Después de casarse en 2021, el esposo de Akiko trabajaba sin descanso como gerente de una tienda 7-Eleven en la prefectura de Oita, al sur de Japón. No tuvo ni un solo día libre antes de suicidarse casi 16 meses después, según relató ella.
“Él mismo le había dicho varias veces al dueño que era demasiado duro y que quería renunciar. Pero no había suficiente personal y, como era el gerente, no había quien lo reemplazara”, dijo Akiko, quien pidió hablar en condición de anonimato bajo un seudónimo. “Hubiera sido mejor si lo hubiera obligado a que renunciara antes, independientemente de lo que pasara. Ahora solo me quedan remordimientos”.
El año pasado, la Oficina de Inspección de Normas Laborales de la prefectura determinó que el suicidio del hombre de 38 años estaba relacionado con el exceso de trabajo, después de obtener pruebas de que estuvo trabajado sin descanso durante seis meses.
Con una eficiencia implacable, una limpieza impecable y una oferta de deliciosas bolas de arroz, pollo frito y sándwiches las 24 horas del día, los siete días de la semana, las tiendas de conveniencia niponas son la envidia de los turistas y un pilar fundamental de la vida de Japón.
Sin embargo, el lado oscuro del modelo de franquicia que sustenta los konbinis del país se vuelve cada vez más evidente, ya que el sistema se encuentra bajo presión debido a la escasez de fuerza laboral propia a medida que envejece la población.
Reiji Kamakura, secretario general del Sindicato de Tiendas de Conveniencia, dijo que los propietarios de las sucursales están bajo presión porque tienen dificultades para contratar más personal. Añadió que tienen poco margen de maniobra para aumentar los salarios a menos que las empresas compartan una mayor parte de las utilidades.
“Cuando decimos que los propietarios están alcanzando el límite, no me refiero a dentro de unos años, sino a ahora mismo”, declaró Kamakura.
7-Eleven, FamilyMart y Lawson dependen del modelo de franquicia para operar sus tiendas, recibiendo un porcentaje de las ventas o de las utilidades brutas como regalía a cambio de que los propietarios utilicen su marca, productos y cadenas de suministro.
En el caso de 7-Eleven, normalmente entre 40 y 70 por ciento de la utilidad bruta —ventas menos costo de los productos vendidos— se destina a la empresa. La compañía en Japón no reconoce al Sindicato de Tiendas de Conveniencia, ya que los franquiciados no son sus empleados.
Tras las quejas de los propietarios en 2019 por los horarios de las tiendas, las tres cadenas flexibilizaron dichos horarios. Sin embargo, los propietarios afirmaron sentirse presionados para mantener las unidades abiertas las 24 horas.
Modelo insostenible
Tomomi Nagai, analista jefe de Toray Corporate Business Research, está de acuerdo en que los elevados costos laborales merman aún más los ya bajos ingresos de los franquiciados y que se corre el riesgo de que el modelo de negocio se vuelva insostenible si no se aborda el problema.
“La disminución gradual del consumo, junto con la escasez de la fuerza laboral local, hace que las cosas sean extremadamente difíciles”, señaló, e indicó: “Creo que estamos en un verdadero periodo de transición, lejos del crecimiento acelerado que alguna vez tuvimos”.
Las tres principales cadenas de tiendas de conveniencia de Japón tratan de introducir tecnología como cajas de autoservicio, sistemas de pedidos con ayuda de inteligencia artificial (IA) y robots de limpieza para reducir el volumen de trabajo.
Si estos esfuerzos resultan infructuosos, las tres empresas pueden verse obligadas a introducir nuevas condiciones en los contratos de franquicia para contemplar el aumento de los salarios, señalaron analistas. O bien, si no logran encontrar nuevos franquiciados, tendrán que cerrar algunas sucursales.
Un veterano ejecutivo del sector minorista de Japón dijo que las tiendas de conveniencia acumulan numerosas “pérdidas ocultas” que recaen sobre los franquiciados, y que todo el sector corre el riesgo de sufrir “un colapso repentino en el número de propietarios de franquicias dispuestos a hacerse cargo de nuevas unidades”.
