Cómo Janet Yellen desplegará su ‘poder blando’ en el Tesoro

FINANCIAL TIMES

Gabinete de Biden. La ex presidenta de la Fed sabe persuadir a otros economistas para que piensen como ella; ahora trabajará como diplomática con la misión de hacer cumplir leyes fiscales y regulación financiera.

La directora del Consejo de Asesores Económicos durante el gobierno de Clinton. (Jim Lo Scalzo/EFE)
Brendan Greeley
Londres /

Hace poco más de cuatro años, cuando Janet Yellen era todavía la presidenta de la Reserva Federal de Estados Unidos, dio un discurso en la división del Banco Central de Boston. 

Los presidentes de la Fed por lo general solo dan dos tipos de discursos: breves invocaciones que no dicen nada o guías cuidadosamente programadas a los mercados financieros sobre las políticas. En Boston, sin embargo, Yellen jaló una palanca diferente de poder. Le dijo a los macroeconomistas de Estados Unidos qué le causaba curiosidad. 

Esta semana, Joe Biden, presidente electo de EU, indicó que nombrará a Yellen como secretaria del Tesoro. Ella lo va a asesorar sobre los gastos, pero al final las decisiones dependen del Congreso y la Casa Blanca. En su lugar, Yellen tendrá en su cartera las sanciones económicas y cierto nivel de supervisión de los servicios financieros; será capaz de hacer cumplir las leyes fiscales y la regulación financiera. Trabajará como diplomática, hablando con los ministros de Finanzas que conoce desde la Fed.

Sin embargo, ella ya demostró que domina una fuente poco apreciada de poder blando en EU. Yellen sabe cómo hacer que otros economistas piensen como ella.

Es imposible hacer políticas en Washington sin consultar primero a un macroeconomista. Están esparcidos por la capital como sacerdotes en la Santa Sede. Tienen un lugar en los dos consejos económicos del presidente, en la Oficina de Presupuesto de la Casa Blanca, en el personal del comité económico conjunto en el Congreso. Cuando no están en el poder, se retiran a los grupos de expertos en la ciudad —los monasterios de sus respectivas órdenes— o al obispado de la cátedra académica en Massachusetts, California o Illinois.

No solo ofrecen consejos, hacen predicciones. Los macroeconomistas de la Oficina de Presupuesto del Congreso modelan los efectos de la legislación sobre el crecimiento económico y los ingresos fiscales. Las respuestas que dan esos modelos pueden acabar con un proyecto de ley de gastos incluso antes de que llegue a votación. En la Fed y en los bancos regionales de la Reserva Federal, los macroeconomistas del personal generan predicciones que dan forma a la política. Algunos de sus análisis se publican para que los inversionistas los interpreten. Hay macroeconomistas que hacen predicciones en los departamentos de Comercio, del Trabajo y Agricultura.

Todos informan, a través de sus agencias, pero también se informan entre sí. Se capacitan juntos, publican artículos juntos. Ellos arbitran esos papeles, hablan con sus propios mentores, comen pollo seco juntos cada enero en la gran conferencia de la American Economic Association (Asociación Económica Estadunidense) donde, como presidenta este año, Yellen ha presionado por una mayor diversidad en la profesión.

La macroeconomía no es solo una ciencia social, es una cultura. Se puede argumentar que sociólogos e historiadores deben tener el mismo acceso al poder, pero no es así, y no ocurrirá pronto. Si puedes cambiar toda la cultura de los macroeconomistas, un poco —y que cambien sus modelos—, entonces puedes alterar la forma en que hacen predicciones y dan consejos. Y eso cambiará la conversación en todas las agencias de Washington.

Eso es justo lo que Yellen hizo en Boston en 2016. Sugirió que los macroeconomistas pensaran si un colapso de la demanda —cuando la gente de repente deja de gastar dinero— podía desalentar a las empresas a largo plazo de desarrollar más capacidad para suministrar productos. Preguntó si tenía sentido actuar “agresivamente” para mantener el gasto de los estadunidenses después de una conmoción. Sugirió observar cómo diversos grupos de personas se comportan de manera diferente durante una recesión, si los pobres dan marcha atrás mientras los ricos gastan. Y preguntó si los economistas entendían qué creaba la inflación.

Ninguna de estas preguntas eran nuevas. Los macroeconomistas ya habían publicado y debatido en conferencias sobre cómo sus modelos habían fallado durante la crisis financiera mundial y la lenta recuperación que siguió, pero Yellen definió las preguntas para la profesión, dijo Maurice Obstfeld, ex economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI), que ahora trabaja en la Universidad de California en Berkeley.

Raghuram Rajan, quien dirigió el banco central de India y ahora está en la Universidad de Chicago, agregó: “La capacidad de hacer las preguntas correctas es en extremo importante. Hay mucha gente en el sistema que puede trabajar para darte las respuestas”.

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AJUSTARÁN PLAN DE COMPRA DE ACTIVOS

La Reserva Federal de Estados Unidos ajustará su programa de compra de activos para continuar sosteniendo la economía, según extractos de su última reunión de política monetaria difundidos ayer. “Muchos participantes (de la reunión) consideraron que el Comité (de Política Monetaria) querrá tal vez mejorar sus orientaciones sobre compras de activos bastante rápido”, señaló el organismo.


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