El mayor impacto de covid-19, para naciones en desarrollo

Opinión. Sabemos que estamos en medio de una extraordinaria contracción económica mundial, no sabemos qué tan profunda y persistente será ni cuánto tiempo durarán sus efectos adversos.

Venezuela, entre los países con las economías más vulnerables. Manuel Quintero/Reuters
Martin Wolf
Londres /

“Covid-19 es la conmoción en tiempo de paz más adversa para la economía global en un siglo”. Además, esta recesión “es la primera desde 1870 que se desencadena únicamente por una pandemia”. Ambas observaciones provienen de la excelente noticia del Banco Mundial. Iluminan la magnitud del daño. Nunca ha habido una mayor necesidad de una respuesta ambiciosa y cooperativa. Por desgracia, no hace mucho tiempo que estas cualidades han estado tan ausentes.

Una de las conclusiones más destacadas del informe es la magnitud de incertidumbre sobre lo que se avecina. Sabemos que estamos en medio de una extraordinaria contracción económica mundial. No sabemos qué tan profunda y persistente será, ni cuánto tiempo durarán sus efectos adversos.

Después de todo, nos encontramos en una fase temprana en el manejo de la enfermedad. Esto es particularmente cierto en los países emergentes y en desarrollo, donde el covid-19 todavía está despegando. Las medidas para contenerlo son especialmente difíciles de implementar allí, dada la dependencia que tienen muchos al trabajo en el sector informal y las limitadas capacidades sanitarias y fiscales que tienen los gobiernos. Su única ventaja es la relativa juventud de sus poblaciones.

Sin embargo, el manejo de la enfermedad es solo una parte del desafío que ahora enfrentan los países emergentes y en desarrollo. Muchos de ellos son muy vulnerables a las crisis económicas mundiales. Esta es de proporciones devastadoras. Han sido sacudidos, en diversos grados, por una caída mundial, fuertes desplomes en los precios de las materias primas, la huida del riesgo en los mercados financieros, una gran disminución en las remesas y los ingresos del turismo y una gran reducción en el comercio mundial. Es probable que muchos se vean obligados a caer en un incumplimiento de pagos.

Mucho depende de las consecuencias económicas. El banco indica que el rango de posibles resultados para el crecimiento económico global este año (a los tipos de cambio del mercado) caiga entre menos 3.7 y menos 7.8 por ciento. Para los mercados emergentes y las economías en desarrollo, caerá entre menos 0.5 y menos 5 por ciento. El banco espera un retorno al crecimiento en 2021, entre 1.3 y 5.6 por ciento en el mundo y entre 2.7 y 6.4 por ciento en las economías emergentes y en desarrollo. Esto significa que es muy probable que la producción no se recupere a los niveles de 2019 antes de 2022 en los países emergentes y en desarrollo. No regresará a los niveles implícitos por una continuación del crecimiento antes de la pandemia hasta mucho después de eso, si es que alguna vez ocurre.

La permanencia de las pérdidas depende de la naturaleza de las cicatrices. Como se señala en el informe, “la recesión grave se ha asociado con pérdidas de producción muy persistentes”. Los bajos niveles de uso de la capacidad disuaden la inversión y dejan un legado de capacidad obsoleta. Largos periodos de desempleo causan pérdida de habilidades y pueden disuadir permanentemente a los trabajadores de buscar trabajo. Innumerables empresas desaparecerán para siempre.

Es crucial evitar tanto los daños perdurables como los errores permanentes. Pero también, lo es proporcionar asistencia adecuada. Un reciente llamado de alto nivel al Grupo de los 20 países líderes señaló que la crisis puede sumir a 420 millones de personas en la pobreza extrema. Además, 80 por ciento de los niños no han ido a la escuela. Es una cuestión de gran urgencia moral y práctica, dada la interdependencia entre los países, contener esos resultados, con todas las consecuencias nefastas que deben acarrear. 

Es necesario el trabajo conjunto

Cuando las generaciones futuras examinen esta crisis, ¿la considerarán como un punto de inflexión decisivo y, en caso de ser así, en qué dirección? ¿Llegarán a la conclusión de que entendimos que una pandemia es una crisis compartida que necesita una respuesta eficaz y cooperativa? ¿O concluirán, en cambio, que permitimos que nuestra capacidad de cooperación y el frágil progreso del desarrollo económico se marchitaran? No sabemos su respuesta. Eso depende de lo que decidamos ahora. Sabemos lo que tenemos que hacer: actuar juntos.


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