El mercado de energía del Reino Unido tiene su momento Buffett. En lugar de la marea, son los campos de gas, la velocidad del viento, los cables de interconexión y las instalaciones de almacenamiento las que están caídas o fuera de servicio, algo que condujo a que se triplicaran los precios del gas este año y a precios récord de la electricidad en el mercado mayorista.
Y mientras que la analogía del Oráculo de Omaha se refería a los peligros de nadar desnudo, esta vez son los proveedores del Reino Unido los que fueron sorprendidos sin sus coberturas.
El mercado minorista de energía se enfrenta a una oleada de quiebras, en parte gracias a una cobertura inadecuada del riesgo de precios. Esto presenta una crisis a corto plazo que requiere la intervención del gobierno y un desafío a más largo plazo para un enfoque de política que le ha dado prioridad a la competencia por encima de la solidez de los participantes del mercado de energía.
El universo de proveedores minoristas de energía del Reino Unido, que se había ampliado de alrededor de 10 a mediados de la década de 2000 a un punto máximo de 70 en 2017, parece que se reducirá significativamente: ya disminuyó a aproximadamente 45 después de una serie de quiebras en agosto. Algunas predicciones ven una reducción drástica adicional, sin acción del gobierno, para finales de año.
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Esta trayectoria ha sido el resultado de una política de Reino Unido, que colocó la vara para ingresar al mercado a un nivel deliberadamente bajo, lo que alentó el cambio a empresas con tarifas promocionales que conducen a pérdidas y que no sostuvo el mercado con una investigación significativa de los proveedores y su gestión de riesgos.
Para ser justos, más recientemente el regulador Ofgem endureció las reglas. Pero, de hecho, el mercado de la energía ha estado funcionando sin mucha regulación prudencial.
Así como la crisis crediticia reveló una subcapitalización y una asunción de riesgos atroz en el sector bancario, esta contracción en un mercado donde los precios minoristas han sido limitados desde 2019, conducirá a quiebras entre los proveedores que se lanzaron sin hacer muchas preguntas, utilizando software estándar: el modelo de “proveedor limitado”.
El primer problema va a ser solucionar el asunto de las quiebras. Incluso las empresas de servicios públicos más grandes, cuya capacidad se redujo junto con su participación de mercado, podrían tener dificultades para tomar el control de una empresa del tamaño de Bulb, que tiene 1.7 millones de clientes y actualmente está en conversaciones para obtener nuevos fondos. La integración de más de uno o dos proveedores a la vez es probablemente inviable para la mayoría.
También sería costoso. Los precios máximos han funcionado en un entorno benigno de precios mayoristas, y donde las empresas se protegen contra la volatilidad comprando energía por adelantado o cubriendo su riesgo.
Pero el costo actual del suministro, según Cornwall Insight, está 200 libras por encima del nuevo límite de precio de las tarifas estándar, que tendrá un aumento de 139 libras a 1,277 libras en octubre. En ausencia de cobertura, los clientes que cambiaron a las tarifas más baratas ahora generan pérdidas por varios cientos de libras, además de tener un pasivo significativo si los precios suben más.
Es por eso que un “banco malo” sea necesario. Ofgem, utilizando el régimen de administración especial, ya puede administrar empresas en quiebra hasta que el mercado pueda absorber a los clientes. Este u otro vehículo podría manejar a los clientes que provocan pérdidas, donde competidores más saludables pueden asumir partes de las empresas.
Se podría necesitar un respaldo de liquidez más amplio para apoyar al sector en general. Esto tendría que evitar simplemente retrasar las quiebras a un costo adicional para el contribuyente, dice Josh Buckland de Flint Global. Pero la selección de clientes rentables, como implica la mala estructura bancaria, probablemente debería mantenerse al mínimo. Y los préstamos respaldados por el Estado podrían ayudar a los grupos más fuertes a absorber a sus pares con problemas.
El capital en el sistema bancario del Reino Unido es ahora tres veces mayor que antes de la crisis financiera. El reto a largo plazo para el mercado de la energía será volver a regular el sector para evitar la socialización de las pérdidas que resultan de las malas decisiones empresariales, así como reflexionar más sobre cómo el sector debe manejar los requisitos de pasar a cero neto.
Eso no debería significar abandonar el límite de precio, que obligó a las compañías a competir en lugar de cobrar de más a sus clientes. Pero sí significa equilibrar ese límite con una supervisión más estricta de la gestión de riesgos y la cobertura, los requisitos de garantía y las reglas sobre cómo las empresas utilizan los saldos de crédito de los clientes.
La estrategia de energía se centró en alentar más cambios, incluso a través de modelos de optar en automático por tener el servicio u opciones que causarían “caos”. El resultado de la crisis debería asegurar que cuando los clientes se cambien, sea a un proveedor que esté al menos completamente vestido.
gaf