Los despreocupados entusiastas de las criptomonedas se jactan de promover la libertad financiera, pero las monedas digitales pueden ser ahora requisadas por Rusia como armas en la batalla para aplastar la libertad de Ucrania.
Los criptoactivos podrán ayudar a Rusia a continuar el comercio con Occidente incluso cuando la intensificación de las sanciones bloquee los canales de pago convencionales.
Difícilmente será un cambio sin fricciones. El bitcóin, por ejemplo, es un medio de transacción volátil y tosco. Además, el inventario de criptomonedas es minúsculo en comparación con monedas importantes como el dólar. Todo el mercado de criptomonedas tiene una capitalización de mercado de 1.7 billones de dólares, no mucho mayor que los activos bancarios rusos que son blanco de las sanciones, de acuerdo con la consultora Elliptic.
Los que rompen con las sanciones tendrán que utilizar plataformas que no cumplen con las normas. Las plataformas de intercambio de criptomonedas, como Binance, están bloqueando las cuentas de los clientes rusos afectados por las sanciones, aunque se resisten a las peticiones ucranianas de congelar a todos los usuarios rusos.
Cualquier empresa que facilite las transacciones prohibidas puede esperar severas repercusiones. En septiembre pasado, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos impuso sanciones a Suex, un intercambio de moneda virtual, por su papel en las transacciones de ransomware. El mes pasado, el FBI anunció que pondrá en marcha una unidad para el análisis de blockchain y la incautación de activos virtuales.
La aplicación de la ley se ve favorecida por las lagunas en el secreto que rodea a las criptomonedas. Los usuarios de bitcóin, por ejemplo, están vinculados a una dirección pública, pero hay servicios que mejoran el anonimato y pueden ayudar a ocultar el origen de esas transacciones. Al tener en cuenta los conocimientos cibernéticos rusos, es razonable esperar que estén desarrollando técnicas cada vez más sofisticadas.
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Las criptomonedas pueden desempeñar un papel más tangencial en la lucha de Rusia con Occidente que el de ser un reemplazo a la banca corresponsal. Proporcionan financiamiento a través de la ciberdelincuencia. El año pasado, los delincuentes rusos robaron casi 400 millones de dólares en activos digitales, de acuerdo con la empresa Chainalysis.
Rusia también podrá ampliar las operaciones de minar bitcoines con sus reservas de energía. Irán ya recaudó hasta mil mdd de esta forma, según Elliptic. Con menos éxito, Venezuela trató de eludir las sanciones con una criptomoneda respaldada por el petróleo llamada petro en 2018.
Las criptomonedas pueden desempeñar un papel positivo. Somos testigos de su uso por parte de las personas que luchan por la libertad en Ucrania y Myanmar. Sin embargo, este papel se ve cada vez más eclipsado por el potencial para romper las sanciones.
Es probable que se produzcan daños colaterales. Es de esperar que los abusos a gran escala lleguen a frenar la adopción de los criptoactivos por parte de las instituciones financieras. Las criptomonedas empezaron a entrar en la corriente principal el año pasado. Ese avance está a punto de detenerse.