaza nuclear de Corea del Norte o los desafíos planteados por regímenes antidemocráticos mucho más grandes, afecta profundamente a la economía y al futuro político de la Unión Americana, y no puede ser afrontado por un país de Estados Unidos que se repliega en sus esfuerzos por ejercer el liderazgo en el mundo. Por supuesto, como señala Ed, esos esfuerzos no siempre han sido bienintencionados ni han tenido éxito, pero no es factible ni correcto que la nación norteamericana deje de intentar utilizar su fortaleza económica y militar y la credibilidad política que le queda para hacer frente a estos retos”. - Jonathan Blackman, Nueva York.