Esta semana nos llegan muchas noticias, como la cumbre inaugural de la Alianza Para la Prosperidad Económica de las Américas en Washington DC, en la que 12 países de América del Norte y del Sur, incluido Estados Unidos, pretenden renovar los sistemas de comercio regional.
También recibimos una nueva orden ejecutiva del presidente Joe Bidensobre inteligencia artificial (IA), que se espera se firme hoy mismo. Su tono es similar al de la orden de julio de 2021, en la que esbozó 72 formas de evitar que las grandes corporaciones dominen nuestra economía y sociedad. Además pide a numerosas agencias federales que establezcan normas sobre privacidad, seguridad y competencia de IA y nombra a un comisionado de la Casa Blanca para coordinar los esfuerzos, lo que incluirá informes periódicos de las empresas a los gobiernos sobre cómo están asegurando la tecnología y manejando sus riesgos.
Aunque Estados Unidos ha sido el mayor innovador en inteligencia artificial, de cierta manera llegamos tarde a la fiesta en cuanto a su regulación. Tanto Europa como China tienen sus propias propuestas, y se ha ejercido mucha presión a la Casa Blanca para que saque algo al respecto. Sin duda, la IA necesita normas básicas lo antes posible. Incluso directores ejecutivos libertarios de compañías de tecnología como Elon Musk piden que se establezcan (a pesar de que él y sus colegas siguen adelante con la innovación lo más rápido posible, por miedo a quedar rezagados ante sus competidores o China).
Sin embargo, a pesar de todo el bombo y platillo, vale la pena detenerse para pensar en lo que la inteligencia artificial puede hacer en la actualidad. A continuación un pequeño examen para los lectores de Swamp Notes al respecto.
1. ¿La inteligencia artificial puede superar al mercado en la inversión bursátil? No. Un estudio reciente sobre un índice de 12 fondos de cobertura que utilizan IA para invertir en realidad quedó por detrás de su índice más amplio de fondos de cobertura en alrededor de 14 puntos porcentuales en los últimos cinco años. De acuerdo con Plexus Investments, solo 45 por ciento de los fondos impulsados por esta tecnología superaron a sus índices de referencia.
2. ¿Puede cubrir una guerra? Sí. Bueno, más o menos. Muchas organizaciones de noticias utilizan reportajes y fotos basados en inteligencia artificial que crean de forma algorítmica lo que un reportero habría recogido a mano en el pasado.
3. ¿Puede superar a un médico? Sí. Una inteligencia artificial que analice una foto de una peca superará 95 por ciento de los dermatólogos en el diagnóstico. Lo mismo ocurre con los problemas oculares y otras enfermedades que se basan en la experiencia que proporciona la repetición.
4. ¿Puede hacernos más empáticos? Tal vez. Los sistemas de inteligencia artificial se utilizan ahora en los centros de atención telefónica para controlar el tono, el ritmo y la entonación de los trabajadores humanos y saber cuándo se están fatigados, disociando o necesitan un descanso. Es algo así como lo contrario del software de programación algorítmica que permite a los trabajadores planear sus vidas, ya que sus horarios cambian a medida que aumenta el trabajo.
Lo que sabemos que la inteligencia artificial puede hacer es lograr que nuestras actividades diarias —desde la programación informática hasta la revisión, el servicio al cliente o el papeleo— sean mucho más eficientes. Sospecho que en los próximos años todos la vamos a utilizar de forma cotidiana para recopilar datos de la misma manera que la gente usa la búsqueda de Google ahora.
Todo esto es bastante benigno, pero, por supuesto, las deep fakes políticas y la posibilidad de una tercera guerra mundial inducida por Terminator o una pandemia no lo son. Eso es lo que todavía se desconoce acerca de la inteligencia artificial: cómo piensa.
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Recién cené con uno de los grandes pensadores de Silicon Valley y me dijo que en realidad no cree que ChatGPT esté pensando; más bien, regurgita respuestas de la gran cantidad de datos que consume, y si ocasionalmente son espeluznantes o tontos, bueno, nosotros también.
Pero esto no me convence del todo. ¿Recuerdan la historia de AlphaGo, el programa informático desarrollado por DeepMind, filial de inteligencia artificial de Google, que venció al campeón mundial del juego chino Go? No ganó jugando mejor que el humano, sino de una manera inhumana. Miles de años de comportamiento humano forjaron una regla general conocida incluso por los principiantes: al principio del juego se evita colocar piedras en la quinta línea desde el borde. Y, sin embargo, esto es justo lo que hizo AlphaGo en un movimiento inicial para ganar de una manera inesperada. Un maestro humano de Go lo calificó de “hermoso”. Otro dijo que lo hacía sentir “físicamente mal”.
