Brian Moynihan habla en voz baja y rápidamente. Tan rápido que es casi imposible seguirle el paso; me imagino reproduciendo la grabación de la entrevista a la mitad de velocidad para estar seguro de no perderme nada. “Hablo rápido”, reconoce. “Eso es parte de ser uno de ocho hijos”.
Moynihan fue el sexto hijo, creció en Ohio en una familia de científicos, su padre trabajaba para el grupo químico DuPont. Él optó por un camino diferente, se formó como abogado y finalmente eligió una carrera que lo llevaría a la cima de Wall Street --y a una amistad con el rey Carlos-- como director general del Bank of America.
Este mes se cumplen 15 años desde que Moynihan asumió el cargo y en enero de 2010 el mundo se veía bastante diferente. La economía mundial todavía se estaba recuperando de la crisis financiera, Bank of America tenía miles de millones de dólares en activos hipotecarios dudosos y un estado de ánimo febril se había apoderado de Wall Street.
Bank of America necesitaba una figura tranquila para dirigir la limpieza, volver a poner al banco en equilibrio y restaurar la confianza de los inversionistas. Eligió a Moynihan, que se convertiría en el hombre tranquilo de Wall Street: sin la temeridad de algunos de sus colegas, ha seguido una estrategia que denomina “crecimiento responsable”, evitando muchas de las apuestas más arriesgadas en un intento de evitar los escollos de la era anterior a la crisis. “Todos tienen un papel que desempeñar en la administración del riesgo”, declara solemnemente en el sitio web del banco estadunidense.
Es una estrategia que en gran medida ha dado sus frutos: desde sus mínimos posteriores a la crisis, Bank of America creció hasta alcanzar una capitalización de mercado de alrededor de 350 mil millones de dólares (mdd) y es el segundo banco más grande de Estados Unidos (EU), detrás de JPMorgan. Sin embargo, las acciones de rivales más agresivos con divisiones de banca de inversión más grandes han tenido un mejor desempeño: por ejemplo, el precio de las acciones de JPMorgan subió el doble que el de las acciones de Bank of America desde principios de 2010.
En los últimos años, Bank of America asumió más riesgos, como por ejemplo el desarrollo de su división de mercados. Pero ahora con la economía estadunidense en pleno auge y el presidente Donald Trump prometiendo una hoguera de regulaciones, ¿ahora es el momento de asumir aún más? No, dice Moynihan rotundamente. “Dirigimos la empresa de la misma manera que siempre”.
Admite que el regreso de Trump podría ser bueno para los bancos y ha estado en contacto con algunos de los miembros del nuevo gabinete. Menciona la “resistencia” a las regulaciones, algo en lo que estuvo involucrado el año pasado cuando los bancos estadunidenses presionaron para diluir las reglas finales de Basilea III que exigían que mantuvieran más capital.
“Se ha visto que (la resistencia) ocurre en otros países”, donde la gente rechaza ser “controlada” y que se les diga “qué hacer”, dice. Él cree que esto sucedió en las elecciones de EU y dice que Bank of America “será el beneficiario de ese movimiento”.
Sin embargo, no está dispuesto a quitar los frenos. “Queremos un buen conjunto de reglas que sean justas para todos, que nos ayuden a apoyar el crecimiento, pero que también ayuden a mantener la industria como es, mejor capitalizada y mejor administrada del mundo”.
“Porque al final, terminamos pagando por los errores”, menciona la quiebra de Silicon Valley Bank (SVB) y la cantidad que los grandes bancos tuvieron que pagar a la agencia estadunidense que asegura los depósitos. “Si Silicon Valley (Bank) fracasa, pagaremos 2 mil 700 mdd por eso. No es una cifra menor si estas empresas quiebran. Preferimos que esten bien administradas”.
La operación de limpieza en sus primeros años en el puesto fue ardua, ya que Bank of America asumió grandes cargos y tuvo dificultades para digerir la difícil adquisición de Merrill Lynch.
“Nos deshicimos de alrededor de 50 negocios operativos diferentes. Nos deshicimos de cientos de miles de millones de dólares en activos. Teníamos 50 mil mdd en capital privado de los que nos deshicimos”.
Moynihan concentró su atención en los negocios centrales de banca de consumo, gestión patrimonial e inversión corporativa global. “Nunca dudé de la compañía en absoluto, porque teníamos grandes personas (llama a los empleados de Bank of America ‘compañeros de equipo’), grandes clientes, una gran franquicia y un gran poder de generación de ganancias. Tuvimos un cargo de 21 mil mdd en un solo trimestre, y todavía creo que ganamos dinero ese año”.
EL DICE...“Queremos un buen conjunto de reglas
que sean justas para todos”.
Una oportuna inversión de Warren Buffett en 2011 afiló las mentes de los inversionistas sobre el valor subyacente del banco. “Llamó y dijo: quiero invertir 5 mil mdd”. Ese año, EU “estuvo bastante cerca de caer en incumplimiento de pago de su deuda” y el gobierno “literalmente se quedó sin dinero. Estábamos financiando gran parte de eso porque distribuimos cheques de seguridad social y (otras) cosas”.
