Un director pionero. Un merecido premio a la Mejor Película en la noche de los premios Oscar. Una narración sublime a través de subtítulos. Esto ha ocurrido solamente dos veces.
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Esta semana, Parásitos (Parasite) de Bong Joon-ho, una obra maestra de Corea del Sur, se convirtió en la primera película en idioma extranjero en ganar el premio principal de la industria. Alas (Wings), la película épica de aviación de William Wellman, la última de las grandes películas mudas, ganó en los primeros premios Oscar.
Esas dos películas, separadas por más de 90 años, surgieron en un momento de cambios convulsivos provocados por tecnología disruptiva, cambios en el comportamiento del consumidor y una revaluación sobre cómo valorar la propiedad intelectual creativa.
En el año en que se estrenó Alas la nueva tecnología de grabación marcó el inicio de las películas habladas, algo que cambió a Hollywood para siempre. Parásitos es un referente de un cambio que probablemente sea mayor, impulsado por algoritmos de traducción y una guerra insostenible entre los servicios rivales de streaming de televisión.
Cada anuncio de ganancias de los medios, desde Hollywood hasta Silicon Valley, destaca la feroz competencia entre Disney +, Hulu, YouTube TV de Alphabet y WarnerMedia de AT&T; la inversión necesaria para competir con Netflix (167 millones de suscriptores a nivel mundial) y Amazon Prime (150 millones de suscriptores) también se vuelve evidente. Netflix solo espera gastar alrededor de 2 mil 500 millones de dólares (mdd) este año.
Para los productores de contenido de todo el mundo, cada vez se vuelve más difícil apostar en una producción ganadora y, en teoría, más fácil colocar el contenido frente a nuevas audiencias. El triunfo de Parásitos pertenece sin duda a Bong, pero comparte algo de crédito con el nuevo poder del sofá globalizado.
El contenido nunca ha tenido un mayor poder como de rey. Es por eso que Studio Ghibli, el creador de Mi Vecino Totoro (Totoro) y El Viaje de Chihiro (Spirited Away) abrazó a HBO y Netflix y por eso compañías colombianas de producción con telenovelas de 72 partes reeavaluan su nuevo potencial global. Miles de compañías de contenido luchan para encontrar un lugar. Los grupos asiáticos podrían encontrarse en un lugar especialmente bien posicionado dada su enorme cantidad de producción y, en el caso de Japón, catálogo antiguo subexplotado.
En el análisis del éxito de Parásitos, se hará mucho hincapié en las fuerzas que se unen bajo el paraguas de Netflix. De manera justificada. La compañía californiana de medios, su papel como estudio, su nuevo hábito de exponer a las personas a televisión con la que no están familiarizadas y la forma en que se ha normalizado el modelo “pull” (jalar) de entrega de contenido son todos críticos.
Las audiencias de EU y de todo el mundo pueden recorrer y consumir un programa de drama de detectives de Bélgica, películas biográficas españolas, programas de realidad chinos y thrillers cibernéticos alemanes con una indiferencia cada vez mayor a su lugar de origen. El idioma se ha convertido en una barrera superable, los subtítulos son irrelevantes. Esta audiencia consume todo tipo de cosas —desde comentarios en las fotos de comida en Instagram, hasta actualizaciones en WeChat sobre la ceremonia de los premios Oscar— como un asalto de imágenes y palabras. Las letras en el fondo de la pantalla no son nada.
Bong —y las películas de Corea del Sur de manera más general—claramente entendieron esto y se beneficiaron directamente de las crecientes ambiciones de Netflix. En 2017, Okja, la película de aventuras de 2017 respaldada por Netflix, compitió por la Palma de Oro en Cannes. La audiencia repleta de personajes de la industria cinematográfica abucheó cuando apareció el logotipo de Netflix, pero a la película le dio una ovación de pie de cuatro minutos.
Parásitos también es parte de una “ola coreana” de exportación muy exitosa centrada en la música y el drama y el éxito de los gigantes de medios CJ E&M y SM Entertainment. Incluso sin Netflix, las telenovelas coreanas han tenido un gran éxito en China, Japón y gran parte del sudeste asiático.
Y ADEMÁS
NUEVO REINADO
BTS, la banda de gira más lucrativa del mundo de 2019 con ingresos de 196 mdd y los abanderados actuales del pop coreano, agotan entradas de conciertos en todos lados.
Detrás de todo esto ha habido un doble reconocimiento de los productores de Corea del Sur: su propiedad intelectual de entretenimiento se puede ajustar para tener un valor distinto y creciente en el extranjero y la tecnología ahora les permite presentarlos de forma barata y tener acceso a la gente que se la pasa viendo la televisión en todo el mundo.