Los problemas son más graves para Seven & i Holdings, propietaria de 7-Eleven, que rechazó una oferta de adquisición de 46 mil millones de dólares por parte de la firma canadiense Alimentation Couche-Tard. Las ventas mensuales tienen un promedio de crecimiento de apenas 0.8 por ciento en el ejercicio fiscal actual, en comparación con más de 4 por ciento de Lawson y FamilyMart.
En una encuesta interna de Seven & i realizada a casi 13 mil propietarios de tiendas, a la que tuvo acceso Financial Times, se muestra que 90 por ciento está preocupado por los aumentos del salario mínimo. También les preocupa el plan de la empresa de abrir otras mil sucursales para 2030, en un contexto de creciente competencia por parte de nuevos rivales como farmacias y la cadena de supermercados My Basket, de Aeon.
Stephen Dacus, presidente de Seven & i, dijo en una entrevista con Financial Times que existe el riesgo de no poder atraer nuevos franquiciados si las ventas no mejoran.
Cuando se le preguntó sobre el suicidio en Oita y la creciente presión sobre los franquiciados, Dacus dijo: “No controlamos los salarios”, y describió medidas para reducir la carga laboral. Seven & i indicó que hará todo lo posible para evitar que se repita un incidente tan trágico.
Mayores esfuerzos
7-Eleven Japón implementó un sistema de alerta, que ya estaba en desarrollo antes del suicidio, que avisa a los propietarios sobre jornadas laborales excesivas o días libres insuficientes.
Dacus, quien solía trabajar en el turno de noche en la tienda 7-Eleven de su padre en Estados Unidos, dijo que cree que la empresa debe hacer más para ayudar en los esfuerzos de contrataciones y tomar otras medidas para proteger a sus propietarios.
“La primera y más obvia manera de lograrlo es vendiendo más. Necesitamos innovar con mejores y mayores productos que puedan vender e impulsar sus ventas con altos márgenes”, señaló, y agregó: “Necesitamos apostar por la tecnología mucho más de lo que lo hemos hecho”.
Seven & i, que genera 7.5 por ciento de sus ventas, pero más de la mitad de su utilidad operativa en Japón, también busca avanzar hacia el modelo de “megafranquicia” de Lawson, propiedad de Mitsubishi, en el que un único franquiciado administra varias tiendas.
Para llevar a cabo eso, 7-Eleven Japón está considerando realizar importantes ajustes en los contratos para 2027, por primera vez en 50 años, para los franquiciados que abran nuevas tiendas.
Mitsuya Maki, vicepresidente ejecutivo a cargo de planeación corporativa en Lawson, declaró que la captación de personal “sin duda es un punto débil” para los franquiciados, pero que por ahora se centran en introducir tecnología que ahorre mano de obra. “No creemos que debamos cambiar los contratos de forma urgente y radical”, sentenció.
“No encontramos personal”
El gerente de una tienda 7-Eleven en el centro de Honshu explicó que las utilidades se habían visto mermadas por una línea de productos poco atractiva, una base de consumidores envejecida y la apertura de tiendas rivales en los alrededores, incluidas otras sucursales de 7-Eleven.
Calculó que trabajaba 30 horas al mes gratis y esperaba que esa cifra aumente luego del incremento del salario mínimo este mes, 6 por ciento, hasta alcanzar el promedio nacional de mil 121 yenes (7 dólares) por hora. Según él, trabajar él mismo reduce los costos y ayuda a que su tienda familiar siga siendo rentable.
“El mayor problema es que simplemente no encontramos personal”, dijo el gerente, añadiendo que si las enmiendas propuestas a la seguridad social entran en vigor en 2026, los costos van a aumentar aún más. “Nos convendría más cerrar la tienda en esta situación, porque no podemos asumir ese gasto”, resaltó.
Akiko señaló que teme por los dueños de tiendas a menos que las empresas modifiquen el modelo de franquicia. “Creo que probablemente hay mucha gente como mi esposo, que trabaja sin descanso sin que nadie los reemplace”, indicó.