Le dijo a Buffett que Bank of America no necesitaba el capital. “Dijo: Sé que no lo necesitas. Por eso te llamo”. Buffett invertiría 5 mil mdd, llegando a un acuerdo por una participación con garantías adjuntas que al final le permitieron comprar las acciones a siete dólares. Se cotizaban a 5.50 dólares en ese momento; seis años después, cuando las acciones habían subido a 24 dólares, Buffett utilizó las garantías en una operación que le hizo ganar a Berkshire Hathaway miles de millones de dólares.
“Dijo: ´Tienes una gran franquicia; sal y dirígela´”, recuerda Moynihan. “Eso es lo que hicimos. Nuestra base de capital probablemente era de alrededor de 100 mil mdd, así que (los 5 mil mdd) no eran tanto. Pero fue el respaldo en torno al capital lo que lo hizo posible”.
Buffett volvió a abalanzarse sobre las acciones de Bank of America en 2020, cuando los mercados se desplomaron por la pandemia de covid-19. El Sabio de Omaha recientemente vendió parte de su participación; las acciones en la actualidad operan en torno a los 44 dólares. Moynihan dice que han hablado “mucho” a lo largo de los años. “De vez en cuando hablábamos de lo que vemos en el mundo. No necesita sentarse allí y decir: dime qué estás haciendo, porque hizo (la inversión) en la empresa, en la gente y en nosotros”.
Moynihan tiene un tipo diferente de relación con el rey Carlos, ya que trabaja estrechamente con él en una iniciativa de sustentabilidad que tiene como objetivo aprovechar la experiencia del sector privado para alcanzar los objetivos de emisiones netas cero. La Sustainable Markets Initiative (Iniciativa de Mercados Sustentables) se dio a conocer en Davos en enero de 2020, poco antes de que el mundo entrara en confinamiento por la pandemia; a partir de entonces, las reuniones se llevaron a cabo de forma virtual, con los directores generales discutiendo ideas y programas con el rey por medio de Zoom. “Su conocimiento es muy profundo. Su capacidad para lograr que la gente trabaje junta y su creencia en el sector privado... lo hicieron único”.
Pero, con señales de que el sector corporativo estadunidense puede retirarse de los objetivos climáticos durante el segundo mandato de Trump, ¿la iniciativa de sustentabilidad está amenazada? Moynihan dice que no, señalando que hay compañías de gas y petróleo en el SMI. Pero Bank of America, junto con Citi y otros, terminó 2024 abandonando la alianza climática más grande del mundo para bancos, retractándose de una promesa respaldada por la ONU de limitar la inversión y los préstamos a industrias que contribuyen a las emisiones de gases de efecto invernadero.
La nueva Casa Blanca tal vez no esté de acuerdo, pero Moynihan insiste en que todavía hay una oportunidad de negocio en la sustentabilidad. Destaca un refinanciamiento de deuda por naturaleza de los préstamos del país centroafricano Gabón, que Bank of America organizó el año pasado. “Reestructuraron la deuda y tomaron los ahorros de eso y preservaron los arrecifes de coral, que capturan carbono”.
El mes pasado, el banco organizó un acuerdo similar para Ecuador y sus competidores también se sumaron a ese espacio. Pasó “de una idea en la que la gente pensaba, esto es tan difícil, que no se hará, a dos años más tarde…hay 10 u 11 acuerdos anunciados”.
La otra pasión de Moynihan es la educación, y sus profundos vínculos con la Universidad de Brown, donde estudió historia y jugó rugby. Ahora es miembro del consejo de la universidad y el año pasado fue nombrado rector. Recita una lista de familiares que también asistieron: su esposa, su hermano, su hijo, la esposa de su hermano, el hijo de su hermano. Se queda en la familia, digo. “Tengo una deuda con el lugar...todas las personas (de mi familia) que asistieron allí y lo que hizo por mí”.
Pero hay retos en el horizonte para las universidades estadunidenses de élite, con la administración Trump prometiendo retener el financiamiento público para las instituciones que no eliminen los programas de diversidad, equidad e inclusión.
¿Está preocupado? Brown es una reconocida universidad de investigación y su financiamiento podría estar en riesgo. Moynihan dice que no está preocupado. El debate, explica, diplomáticamente, será si hay parámetros establecidos en torno a las becas “que tengan más que ver con otros objetivos de la sociedad que no tienen nada que ver con la investigación. Eso es lo que dice la administración. ¿Eso significa que no quieren la investigación?”.
Enumera los logros científicos e industriales que han sido posibles gracias a la investigación en instituciones estadunidenses de élite. “Si creemos que debemos tener un negocio de chips, si creemos que debemos tener un programa espacial, si creemos que debemos tener vehículos eléctricos, tenemos que mantener ese motor en marcha, porque esa pequeña inversión es un multiplicador”.
Moynihan parece sugerir que si te quieres meter con el financiamiento de la investigación universitaria es bajo tu propio riesgo, pero no quiere decir más. Al abogado que fue a Wall Street le ha beneficiado mucho su enfoque mesurado en los últimos 15 años, así que ¿por qué cambiar? Después de despedirnos, me llama la atención una referencia que hace a su infancia, en esa casa con ocho niños. “Si tuvieras que discutir tantas veces como yo sobre quién lavará los platos, sabrías que puedes durar más que cualquiera”.
OMM