Esas reacciones encapsulan las visiones comunes y diametralmente opuestas de un mundo en el que las máquinas harán la mayor parte de lo que hacen los trabajadores humanos en la actualidad. Un estudio académico reciente de OpenAI y la Universidad de Pensilvania encontró que la inteligencia artificial transformará al menos algunas de sus tareas en 80 por ciento de la fuerza laboral de EU. Hay un enorme múltiplo de productividad ahí: Goldman Sachs estima que la productividad laboral puede aumentar 1.5 por ciento, el doble de la tasa histórica reciente. Eso será similar en escala al efecto de la computadora personal y el auge tecnológico de la década de 1990, que duplicó la tasa de crecimiento del PIB de EU.
¿Pero se compartirá la productividad? Sospecho que es posible que veamos la disrupción obrera de las décadas de 1980 y 1990 llegar a los trabajos de servicios. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) advirtió en julio que las categorías laborales con mayor riesgo de desplazamiento serán los trabajos administrativos altamente calificados que representan un tercio del empleo en el mundo desarrollado. Pensemos en el populismo que puede resultar, la fabricación representa 8 por ciento de la fuerza laboral estadunidense, mientras que las plazas en riesgo inmediato debido a la inteligencia artificial representan alrededor de 30 por ciento.
Ed, mientras esperamos escuchar cómo propone el presidente regular la inteligencia artificial, ¿qué preocupaciones crees que son más y menos exageradas sobre la nueva tecnología? ¿Y crees que se trata de un tipo de inteligencia realmente nuevo o simplemente de una máquina pensante más rápida?
Lecturas recomendadas
- Estoy muy emocionada por compartir mi nuevo artículo de portada de noviembre en Washington Monthly. Trata de las raíces de la Bidenomía y de cómo el demócrata más moderado se convirtió en revolucionario, y coincide con el lanzamiento en pasta blanda de mi propio libro, Homecoming.
- En Financial Times, no te pierdas Almuerzo con Christine Lagarde. ¿Quién iba a decir que esta poderosa mujer hacía su propia mermelada?
- El artículo de Jemima Kelly, también en Financial Times, sobre la nueva Universidad de Austin, concebida como un espacio contra la cultura de la cancelación, dice mucho sobre dónde se encuentra la política universitaria en EU.
Edward Luce responde
Rana, Gran Bretaña, será la sede de la primera cumbre mundial sobre inteligencia artificial esta semana en Bletchley Park, lo cual es muy oportuno. Lo que me estás preguntando es la duda de Alan Turing sobre si las máquinas pueden pensar o proporcionar una imitación convincente del pensamiento humano. No me siento ni remotamente preparado para responder, excepto para decir que he conocido a bastantes humanos que parecían robots. Así que la vara para que las máquinas nos imiten parece bastante baja. En respuesta a sobre qué me gustaría que abordara Biden, en primer lugar es la cooperación global en materia de IA. Está muy bien que la Unión Europea y EU produzcan normas básicas, algo que debemos hace, pero Occidente también debe hacer todo lo posible para obligar a China a cumplir estándares regulatorios globales mínimos. Por eso creo que el evento importante de esta semana no es la orden ejecutiva de Biden.
Esta será apenas la segunda ocasión en que los funcionarios chinos se sienten con sus homólogos occidentales para debatir sobre inteligencia artificial. Da la casualidad de que estuve allí por primera vez en París a finales de 2019. Un alto funcionario estadunidense dijo que EU no podía cooperar con China mientras fuera autoritaria. Un ejecutivo chino respondió con una letanía de quejas sobre la doble moral estadunidense en materia de derechos humanos. No se lograron avances. Mi conclusión fue más sobre la falta de aprendizaje humano que sobre los avances en el aprendizaje automático. Se critica a Rishi Sunak, anfitrión de la cumbre de Bletchley Park, por centrar su agenda en los desafíos “de la frontera” o “existenciales” de la IA, en lugar del impacto en el trabajo, la privacidad a corto plazo. De cualquier manera, me alegro de que esté haciendo el esfuerzo. Occidente y China deben involucrarse.
Mi otra respuesta es sobre la desigualdad. Comparto todos los presentimientos sobre el futuro de la guerra y la pregunta fundamental sobre si las computadoras deciden que somos demasiado tontos como especie para seguir aquí, pero una preocupación inmediata son las enormes tasas de retorno que los propietarios de IA inevitablemente obtendrán en los próximos años. Ya vivimos en una sociedad oligárquica. Me temo que hoy parecerá un juego de niños en comparación con lo que está a la vuelta de la esquina. En otras palabras, es a los Elon Musk y a otros humanos a los que más temo.
Sus comentarios
Y ahora unas palabras de nuestros lectores… En respuesta a:
“Gracias por el boletín. No diré que disfruté leyéndolo, porque reforzó mis temores sobre el Partido Republicano de la actualidad. Si pudiera describir mi reacción, sería de puro agotamiento. Les escribo desde Salem, Massachusetts, que tiene su propia historia oscura… mi primer antepasado aquí fue expulsado en parte por su creencia en la separación de la Iglesia y el Estado. Me parece que seguimos luchando contra extremistas religiosos mientras el mundo arde. Uno pensaría que ya nos habríamos dado cuenta”. - Angela Williams.