Este ha sido un año estupendo para las acciones brasileñas, que se coronó esta semana por la oferta pública inicial en Nueva York de XP, un grupo de servicios financieros que promete revolucionar la forma como los brasileños comunes compran acciones y bonos.
Las acciones de la empresa superaron su rango objetivo de precios y subieron casi 30 por ciento en su primer día de operaciones. Hay que preguntarse si los inversores se están adelantando.
XP en sí tal vez no es una preocupación, a pesar de su valoración tan grande. Cumple una promesa de disrumpir el sector financiero de Brasil, donde los inversores minoristas tradicionalmente quedan excluidos o resultan afectados por comisiones infladas. Lo hace en un momento en que la novedad de las tasas de interés del mundo real empujan a cualquier persona con ahorros hacia inversiones que son más fuertes que una cuenta de ahorros.
El hecho de que XP esté cubriendo la demanda en parte vendiendo bonos corporativos de emisores primerizos a inversores minoristas novatos puede terminar poniendo algunas piedras en su camino, pero parece poco probable que lo descarrile del todo.
Lo que puede resultar más preocupante es que XP es sólo parte de un impulso mucho mayor hacia activos de mayor riesgo. Las empresas brasileñas recaudaron 346 mil millones de reales (84 mil millones de dólares) en los mercados locales en los 11 meses anteriores a noviembre, principalmente en bonos corporativos e incluyendo 78 mil millones de reales en acciones. El total supera fácilmente el total del año pasado de 249 mil millones de reales y es más del doble del promedio de los cinco años anteriores, de acuerdo con Anbima, una asociación de mercados de capitales.
La bolsa de valores de Sao Paulo está en racha. Su índice de referencia Bovespa subió más de 25 por ciento este año. Los inversores nacionales invirtieron cantidades récord en el mercado de valores.
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Es sensato observar a los inversores extranjeros. Aparte del año de crisis de 2008, han sido fuertes compradores netos de acciones en la bolsa todos los años desde que se recopilaron las cifras por primera vez en 2004. Sin embargo, esa entrada neta se detuvo el año pasado. Y este año, hasta el 9 de diciembre, retiraron un neto de 13 mil 600 millones de reales, el mayor retroceso registrado.
Parte de la razón es que Brasil es un mercado grande y líquido en un mundo incierto. Los problemas en otros grandes mercados emergentes pudieron haber llevado a inversores a vender activos.
Pero también es probable que los inversores extranjeros estén menos dispuestos a creer la historia de recuperación de Brasil que los locales. El impulso de la reforma al parecer se estancó después de la aprobación este año de una histórica reforma de pensiones. A pesar de las señales de un incipiente crecimiento económico después de una profunda recesión en 2015-16, el desempleo persiste en casi 12 por ciento. La deuda de los hogares está en aumento y su calidad se está deteriorando.
Brasil aún debe escapar de su antigua trayectoria de “vuelo de gallinas”, donde la economía despega brevemente antes de volver a la tierra. Los inversores cautelosos esperarán que esto pase.